El presidente Leonel Fernández buscará el 6 de mayo la candidatura presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con miras a la reelección en el cargo. Lo hace con un mandato salpicado por tres reformas fiscales en dos años y afectado por la oposición de su antiguo aliado y estratega de sus dos exitosas campañas presidenciales, licenciado Danilo Medina, quien también aspira a esa posición.
Desde ambas expresiones que se han agrupado en tendencias, al estilo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), se han hecho vaticinios triunfalistas, resultados que solo serán arrojados por el Congreso Elector de esa colectividad, que confirmaría uno de estos pronósticos.
El entorno de Fernández dice contar a lo interno con una matrícula de 90-10, para lograr una victoria aplastante sobre su rival, mientras que Danilo, de quien se afirma domina la estructura partidaria del PLD, asegura que tiene 24 provincias ganadas.
En este sentido, cualquier análisis que se haga al margen de lo que será el resultado electoral sería una simple especulación, porque para que una predicción pudiera tener un carácter científico, tendría que estar apoyada en una encuesta independiente, hecha con gran rigor y estrictamente dentro de la militancia de esa organización.
Sin embargo, hay la percepción de que las urnas peledeístas podrían darle una nueva oportunidad a Fernández, a pesar del cerco, para "seguir montado en el palo", como él lo ha expresado.
De hecho, la débil pegada final de Danilo y su aparente impotencia, ante la fortaleza exhibida por los reeleccionistas, merced al poder de los recursos del Gobierno, mina sus expectativas y hace decrecer su antigua fortaleza, al tiempo que aumenta la de su adversario, por lo menos en términos de percepción.
La habilidad mediática de Fernández, que ha sido capaz de organizar su campaña conforme a un discurso eminentemente social, orientado a movilizar a todo el entorno desestructurado más allá de su partido, y ha sido aquí donde el Mandatario ha conseguido doblar el brazo de Danilo durante este pulso electoral, para aparentar o ser realmente el que ganará el Congreso Elector.
Por lo pronto, ha reivindicado sin complejos su gestión, que ha logrado estabilizar la situación económica fortaleciendo el peso frente al dólar y manteniendo una baja la inflación de un sólo dígito.
Estamos, por tanto, ante lo que podría ser una victoria más personal. El triunfo de alguien que ha conseguido imponerse a su rival -gracias al carisma que conserva entre las clases más humildes, que son -todo hay que decirlo- la gran asignatura pendiente que sigue arrastrando el país.
EL Presidente ha vuelto a vestirse con el atuendo populista. Falta saber ahora si la reelección se vestirá con él.