En un taller dedicado al nuevo arte latinoamericano y patrocinado por la Embajada de Chile en Pekín, el cubano Claudio Castillo, los chilenos Nicoykatiushka y la dominicana Charo Oquet desembarcaron por primera vez en el país asiático con una muestra de lenguajes artísticos que sacan todo su jugo a las nuevas tecnologías.
Es el caso de Castillo, un cubano que vivió en Londres y en España y reside actualmente en Miami, creador de unas insólitas acuarelas animadas, sincronizadas gracias a los milagros de la informática con las mareas y los ciclos de la luna.
Estas obras de Arte en evolución, como él las ha definido, se animan con el pulso táctil del espectador a través de un programa informático que elige aleatoriamente qué animación reproducir y permite que cada visión de la obra sea única e irrepetible en hasta ocho billones de años. "Es una obra que sólo la ves una vez en la vida, como la vida misma", explicó el artista.
Por su parte, el matrimonio chileno de los Nicoykatiushka abogó por un renacimiento de la performance, que a su juicio sigue todavía viviendo de la "época gloriosa" de los 70. "Hay que deshacerse de la idea de que el cuerpo es la herramienta principal. Las nuevas tecnologías dan nuevas oportunidades. La performance podría dejar de ser algo alternativo y convertirse en una tendencia artística dominante", afirmó la pareja.
Entre las obras más conocidas del matrimonio de artistas figura Coitus reservatus, una creación que a estos chilenos les gustaría traer a China y en la que la pareja representa posiciones del Kamasutra con trajes de los años 50 apoyándose en tres pantallas que van ofreciendo sus movimientos de forma sincronizada.
Además, la pareja, que tiene intención de buscar inspiración oriental durante un año en la ciudad china sureña de Chongqing, confía en poderse llevar a algún artista chino a la próxima Bienal de Performance de Chile, en la que serán comisarios.
Homenaje a la santería
Desde su llegada a este país a finales de abril, la polifacética Oquet recopiló materiales del país para ofrecer en CIGE Cruce de caminos, un homenaje a la santería caribeña, en concreto al dios yoruba Eleguá, "al que invocar para luego invocar al resto", explica.
La peculiar escultura se acompaña con proyecciones en vídeos de las calles de Santo Domingo, que a la artista le recuerdan a Pekín, "en los callejones, las frituras, los pequeños negocios. Es como Villa Consuelo", señala, recordando un conocido mercado dominicano.
Los cuatro artistas se mostraron sorprendidos por la casi nula representación de galerías americanas en CIGE, a la que sólo ha acudido el mexicano Enrique Guerrero dentro del centenar largo de una veintena de países que participan en la Exposición.