Si la cultura es la manifestación de los pueblos, entonces, los dominicanos estamos falsificando nuestra nacionalidad y adulterando nuestra identidad.
La gente ya no quiere comer arroz, habichuelas, carne y ensalada, plato dominicano conocido como "la bandera" en el sentido gastronómico. Una población de los dominicanos prefieren la comida "chatarra" como, picapollo, hot dogs, hamburgers, pizza, nachos, burros, hasta chimichurri o friquitaqui, sin embargo, otros, que dizquen prefieren comer saludable para alimentarse y no hartarse, escogen el menú "gourmet" y/o "light".
Nuestra dinámica y creativa compatriota, Jatnna Tavárez, fue escogida como "La Madrina del Merengue", luego que se embarcara en un proyecto denominado "Qué viva el merengue", porque, al parecer estaba enfermo, a punto de morir. Entre los ritmos que lo han llevado al paredón figuran la bachata, el reggaeton y el golpe mortal, que solo nos permite dar tres pasitos de merengue, es "La música tecno". Lamentablemente, el verdadero merengue ha sido reciclado entre nuevos instrumentos y ritmos.
Lo peor es que todavía hay gente, nacida y criada en República Dominicana, que si alguien le pregunta qué celebramos el 27 de Febrero, responden rapidito: "!oh el carnaval!", pues se disfruta más la francachela, que la solemnidad de una efeméride patria, como es "El Día de la Independencia Nacional". Sin embargo, al desfile de las comparsas, los dominicanos acuden voluntariamente, mientras que los actos patrióticos van, si acaso, por obligación.
En otros tiempos, los religiosos debatían entre sí por el cielo y el infierno, pero al transcurrir el tiempo ya eso no es importante, tampoco la fe y las obras, ni el bautismo por aspersión e inmersión, ahora es una lucha entre líderes de diferentes denominaciones que pretenden alardear de la cantidad de feligreses, de quién llena más los estadios, de quién sana más y quiénes tienen
la autorización legal de realizar matrimonios. La espiritualidad dejó de centrarse en el amor a Dios y la buena voluntad hacia el prójimo, que según dicen las Escrituras, este era el Gran Mandamiento.
De los partidos políticos, ni hablar, porque es evidente que todos están buscando un pedazo
del pastel, muy ajenos a la ética y apegados totalmente a la prevaricación y la demagogia.
La esencia de la política ha sido tan desvirtuada, que debería la Real Academía de la Lengua de actualizar los conceptos de ese término, porque el disfraz de orden y de cortés le ha quedado grande a los gobiernos, y hacen burla de la gente necesitada con sus encuentros mano a mano, impartiendo por doquier el beso de Judás para luego hacernos vivir el Calvario.
En el plano personal y sexual, la sociedad ha coronado su adulterio, permitiendo un acto social en el
que dos mujeres celebraran en el interior del país, su unión matrimonial, simbólica, pero real y sexualmente consumada.
Ya los matrimonios se rompen, no porque el hombre se ha enamorado de otra mujer, sino, porque
ha descubierto su verdadera orientación sexual, ahora ama a un hombre como él y ni decir de las
lesbianas, porque tenemos ejemplos frescos todavía del show que dieron dos chicas montadas en una camioneta en la cotizada avenida Lincoln.
Y como todos saben, la Cervecería Nacional Dominicana no ofrecerá su acostumbradi "Festival Presidente de Música Latina", porque, según informaron sus ejecutivos, la situación impositiva ha generado baja en la venta de producto, sin embargo, la droga, de cualquier tipo está en cualquier esquina, así que hasta en los vicios
hemos cambiado, ya no se pide una fría, sino una melma, que era aquella yerbita.
Antes decir el pájaro malo, el diablo, era todo un acontecimiento y la gente se persignaba, pero ahora, hay sectas y grupos satánicos, que se inspiran, para cantar al mal, y la sangre propia y la ajena es el principal activo de sus integrantes.
Y entonces, está o no en adulterio la sociedad dominicana? Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Todavía hay tiempo de cliquear "atrás" y recuperar el archivo donde teníamos la información de nuestra cultura, restaurar nuestra dominicanidad, para dejarles un legado incorruptible a las futuras generaciones,
la dignidad patriótica, la dignidad de ser dominicano de pura sepa, en vía de desarrollo, insertado al mundo globalizado pero sin levaduras, que adulteren ese proceso.