TAMPA, Estados Unidos, may (IPS) – La terrible situación de los niños y niñas con severos traumas emocionales en zonas de guerra permanece en gran parte desconocida, pese a los esfuerzos de entidades como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para llegar a ellos y a sus familias.
Esto contrasta drásticamente, por ejemplo, con la enorme cobertura que recibió en Estados Unidos y en el resto del mundo la masacre del 16 de abril en la Universidad de Virginia Tech, en la que un estudiante mató a 32 personas y luego se suicidó.
Amanda Melville, encargada de protección a la infancia en Unicef, explicó que es difícil calcular cuántos niños están en esa situación, "porque es muy subjetivo".
Melville, quien elaboró estudios de campo para Unicef durante los últimos seis años en lugares como Haití, Indonesia, Irán y Palestina, dijo a IPS que las "reacciones (de niños en zonas de guerra) pueden variar ampliamente. Desde el punto de vista psicológico, pueden ser retraídos, mientras que algunos son rebeldes. Algunos varones son forzados a convertirse en jefes de familia, porque el padre fue asesinado, y estos niños no tienen la madurez" necesaria para desempeñar ese rol.
Unicef señala que "los niños en conflictos armados también experimentan de modo rutinario acontecimientos emocional y psicológicamente dolorosos, como la muerte violenta de un progenitor o un pariente cercano, la separación de su familia, o como presenciar la matanza o tortura de seres queridos".
También han sido expuestos al "desplazamiento del hogar y de la comunidad, a combates, bombardeos y otras situaciones que amenazan la vida, a abusos como ser secuestrados, arrestados, recluidos, violados, torturados, a la alteración de las rutinas escolares y la vida comunitaria, a la indigencia y a un futuro incierto".
Sin embargo, los expertos dicen que apenas un pequeño porcentaje de estos niños busca vengarse por lo que han sufrido. El concepto de venganza es fomentado en la adultez, no en la infancia.
"Ellos perciben que la venganza es negativa. A través de la madurez y la exposición a la vida fuera del acontecimiento que procesaron, son capaces de elaborar maneras de enmarcar sus experiencias sin violencia o venganza", dijo Charles Figley, un psiquiatra que dirige el Psychological Stress Research Programme (Programa de Investigación sobre el Estrés) en la Universidad de Florida, en Tallahassee.
Uno de los informes presentados por Kofi Annan en los últimos días de su gestión como secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se refería a los niños en zonas de guerra.
Según ese estudio, entre 1996 y 2006, dos millones de niños fueron asesinados en conflictos y seis millones resultaron heridos. A consecuencia del informe, a fines de noviembre de 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso una prohibición al reclutamiento de niños como soldados.
Entre las enfermedades mentales que experimentan esos niños, son muy comunes la ansiedad y los flashes de recuerdos, dijo la psiquiatra estadounidense Teri Elliott, que trabajó con niños traumatizados en Bosnia-Herzegovina.
"Muchos de estos niños nacieron en zonas de guerra. Y si uno nació allí, se acostumbra. Cómo manejará un niño una experiencia de zona de guerra también depende de la forma en que lo hagan sus padres. Cuanto mejor lo manejen, mejor lo harán los hijos, y eso es aplicable en cualquier país", explicó.
Figley afirmó que las enfermedades mentales que más frecuentemente afectan a esos niños es el estrés post-traumático.
"Cosas como los colores brillantes o los ruidos fuertes pueden ser alarmantes para estos niños. Buena parte de cómo afronten estas experiencias depende de la edad de exposición, pero también de cómo miren el mundo" a partir de entonces, señaló a IPS.
Figley, veterano de la Guerra de Vietnam (1965-1975), observó que, "para algunos países, las enfermedades mentales constituyen una abstracción social".
"Lo que es importante es la concepción cultural. Por ejemplo, en aproximadamente una semana estaré en Kuwait. El modo como los kuwaitíes ven el mundo y también las enfermedades mentales es diferente a cómo se ve en Estados Unidos", indicó.
Afganistán e Iraq, los dos países afectados por la guerra que recibieron la mayor atención de la prensa mundial, no tienen estadísticas disponibles sobre cómo resultó afectada su población infantil.
"Y será duro, porque la primera prioridad de estas personas son los elementos básicos: alimentos, agua limpia, refugio. Analizar la salud mental de una persona en semejante entorno no está en un puesto elevado de sus listas de prioridades", señaló.
Por su parte, Melville explicó que "las clases de problemas para estos niños varían de un área a otra".
"En Palestina, donde yo trabajé, los niños están bajo mucha presión social para discutir estos asuntos. Así que nosotros (Unicef) creamos un programa mentor de equipo. Había grupos de discusión para debatir otras cosas aparte de la situación política. Ellos (los niños) querían discutir la violencia entre sus pares", contó.
La experta también destacó que la unidad de Unicef con la que trabaja alienta "la terapia del juego, luego la terapia de la conversación y, a veces, dependiendo de la edad del niño, la terapia de grupo".
Y aunque muchos ciudadanos de Estados Unidos pueden creer que los niños que se vuelven social o psicológicamente perturbados por crecer en medio de violencia extrema constituyen un problema lejano, hay evidencias de que tal fenómeno existe en Washington, según una psiquiatra que hizo trabajos de campo en la materia.
La doctora Rona Fields, profesora adjunta de psiquiatría en la Universidad Howard, en Washington, con décadas de experiencia en este tema, dijo a IPS que realizó investigaciones sobre niños que presenciaron horrendas matanzas en el distrito de Columbia. "Y algunos de estos casos tenían similitudes con niños de otros países que vieron lo que ocurre en la guerra", señaló.
"La pobreza y la violencia exacerban la situación con estos niños, y parte de lo que ellos ven cada día se asemeja a lo que vería una persona en una zona de guerra", dijo Fields.(FIN/2007)