Entelequias poco útiles

Cuando durante su primer mandato el presidente Leonel Fernández declaró que unos 30 mil millones de pesos eran devorados por la corrupción, reformistas, entre los que se incluyen aliados de hoy, lo tildaron de ingrato, pero un amplio sector percibió la denuncia como una aurora que marcaba una nueva era en el ejercicio del poder. Máxime, cuando después el gobernante reforzó la estructura para perseguir la enajenación de recursos públicos a través de la creación del Departamento de prevención de la corrupción (Depreco).

Pero las expectativas no tardaron en comenzar a esfumarse. A los pocos meses renunció el primer director del Depreco, licenciado Pedro Justo Castellanos, bajo el alegato de que no había voluntad para perseguir la corrupción en la administración pública. Desde ese momento, el organismo comenzó a mostrarse como lo que es hoy: una entelequia, que tampoco funcionó durante la administración del agrónomo Hipólito Mejía.

En esa línea de deslumbrar e impresionar con alharacas el presidente Fernández creó durante esta gestión, en parte como requisito de compromisos internacionales, la Comisión de Etica y Combate de la Corrupción, al frente de la cual designó al ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), doctor José Joaquín Bidó Medina. Como ironía de la vida, desde sus inicios la entidad fue sacudida por una crisis moral que la dejó marcada para siempre.

Se recordará que por la contratación del portal informático del Gobierno el doctor Gustavo Montalvo renunció como coordinador de la Comisión en protesta por el procedimiento que se empleó para la operación. Pero nada pasó en ese momento ni con otros escándalos que ocurrieron despues, como compras millonarias sin concursos y por demás aparentemente sobrevaluadas para equipar la Policía.

Tan infuncionales en cuanto a sus reales propósitos han resultado, que Depreco ni siquiera pareció darse por aludido con la versión del consultor jurídico del Poder Ejecutivo de que su firma había sido falsificada con el proyecto de ley sobre la famosa "isla artificial". Claro, en cuanto al Plan Renove y otros casos relacionados con la pasada administración, ha devenido en el más eficaz instrumento de agitación.

De haber cumplido su objetivos es positiva la creación de las entidades, con todo y que la estructura burocrática, que por demás cuesta una fortuna al erario, sea cuestionable. En lugar de figuras ligadas y comprometidas con el partido en el poder, debieron estar bajo la égida de personas gentes y sin atadura, procedentes de la sociedad civil.

Ahora mismo se cuestiona el uso de recursos públicos en el proceso interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y a simple vista no hay diferencia entre el Presidente de la República y el candidato a la reelección. Quizás el Depreco no cuente con elementos para actuar, amén de por fin admitir que la corrupción sigue alta, pero la Comisión de Etica no ha abierto la boca ni para eruptar. En definitiva, se trata de dos entelequias poco útiles, cuya operatividad contradice sus funciones.
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