WASHINGTON, 26 abr (IPS) – Aunque 57 por ciento de los entrevistados para encuestas en Estados Unidos creen que enviar tropas a Iraq fue un error, el presidente George W. Bush elevó al Congreso legislativo el mayor presupuesto militar desde la Segunda Guerra Mundial.
Para colmo, el proyecto prevé muy poco dinero para seguridad nacional, la principal preocupación detrás de los argumentos que abonan la "guerra contra el terror" lanzada por Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El presupuesto suma 623.000 millones de dólares en gastos militares para el año fiscal 2008, que comienza el 1 de octubre de este año.
Funcionarios del Departamento (ministerio) de Defensa afirman que los presupuestos futuros registrarán aumentos considerables respecto de esa cifra, basados sobre el pequeño porcentaje que representa este rubro dentro del producto nacional bruto.
"Resulta curioso que estemos hablando sobre el tamaño de la economía privada, reflejado parcialmente en el producto nacional bruto, pues ese sector no financia a las fuerzas armadas", dijo a IPS la experta Miriam Pemberton, de la organización académica Foreign Policy in Focus (FPIF).
"Deberíamos concentrarnos en los dólares del sector público disponibles para inversión", agregó, pues los gastos de defensa representan hoy "más de 50 por ciento del presupuesto discrecional".
El presupuesto, elevado en febrero, refleja la doctrina de Bush sobre acciones unilaterales militares, que, según el informe divulgado este jueves por FPIF, "receta un rol global expansivo para las fuerzas armadas, a un grado que los actuales niveles de gasto no llegarían ni siquiera a estar cerca de cubrir".
El "Informe del grupo de trabajo sobre un presupuesto de seguridad unificado para Estados Unidos" indica que la doctrina de Bush, consistente en aumentar las dimensiones y el presupuesto de las fuerzas armadas porque "podemos", no se formula la pregunta de si "debemos".
El grupo de trabajo incluyó al ex secretario de Defensa adjunto (viceministro) Lawrence J. Korg, el general retirado Robert G. Gard Jr. y el funcionario profesional de la Comisión 9/11 William Johnstone.
El presupuesto de 2008 también parece ignorar las recomendaciones del Grupo de Estudios sobre Iraq, que promovió un cambio en la estrategia de política exterior de la fuerza militar a la diplomacia.
Las últimas encuestas indican que la mayoría del público de Estados Unidos analizado cree que la actual política unilateral socava la imagen y los intereses del país en todo el mundo y lo vuelve más susceptible a atentados terroristas.
FPIF promueve un presupuesto de seguridad unificado que reúna todos los mecanismos de seguridad de Estados Unidos, incluidas las fuerzas armadas, las agencias de seguridad interna y herramientas de acción internacional sin carácter militar.
Eso permitiría al Congreso evaluar con mayor facilidad el gasto global en ese rubio y asignar mejor los recursos disponibles.
El informe refleja varias críticas al presupuesto de 2008.
El programa de cazas-bombardero F-22, por ejemplo, recibió una asignación extraordinaria de más de 600 millones de dólares, a pesar de los serios cuestionamientos que se le han formulado.
El monto extra para ese único programa militar triplica lo que Estados Unidos planea gastar en la cancelación de deudas de países pobres, o aumentaría 50 por ciento las contribuciones de este país a operaciones internacionales de paz.
Además, más que triplica lo presupuestado para 2007 con destino a vías férreas y programas de seguridad en el tránsito.
FPIF también cuestionó los 800 millones de dólares destinados a armas ofensivas espaciales, que, según muchos expertos, podrían conducir a una nueva carrera armamentista.
Esa suma duplica la suma solicitada originalmente por la Oficina de Reconstrucción y Estabilización de Iraq y otros países en etapa de posguerra, organismo de expertos civiles del Departamento de Estado (cancillería) que cuenta con el apoyo del Pentágono.
El presupuesto dejó de lado aspectos no militares de seguridad y política exterior, según FPIP.
El vicepresidente Cheney "y otros elaboraron este plan según el cual la respuesta es ser la superpotencia única y mantener un nivel de superioridad militar que impida a cualquier país pensar siquiera en desafiarnos. Pero, ¿cuánto es suficiente?", sostuvo Pemberton, principal autor del informe.
El presupuesto de seguridad nacional de 2008 asigna 90 por ciento de sus fondos a gastos militares, mientras los programas preventivos reciben cuatro por ciento y el Departamento de Seguridad Nacional, apenas seis por ciento.
El grupo de trabajo propone un recorte de 56.000 millones de dólares a los gastos militares ofensivos y un aumento de 50.000 millones de dólares en defensa y prevención. (FIN/IPS/traen-mj/ec/ld/na ip if ik sp/07) (FIN/2007)