PARÍS, 7 may (IPS) – El triunfo del derechista Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales de Francia abre paso a profundos cambios políticos y sociales, muy similares a los que la ex primera ministra Margaret Thatcher implementó en la Gran Bretaña de los años 80.
Al mismo tiempo, la victoria de Sarkozy, o, más bien, la derrota de su principal rival, la candidata del Partido Socialista Ségolène Royal, propicia una reestructura radical de las estructuras políticas francesas, según observadores.
Sarkozy obtuvo 53 por ciento de los sufragios en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada el domingo, gracias al apoyo decisivo de votantes centristas y de extrema derecha, e incluso de algunos izquierdistas, según estudios de opinión pública.
El presidente electo, quien asumirá el cargo el 16 de este mes, afirmó al proclamar su triunfo que, en su gestión, "valores como el trabajo duro, la moralidad, la autoridad, el respeto y el mérito serán rehabilitados".
Esta fórmula, repetida a lo largo de su campaña electoral, es interpretada como el anuncio de un amplio desmantelamiento del estado de bienestar, la preferencia de las políticas liberales en favor de las empresas privadas y autoritarismo desde el Estado.
Esos fueron, precisamente, los principios que dieron forma a la política de privatizaciones, austeridad fiscal, desregulación, liberalización económica y recorte de los servicios sociales impuestos por Thatcher en su periodo como primera ministra británica (1979-1990).
"Quiero restaurar la identidad nacional francesa. Quiero que los franceses estén de nuevo orgullosos de su nación", dijo Sarkozy, quien prometió la creación de un Ministerio de Identidad Nacional e Inmigración, sugiriendo que ambos conceptos están vinculados.
También defendió una política migratoria selectiva, bajo la cual los inmigrantes serán seleccionados sobre la base de su educación y de su capacidad profesional, cultural e incluso deportiva.
En materia de relaciones exteriores, Sarkozy dijo que "Estados Unidos puede confiar en la amistad francesa". Luego describió la guerra lanzada por Washington contra Iraq en 2003 como "un error histórico", pero acotó que "la amistad implica que los amigos pueden tener opiniones diferentes".
El presidente saliente de Francia, Jacques Chirac, apeló al veto para bloquear en 2003 una propuesta de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas que habría supuesto la legitimación a la operación por parte de la comunidad internacional.
Sarkozy también llamó a la Unión Europea (UE) a "escuchar el clamor del pueblo", que percibe el bloque "no como una protección, sino como un caballo de Troya" que introduce en el país las amenazas de la globalización.
El jefe de Estado electo prometió que encontrará el modo de aprobar en su país la fallida Constitución Europea sin un referendo, como el que la rechazó en 2005.
Por otra parte, Sarkozy se opuso a la integración de Turquía en la UE, al tiempo que apoyó la incorporación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de repúblicas ex soviéticas de Europa oriental como Ucrania y Georgia.
El líder de la derecha francesa, cuya madre es de origen judío, dijo que la seguridad de Israel será central en la política de su gobierno en Medio Oriente.
Sarkozy es el primer presidente francés sin manchas de las grandes refriegas internacionales de la Francia del siglo XX. Nació en enero de 1955, y aún era un niño cuando concluyó el colonialismo francés.
Por esa razón, carece del vínculo político, diplomático y amistoso que unía a la mayoría de sus predecesores con el mundo árabe.
En materia de política interna, Sarkozy propone la eliminación del impuesto a las herencias y la reducción de los gravámenes que cargan las empresas.
Pero el cumplimiento de muchas de sus promesas dependerá del resultado de las elecciones legislativas del 10 y el 17 de junio.
El presidente francés tiene un enorme poder en materia de política internacional, si bien la implementación de políticas nacionales es tarea del gobierno que se forma tras los comicios parlamentarios.
El equipo de Sarkozy anunció la formación de un gobierno provisorio el día 16, al cual serán invitadas figuras políticas "del centro y la izquierda" para dirigir el país en el mes anterior a las elecciones.
En tres ocasiones, una durante la presidencia del socialista François Mitterrand (1981-1995) y dos durante la del derechista Chirac, iniciada en 1995, los votantes eligieron un gobierno ideológicamente opuesto al jefe de Estado, una circunstancia denominada "cohabitación".
Pero es poco probable que el próximo gobierno comulgue con la izquierda. El Partido Socialista parece haber descartado todos sus naipes en la campaña por la presidencia.
Su candidata Royal obtuvo 47 por ciento de los votos en la segunda ronda de las elecciones, pero el resultado sugiere que no hay espacio para la constitución de un gobierno izquierdista.
En la primera vuelta, Royal logró 25 por ciento de los votos, y la izquierda ajena al Partido Socialista, como la del Partido Comunista y Los Verdes, sumó menos de 10 por ciento.
"El Partido Socialista agotó su potencial de votación en la primera ronda electoral", dijo a IPS el cientista político Gérard Grunberg, del Centro Nacional de Investigación Científica. "El porcentaje de votos a la izquierda del partido era muy escaso."
Para Grunberg, el desafío del Partido Socialista "es ganar votos en el centro del espectro político", donde el experto identificó una reserva de ciudadanos moderados temerosos del radicalismo derechista de Sarkozy que podrían estar buscando un nuevo destino para sus adhesiones.
Ése parece ser la esperanza para algunos dirigentes socialistas, como el ex ministro de Economía y Finanzas Dominique Strauss-Kahn, quienes recomiendan un avance del Partido hacia el centro y la socialdemocracia.
"Estoy listo para conducir la renovación socialdemócrata del Partido", dijo Strauss-Kahn después de conocerse el resultado electoral del domingo. "La izquierda francesa nunca fue tan débil como hoy. La principal razón es la falta de revisión de sus ideas."
Algunos dirigentes creen que el Partido Socialista francés debería considerar un nuevo programa de corte liberal en un congreso extraordinario, similar a aquel celebrado en 1959 en Bad Godersberg en el cual el Partido Socialdemócrata alemán abandonó la ideología marxista.
Pero el Partido Socialista francés es una organización burguesa, sin relación con el marxismo. No logró encontrar una respuesta a los desafíos de una sociedad marcada por el resentimiento racista contra los inmigrantes, las divisiones entre regiones y el profundo escepticismo hacia los políticos e intelectuales parisinos. (FIN/IPS/traen-mj/jg/ss/eu ip/07)(FIN/2007)