La convención del Partido de la Liberación Dominicana fue una verdadera guerra de dinero, donde el único que perdió fue el pueblo dominicano, porque fue su dinero el que se gastó en afiches, vallas, espacios pagados, spots de radio y televisión…. A los elementos propios de una campaña electoral hay que sumar el uso indiscriminado de los recursos del Estado a través de todas sus instituciones y sus funcionarios, quienes en los últimos meses abandonaron su trabajo para dedicarse, en cuerpo y alma, las 24 horas de todos los días, a enfrentar al aspirante opositor, Danilo Medina, quien, según sus cálculos, con muchas dificultades, llegaría a un diez por ciento. No más.
Para garantizar que así fuera, se destinaron miles de millones de pesos que corrieron por todo el territorio nacional.
Para "ganar", el presidente se valió de sus aliados externos, todos funcionarios, que también gastaron los recursos de las instituciones que dirigen sin ningún control ni rubor.
Para "ganar" se inició un proceso de intimidación y cancelación de los simpatizantes de la corriente de Medina. Senadores, diputados, síndicos y regidores del señor Medina recibieron ofertas tentadoras. Algunos se vendieron. Otros mantuvieron la dignidad y el decoro que les faltó a sus compañeros rechazando el dinero.
Para el día del sufragio se montó un operativo en todo el territorio nacional donde no se escatimaron recursos económicos. Muchos funcionarios cambiaron cientos de millones de pesos en papeletas de 500, mil y dos mil para repartirlos entre danilistas. En muchos casos el dinero iba acompañado de cupones, de tarjetas y de compras.
La gente del gobierno llegó a comprar votos hasta por cinco mil pesos. Algunos funcionarios de mesas recibieron entre 150 y 200 mil pesos y promesas de resolver problemas personales.
Y no es que la gente de Danilo no repartiera dinero. También lo hicieron. Ahora bien, no había posibilidad de competir con el poder del Estado. Aquello fue brutal.
Danilo perdió, como era previsible, mucho a poco. Pero no salió derrotado por completo como pretendían sus enemigos. Un honroso 30 por ciento lo coloca en envidiable posición de cara al futuro. Sobre todo porque en su grupo hay cuadros políticos de buen nivel, con fuertes raíces en el partido y en sus comunidades. Los 50 diputados, los 12 senadores y los dirigentes de frentes de masas, más los profesionales que publicaron espacios en la prensa, así lo confirma. Por lo pronto, no podrá ser expulsado del PLD, como dijo el Presidente que lo haría durante la campaña electoral.
Con ese sólido 30 por ciento de respaldo verdadero, no comprado con los recursos y la influencia del Estado, con Danilo hay que negociar. Y habría que ver si Danilo está dispuesto a negociar con alguien que no cumplió con la palabra empeñada, con alguien que pretendió matarlo políticamente, aplastarlo como una cucaracha. Con la mayoría de senadores, diputados y síndicos del PLD, Danilo tiene una parte del poder del Estado y una parte importante del partido. Para todas las iniciativas del poder Ejecutivo habrá que hablar con Danilo. La Reforma Constitucional, por ejemplo, no será posible sin los senadores y diputados de la corriente danilista, a no ser que se los compren a todos, algo que nunca puede dudarse.
Si Danilo mantiene su grupo cohesionado, si mantiene ese liderazgo, puede seguir su camino, para lo cual no tiene que irse del PLD, que es su instrumento político por excelencia.
No puede dejarse chantajear ahora de las bocinas en los medios de comunicación. Si para alcanzar sus objetivos tiene que pactar coyunturalmente con cualquier grupo, si es saludable a sus intereses, que lo haga. Total, los reeleccionistas se unieron hasta con el Diablo para "vencerlo".
La unidad de todo el PLD no es posible. Hay heridas que dejan huellas imborrables. No me imagino a Danilo llamando a votar por la reelección. No me imagino a Danilo llamando a votar por el presidente Fernández. Tampoco me lo imagino negociando para que le den lo que gastó en la campaña, como han hecho otros. No me lo imagino reduciéndose a nada, como otros.
Ahora una pregunta a modo de reflexión. Si durante la campaña electoral para elegir a los senadores, diputados, síndicos y regidores el presidente Fernández gastó cinco mil millones de pesos del presupuesto nacional; si para enfrentar a su compañero de partido, amigo y casi hermano Danilo se gastó otros miles de millones de pesos, ¿cuántos miles de millones no estará dispuesto a invertir para enfrentar a Miguel Vargas y al PRD?
Pienso que una parte de la sociedad civil, los partidos de oposición más el grupo de Danilo, bien podrían presentar proyectos de leyes que acorten la campaña e impidan el uso de los recursos del Estado. Algo hay que hacer para evitar esta frenética campaña permanente, esta agitación política diaria. Hay que hacer algo para limitar las funciones del Presidente de la República. Si todos los partidos se unen en el Congreso, puede producirse una buena reforma constitucional.
El presidente Fernández no sometió el proyecto esperando que pasara la convención de su partido. Esperaba el 90 a 10. Pero se le peló el billete. Las condiciones no están dadas todavía para someterlo. Tiene que convencer a Danilo, algo muy difícil. De lo contrario, tratará de "convencer" a los senadores y diputados danilistas a papeletazos limpios, que es su método más convincente y el que le ha garantizado el éxito.