SÃO PAULO, 8 may (IPS) – El papa Benedicto XVI iniciará este miércoles en São Paulo una visita de cinco días a Brasil, sin despertar expectativas ni atención de la población, con excepción de los religiosos o los muy vinculados a la Iglesia Católica.
"Soy católico, tengo una Biblia firmada por el papa Juan Pablo II, pero no creo en este nuevo Papa", dijo a IPS el taxista Luiz Pereira da Silva, de 54 años, quien en su infancia, en la pequeña ciudad de Formoso del Oeste del meridional estado de Paraná, "ayudó a varios padres a celebrar misas".
"¿Como creer en un Papa de Alemania, un país que ni siquiera es católico y tiene un pasado de 'religión' nazi?", se justificó. Ningún colega taxista irá a los encuentros de Benedicto XVI con la población, y "todas las personas que conozco no creen en este Papa", afirmó Silva, que le critica haber prohibido el uso de condones "sin presentar alternativas para evitar la muerte de mucha gente por sida", síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
Benedicto XVI sufre en Brasil una desventajosa comparación con su antecesor, el polaco Juan Pablo II (1978-2005) primero en visitar este país que reúne la mayor grey católica del mundo.
En 1980, Juan Pablo permaneció cerca de un mes en una gira por las más importantes capitales estaduales, atrayendo a millones de personas con su carisma y decenas de discursos. Regresó dos veces en los años 90, pero sin repetir la gigantesca repercusión inicial.
La Iglesia Católica seguirá perdiendo adeptos porque "los evangélicos son más abiertos y ofrecen mejor acogida", sentenció Silva, señalando que sus templos están abiertos "24 horas", mientras los católicos cierran de noche. "Pero sigo siendo católico, voy a misa, leo la Biblia", aseguró.
La maestra de educación inicial Marta Marcondes, una católica menos activa, también tiene "cero expectativa" ante la visita papal y observa escaso interés en sus conocidos, vecinos y colegas. "Es como si nada estuviera ocurriendo", y todos esperan únicamente más molestias por la previsible congestión del tránsito, dijo a IPS.
La sureña São Paulo, con más de 10 millones de habitantes y centro de una región metropolitana de 18 millones, vive atormentada por sus calles repletas de vehículos. Algunas de sus avenidas serán cerradas al tránsito para facilitar los traslados de Benedicto entre el miércoles y el viernes.
El Papa será huésped del Monasterio de São Bento, en el centro donde nació la ciudad. Su llegada al final de la tarde de este miércoles sólo le permitirá pronunciar un saludo y una bendición desde un balcón del edificio a la población que se concentrará en la plaza.
El jueves, Benedicto se reunirá con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y con 35.000 jóvenes de todo el país, en el estadio de fútbol de Pacaembú. En una misa campal el viernes en el Campo de Marte, un aeropuerto militar, canonizará a Fray Galvão, primer santo nacido en Brasil. Se espera a un millón de personas en esa celebración.
Luego de un encuentro el viernes por la tarde con obispos brasileños en la Catedral de la Sede, en el centro paulista, el Papa se desplazará en helicóptero hasta Aparecida, a 170 kilómetros de la capital estadual, donde conocerá el Santuario Nacional de Nuestra Señora Aparecida.
El sábado visitará la Hacienda Esperanza, un proyecto de recuperación de drogadictos y enfermos de sida promovido por la Iglesia Católica. La visita terminará el domingo, cuando Benedicto XVI inaugure la quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe.
Su visita tiene lugar en un momento de roces entre la Iglesia y el gobierno de Lula.
El ministro de Salud, José Gomes Temporão, defendió un debate nacional sobre la cuestión del aborto con vistas a un posible plebiscito para decidir sobre su despenalización, una medida recién adoptada en Portugal y en la capital de México.
La Iglesia criticó la propuesta, y se espera que el Papa se pronuncie condenando una vez más la interrupción voluntaria del embarazo y en defensa de la vida desde la fecundación.
"No es novedad", el Papa aprovechará esa oportunidad para intentar, junto al gobierno brasileño y a los obispos latinoamericanos, contener los avances de la legalización o despenalización del aborto en la región, dijo a IPS la activista Dulce Xavier, del grupo Católicas por el Derecho a Decidir.
Además de Portugal y la ciudad de México, también Colombia registró avances legales el año pasado, ampliando el derecho al aborto a casos de riesgo para la salud materna, y no sólo ante el peligro de muerte, como en Brasil y en muchos otros países, ejemplificó. En Uruguay "casi se aprobó" la despenalización, rechazada en el Senado pero votada favorablemente por los diputados.
Con sus posiciones conservadoras, contrarias también a los métodos anticonceptivos, la Iglesia "dificulta la planificación familiar", agravando la situación social de las mujeres pobres y promoviendo sin querer una "desobediencia general" de los católicos a las prohibiciones prescriptas por el Vaticano, sostuvo Xavier.
Una encuesta de Católicas por el Derecho a Decidir, con entrevistas a 1.989 hombres y mujeres de 18 a 29 años de edad, comprobó que 96 por ciento de los católicos consultados aprobaron el uso de condones para evitar embarazos y enfermedades de transmisión sexual, y 79 por ciento discreparon con la prohibición de las relaciones sexuales antes del matrimonio.
La tendencia de los jóvenes coincide con la de toda la sociedad y refleja una realidad que "la Iglesia tendrá que oír", sostuvo la activista, si bien no espera cambios a corto plazo en las posiciones del Vaticano.(FIN/2007)