Los partidos de la oposición ya no encuentran qué hacer para sacar del escenario político al presidente Leonel Fernández. El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), una organización política que se ha pasado dos años torpedeando desde diferentes puntos la gestión de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sin ningún resultado, hace tiempo viene apostando al fracaso de los que ahora tienen las riendas del poder.
Los pronunciamientos radicales, a veces subidos de color, contra Fernández no se hacen esperar. Antes el bombardeo era contra la construcción del Metro, luego contra la reforma fiscal y más adelante protestaron por la reforma constitucional, pretendiendo de paso imponer la Constituyente como solución salomónica a los problemas del país.
El interés fue suplantar la iniciativa del Presidente Fernández sobre la reforma constitucional. Como la idea no surgió de las tropas perredeistas, anunciaron públicamente que boicotearían el proyecto en el Congreso Nacional bajo el alegato de que habían temas importantes que no estaban incluidos, a los fines de las discusiones en las cámaras congresionales, como son la salud, la educación, el transporte, y otros.
Por suerte, la población no les hizo caso. Pero los ataques, que es un derecho que tienen como partido luego de perder las elecciones nacionales y municipales en forma vergonzosa, continuarán produciéndose, de ahí que se están confabulando estrategias para sacar de circulación a los adversarios políticos en el poder. Las huelgas de los transportistas y otros escenarios de protestas han sido aprovechados por la cúpula del PRD para mantener encendida las llamas de la agitación social y de paso crearle problema al líder del PLD, que a decir verdad ha sabido transitar sobre todas esas trampas que le ha colocado la oposición.
En realidad, el partido blanco no pega una.
Ahora el PRD respalda la torpeza de los reformistas de someter ante la Suprema Corte de Justicia al presidente de la República bajo la excusa de que ha usado en un acto político los símbolos del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC). Conjuntamente con esa acusación, la dirigencia reformista también dice que le están sonsacando parte de su membresía. Naturalmente, la trama es deshabilitar políticamente a Leonel Fernández para que descontinúe la tentativa de repostularse al cargo. ¡Cuánta inmadurez!
Es decir, los perredeistas están usando a los reformistas como punta de lanza. Es un respaldo envenenado porque a fin de cuenta lo que persiguen es sacar a esa organización del medio para llevarse parte de su membresía. De manera que quienes realmente se están beneficiando de los errores del PRSC son los perredeistas, habida cuenta de que el partido del gallo colorao a penas cuenta con un 8% en la preferencia del electoral, según la última encuesta Gallup-Hoy.
A Leonel Fernández le tienen miedo. Por eso se oponen a la reelección. Los reformistas han sido siempre reeleccionistas. Los perredeistas también lo fueron cuando Hipólito Mejía fue Presidente de la República, período en el cual se hizo una reforma constitucional a vapor para imponer la reelección.
Aquí todos somos reeleccionistas. Es cuestión de circunstancia. Todo depende del lado donde estemos situados.
El problema en sí no es la reelección, sino el candidato a la reelección. Un Leonel Fernández como candidato del PLD es una carta de triunfo segura, por lo tanto lo están combatiendo con todas las armas políticas que surjan. El PRD le ganaría más fácil a otro candidato peledeísta, no así a Leonel.
A Leonel Fernández lo envidian. No le perdonan que siendo tan joven ha podido llegar tan lejos, que ha rescatado al país del desastre económico y social heredado de la anterior administración, que ha restablecido la confianza en los inversionistas nacionales, que haya atraído la inversión foránea y que ha colocado a la República Dominicana en un sitial de prestigio en las esferas internacionales.
0tro triunfo electoral de Leonel Fernández se convertiría en el tiro de gracia contra los dos principales partidos de la oposición. Cuatro años más aguardando para ascender al solio presidencial es una penitencia para la cúpula reformista y perredeista. Y eso no lo pueden permitir. Por eso también apoyan a Danilo Medina en sus desacertadas declaraciones contra la gestión del Gobierno; por eso se solidarizan con los dueños del país. El fin último es desacreditarlo.
Estamos frente a un tipo de encerrona con propósitos bien calculados. Afortunadamente, el pueblo es sabio. Sabe elegir entre el retroceso y el progreso.