Del partido de cuadros que legó Juan Bosch; pasó a una organización clientelista, cualquiera. Se ha dejado llevar de la corriente populista del Estado, no se ha sabido diferenciar. “La disputa interna nunca debió presentarse en mi partido… Leonel”. Y ¿Dónde, entonces?
La geografía de la representación política y de la acción pública se ha modificado.
“Yo creo en un Estado manejable, pequeño, que no necesite tanto impuestos para sobrevivir.”…José Tomas Pérez, PLD
Gana quien tiene muchos billetes o quien tiene la visión de modernidad y progreso. La nueva realidad hace imprescindible canalizar el apoyo de otros sectores para asegurar la victoria en los comicios. Ganar y usar todo para ganar. Lealtad a una ideología murió. Los axiomas precedentes y posiciones de hombres públicos, me pusieron a pensar.
Proponemos un conjunto políticamente significativo de redes denominadas asociativas con un régimen abierto de participación de personas de todos los bandos en cuadros políticos.
Para ganar en buena lid en base a convencimiento, no en base a billetes y promesas que luego se esfuman.
El clientelismo no es la única forma de red ni de consensuar una línea política.
La dictadura de las mayorías se cuestiona en el comité político. ¿Calidad o cantidad?
La teoría política liberal, por una parte, y el autoritarismo monástico, por la otra, han supuesto (o han deseado) la existencia de un vínculo director entre los ciudadanos y las instituciones del Estado.
Claro está que la sociedad tiene muchas instituciones (la familia, el mercado, la Iglesia, etc.) que regulan y ordenan a los individuos y grupos; empero, como tales, no median entre los ciudadanos y el Estado, en la mayoría de los casos no son instituciones políticas.
Las elecciones, el sistema partidista, el Congreso y el Ejecutivo –lo que denomino instituciones constitucionales, son, por supuesto, políticas, y en verdad regulan, apoyan y constriñen a los actores en el proceso decisorio soberano y último.
Sin embargo, si consideramos el espacio existente entre los ciudadanos, los grupos y estas instituciones sociales, por una parte, y las instituciones constitucionales por la otra, somos concientes de que no es caótico, sino que, para bien o para mal, está colmado de costumbres, leyes, reglamentos y normas que regulan las organizaciones públicas y privadas en sus relaciones con el Estado.
Es decir, este espacio lo copan las instituciones del segundo nivel que contribuyen a determinar cuáles organizaciones de la sociedad civil serán escuchadas en las discusiones partidistas, en las elecciones y en los debates parlamentarios, qué importancia se otorgará a sus puntos de vista, cómo se regularán los conflictos y cómo se llevará a cabo el debate.
Los periódicos y los medios de difusión electrónicos establecidos se convierten en el lugar «aceptado» donde deben darse los debates y plantearse hipótesis. No tenemos otra vía.
Es de gran utilidad revisar y actualizar la organización denominada «clientelista» y «partidistas».El modelo básico de representación y sus límites:
Para describir las instituciones de un régimen debemos saber qué sucede cuando opera la mediación entre la sociedad civil y el Estado. Los elementos de representación pueden parecer simples, pero existen algunas complicaciones a menudo soslayadas. Es vital analizar estas complicaciones con el fin de comprender los patrones en el segundo nivel de instituciones.
Vamos a suponer que el modelo convencional de representación se asemeja a lo que expongo a continuación: el sistema de gobierno lo componen individuos dentro de un territorio (ciudadanos), cada uno con sus intereses. A través de partidos, grupos de interés o bloques electorales, los ciudadanos se unen para influir en las decisiones políticas que los afectan.
En la medida en que los intereses no estén demasiado divididos, la democracia se asegura mediante la representación de los partidos, grupos de interés y bloques electorales. Esto sucede mientras los sistemas partidistas, los parlamentos y las unidades ejecutivas responden a las elecciones y a otras formas de formación de opinión pública (sondeos, la prensa, etc.). Dentro de esas instituciones, las exigencias opuestas se reúnen en un proceso de negociación y concertación.
Las tareas que se consideran cruciales para las instituciones se derivan del modelo –en los términos de un lenguaje antiguo, pero todavía de «sentido común»–, al que recurrimos para determinar la articulación de los intereses que luego se convierten en asignaciones autorizadas a través de la ley o la política a seguir.
En mi opinión, debemos evitar la tentación de aceptar este modelo convencional de representación, aun «para fines de debate» o como«simplificación necesaria para teorizar». En él existen varias limitaciones significativas de lo que sucede en la actualidad, cada una importante para las instituciones de un régimen de participación.
En primer lugar, los intereses de cada ciudadano son múltiples y están en constante cambio. Si bien pueden existir principios, metas y racionalizaciones perdurables, al confrontarse con situaciones concretas involucran diferentes.
Mi intención es hacer exactamente esto, aunque criticando el modelo funcional. Esas instituciones deben evaluarse no a partir de si eliminan esta volubilidad, sino de si la moldean de manera efectiva.
En segundo lugar, los individuos que buscan influencia no son solamente ciudadanos provenientes del territorio de esa unidad.
No es posible poner en duda la realidad de los actores internacionales y pese a que en ocasiones se cuestiona, con el paso del tiempo su legitimidad se acepta cada vez más.
Las presiones foráneas son múltiples y están lejos de ser manejadas a través de la diplomacia, mientras muchos actores dentro del sistema son no ciudadanos.
En tercer lugar, a menudo el proceso de transformar los intereses en política no es por concertación y negociación, sino en diversos grados por deliberación. Los cambios en la definición de la situación, ya sea a partir de la «ciencia» o mediante la construcción social, son con frecuencia tan importantes como los acuerdos o cambios en el equilibrio de poder de las partes interesadas.
El manejo de la información política y las reglas de decisión para utilizar la evidencia y emplear la teoría son tan importantes en las instituciones políticas como el manejo de los compromisos y la concertación.
En cuarto lugar, los vínculos entre los ciudadanos y los organismos legítimos de formulación de política no solamente se basan en acciones individuales como las elecciones y los escrutinios, sino que también son redes de contactos personales (o a través de la pantalla del computador).
Se hace necesario considerar las instituciones políticas desde la perspectiva de su manejo de redes informales que rápidamente se vuelven a configurar, así como que tienen que ver con la votación y con grupos organizados por intereses.
Aunque con frecuencia los vínculos personales se consideran cambiantes, las instituciones asimismo los moldean.
Desde hace tiempo el análisis y el discurso político han girado en torno de la participación o la afiliación individual en grupos organizados. Los actos individuales de participación política como votar, enviar cartas, informarse, aun las tasas de afiliación a grupos, constituyen el puntal de estudios (y evaluación moral) de la participación.
En la forma clientelista actual, el atraso y la corrupción parecen posibles y hasta probables. No hay consenso. Gracias a Dios, el clientelismo no es la única forma de red organizativa.
Ante la rapidez y multiplicidad de las comunicaciones por Internet, se puede argumentar que las organizaciones formales están cambiando a formas más flexibles, o están quedando rezagadas.
Investigaciones recientes demuestran la importancia de las «redes de política» para influir en las políticas a tener en cuenta. Y la «inserción» se ha convertido en nuevo punto focal referido –sin precisar pero con certeza a la forma en que los procesos se apoyan en redes de vínculos personales (o los debilitan).
Comunicación perenne con las bases por Internet, mas reuniones de condicionamiento político y estructura con agenda de trabajo no para las elecciones, solamente, sino por los 4 anos en el poder.
Empecemos la metamorfosis. Por [email protected]