Primero fue el negocio de la caña. Zafra tras zafra, miles de haitianos eran negociados… primero por sus gobiernos,…los cuáles se quedaban con “la porción del boa” , y los enviaban a vacacional “en las verdes praderas, rodeadas de largas espigas desde donde saldría el azúcar con sabor a sal”.
Llegaban,…y cada zafra se quedaba un grupito que se iba adaptando al batey, que iba “criando familia” tirando hijos al mundo sin esperanza, sin educación…los cuáles iban engrosando un nuevo cordón de miseria alrededor de los plantíos de caña.
Pero mientras llegaban muchos, y regresaban cada vez menos a su lar nativo, las autoridades del vecino Haití, se sentían cada vez más satisfechas, puesto que al tiempo de engordaban sus cuentas bancarias en bancos extranjeros –claro en Haití sólo dejaban lo indispensable para vivir cómodamente, ya que en sus mentes existía la seguridad que un día tendrían que salir corriendo-, estaban cavando la tumba de la nacionalidad dominicana y el futuro de este lado de la isla, como nación.
Sus planes eran perfectos. Los únicos que no se daban cuenta de ello éramos los dominicanos, ya que lamentablemente, también de este lado existía un grupito que se beneficiaba de “ese trato”, cobraba su comisión y se lavaba las manos como Pilatos.
Sin embargo, pasó el tiempo, pasaron los años, y luego (o sea actualmente), los haitianos no solo cortan cañas, si no que han desplazado a los dominicanos en prácticamente todos los quehaceres de la vida económica informal.
Desde vendedores de maní, de helados, barquillas, de frutas, de tarjetas de llamadas, de coco de agua, de jugos y pan con huevos, hasta vigilantes armados, choferes de carros públicos, trabajadores de la construcción, del sector agrícola y de todo tipo de mercaderías en los diferentes mercados de las ciudades, sin olvidar a mujeres haitianas pidiendo con niños en los brazos.
Se habla de más de un millón de haitianos que ocupan un lugar de trabajo, una vivienda, un espacio en el hospital,… una celda en una cárcel.
Pero los haitianos no sólo han desplazado a los dominicanos en miles de puestos de trabajo sino que además, nos han invadido con sus enfermedades, muchas de las cuales habían sido erradicadas del país.
Actualmente se conocen brotes de tuberculosis, tifoideas, paludismo y otras enfermedades que estaban controladas, mientras que en algunas zonas del país, la tercera parte del presupuesto de centros médicos públicos, se gasta en la atención a parturientas y pacientes haitianos.
Mientras todo eso sucede, nuestros gobiernos se hacen los sordos y ciegos. Se dejan chantajear por sectores nacionales y extranjeros…y en otros casos, los propios funcionarios oficiales del área de la construcción son los que utilizan a los haitianos.
Ojalà que cuando despertemos de esta pesadilla no sea demasiado tarde y aquellas potencias que usufructuaron durante siglos los recursos naturales y el sudor de los haitianos, hayan encontrado la excusa perfecta para terminar de echarnos encima, el problema que ellos crearon.
Por qué tenemos que soportar, que de cada diez vendedores ambulantes que existen en las principales esquinas de nuestras ciudades, ocho sean haitianos, y esto ocurra a la vista de todos sin que pase nada. ¿Y DONDE ESTA LA DIRECCION GENERAL DE MIGRACION?
Ojalà, que el presidente Leonel Fernández, ordene de una vez y para siempre la puesta en práctica de una política de migración que le evite a nuestro país el verse involucrado en un COSOVO del caribe, para recordar lo que pasó con la exYugoslavia, desmembrada por razones parecidas a lo que está ocurriendo en nuestro país con la invasión pacifica haitiana.
Los dominicanos necesitamos ayudar a los haitianos, pero con ellos en su país. Y que las grandes potencias que se gastan miles de millones de dólares y euros en armamentos y en guerras inútiles para los países subdesarrollados, inviertan un poquito de ese dinero en la recuperación de HAITI, PERO EN HAITI.