Son personas cuya conducta termina perjudicando su propia vida o la de otras por tener la necesidad imperiosa y compulsiva de tener relaciones sexuales en todo momento. .
Son hombres y mujeres que desean fervorosamente tener relaciones sexuales en todo momento y lugar y se angustian cuando alguien les dice “no”. Así, como existen muchas personas adictas al alcohol, al juego compulsivo o al trabajo, también están los que se enferman si no logran alcanzar el deseo de tener sexo.
La expresión “adicto al sexo” se hizo mundialmente conocida cuando trascendió que el actor Michael Douglas -por esa época había protagonizado la taquillera película "Bajos instintos" junto a Sharon Stone con un fuerte contenido sexual- había tenido que internarse para superar esta patología.
Muchos asocian la adicción sexual con conductas osadas o con transgresiones en este terreno, pero los especialistas no consideran adictos al sexo a aquellas personas que explicitan y hasta cumplen sus más atrevidas fantasías sexuales, sino a aquellas en las cuales su conducta termina perjudicando su propia vida o la de otras personas.
“Les importa sólo su satisfacción”
“Es una enfermedad y el mecanismo es similar a otras adicciones. Tienen la necesidad imperiosa y compulsiva de tener relaciones sexuales sí o sí, y si no pueden lograr su cometido se angustian porque sienten que el otro no puede decirles que no”, dijo a el sexólogo y psiquiatra Adrián Sapetti. “Les importa sólo su satisfacción”, agregó.
Hay estudios que señalan que el 80% de las personas adictas al sexo tienen antecedentes traumáticos, debidos a abusos sexuales. En otras ocasiones, un sentimiento de vacío o soledad o los rechazos a nivel afectivo y erótico empujan a este tipo de comportamientos, sin necesidad de tener ningún antecedente traumático.
"Todo comenzó por una ruptura afectiva y empecé a mantener relaciones con muchas mujeres como medio para evadirme del dolor. Había días que podía tener varios encuentros o mantener durante una semana 12 relaciones distintas. La necesidad de seducir y conquistar se convirtió en una obsesión”, relató V.D, un lector de 35 años del portal abcsexologia.com.
Por otra parte, estas personas suelen sentir vergüenza. La actividad adictiva los deja con una sensación de culpa, de vacío. También sufren constantes cambios de humor, lo que hace más difícil para los demás mantener una relación de cualquier tipo con ellos.
“Muchas de mis relaciones estables se rompían porque se enteraban de mi doble vida y yo sufría por mi pareja y por mí. Mi obsesión afectó a mi vida laboral y a la personal. Además, faltaba a mis valores con mis mentiras y engaños. Por todo ello decidí realizar una consulta”, agregó V.D.
Masturbación compulsiva, abusos sexuales, pornografía o prostitución
A diferencia de otras adicciones, los adictos al sexo pueden adoptar múltiples formas: desde la masturbación compulsiva a los abusos sexuales, relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, encuentros ocasionales con desconocidos, hasta la pornografía, prostitución, exhibicionismo, pedofilia y turismo sexual. “Algunos se autosatisfacen en forma compulsiva y no pueden frenar la acción con el pensamiento”, sostuvo Sapetti.
El sitio de Internet Sexólicos anónimos, compuesto por hombres y mujeres adictos al sexo que comparten su experiencia y orientan a otras personas a recuperarse de esa enfermedad, ofrece una serie de interrogantes para detectar esa patología. "La búsqueda de sexo, ¿hace que no prestes atención a tus necesidades o al bienestar de tu familia y de los demás?” es una de las preguntas que pueden servir como guía para darse cuenta si alguien padece esta adicción.
En los distintos grados que pueda presentar, la adicción al sexo se puede tratar. En la mayoría de los casos se recurre a terapias psicológicas que ayudan a determinar el origen de esta dependencia aunque también puede incluirse la prescripción de antidepresivos. También existen medicamentos anticompulsivos y si existe un riesgo para su salud o la de un tercero se le puede recetar al adicto bloqueantes que logran disminuir el deseo.