BANGKOK, may (IPS) – El domingo 27 de mayo, la dictadura militar de Birmania prolongará, como todos los años desde 2003, la prisión domiciliaria de la líder prodemocrática y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
Este año, el coro de voces que exigen su libertad incluirá una nueva lista de pesos pesados de la escena política mundial. Ex presidentes y primeros ministros de todo el mundo figuran en esta lista, según información recibida por IPS.
Al menos 14 funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) definieron este mes el tono de una declaración que lanzarán desde Ginebra para exigir a la junta militar birmana la libertad de Aung San Suu Kyi.
Entre los firmantes figuran Paulo Sérgio Pinheiro, enviado de la ONU a Birmania para los derechos humanos, Hina Jilani, enviada del secretario general para la protección de activistas de derechos humanos, y Ambey Ligabo, enviado para libertad de expresión.
"Los expertos de la ONU en derechos humanos creen que el arresto y detención de varios líderes no es funcional a la estabilidad de Myanmar", señala la declaración. Myanmar es el nombre oficial del país, impuesto por la junta militar.
"El incansable compromiso (de Aung San Suu Kyi) con la no violencia, la verdad y los derechos humanos la convirtieron en un símbolo valioso mediante el cual puede ser reconocida la situación" del país.
Suu Kyi, de 61 años, pasó 11 de los últimos 19 como presa política. La fase actual de su detención comenzó a fines de mayo de 2003, luego que ella y sus seguidores políticos fueron atacados por policías y luego arrestados.
Observadores de Birmania no tienen razones para el optimismo en cuanto a que el régimen militar abandone su política de separar a Aung San Suu Kyi de la vista pública, a pesar de la presión internacional.
"Los militares no están mostrando ninguna señal de que ella vaya a ser liberada este mes. La mantienen detenida por lo que ella puede hacer y por lo que representa", dijo el analista birmano Aung Naing Oo, radicado en Tailandia.
Hay otra razón para la reticencia del régimen: el nombre de la activista está asociado con el 27 de mayo de otro año, 1990, fecha llena de simbolismo para el movimiento prodemocrático birmano.
Fue ese día que Aung San Suu Kyi condujo a su partido, la opositora Liga Nacional para la Democracia, a una aplastante victoria en las primeras elecciones parlamentarias que se realizaban desde hacía en 28 años.
Su partido obtuvo 81 por ciento de los 485 escaños de la Asamblea Constituyente, mientras que el dictatorial Partido de Unidad Nacional, ganó apenas dos por ciento.
Pero la junta –que en 1988 sofocó un levantamiento prodemático en las calles de Rangún, matando a tiros a miles de estudiantes– se negó a reconocer los resultados de esas elecciones.
Parlamentarios entonces recién electos por la Liga Nacional para la Democracia y activistas estudiantiles fueron arrestados y encerrados en la infame prisión de Insien, en Rangún. Suu Kyi también fue apresada. Ése fue su primer periodo como presa política.
"El régimen se hizo a sí mismo un mal al darle un nuevo significado al 27 de mayo a través de la detención de Suu Kyi", dijo Debbie Stothard, de la organización regional de derechos humanos Red Alternativa de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático sobre Birmania.
"Esta fecha está ahora cargado de simbolismo. Liberarla ese día será visto como un doble triunfo sobre el régimen", auguró.
A eso se debe agregar la vulnerabilidad que sumó la junta militar en el último año, explicó Stothard. "La moral está bajando a causa de los problemas dentro del ejército", dijo.
El desencanto de ciertos sectores del ejército fue confirmada en un informe difundido el mes pasado por la revista estadounidense Jane's Defence Weekly, especializada en cuestiones militares mundiales.
Entre junio y septiembre pasados, 9.497 soldados fueron cesados, señaló la publicación en un informe titulado "Documento del ejército de Myanmar pone de relieve baja moral".
Los contingentes de algunos batallones se redujeron 20 por ciento, agregó Jane's Defence Weekly.
En febrero surgieron más grietas internas. La junta obligó entonces a retirarse a 800 oficiales de rango bajo y medio, llevando a 1.350 el número de oficiales de ese nivel en esa situación desde 2007.
La política de Birmania está dominada por el ejército desde el golpe de Estado en 1962. Los generales se han negado a compartir el poder con civiles. El ejército cuenta hoy con más de 400.000 efectivos.
Este país destina cerca de 20 por ciento de su producto interno bruto, 2.800 millones de dólares, al gasto militar. A pesar de su pobreza, Birmania figura entre las 15 naciones con mayor presupuesto de defensa, según el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz, con sede en Estocolmo.
La inflación, el mal manejo de la economía, el desencanto generalizado de la ciudadanía y la incesante y creciente condena internacional se fueron acumulando como piedras que aumentan la incómoda posición del régimen desde el pasado 27 de mayo.
El entorno llevó al general Than Shwe, el hombre fuerte de la junta, a mantenerse aun más vigilante.
"Liberar a Aung San Suu Kyi ahora solamente expondrá a los generales a problemas que no estaban allí el año pasado", dijo a IPS Win Min, investigador de Birmania en la tailandesa Universidad Chiang Mai.
"Esto se prolongará. Los militares no tienen un plan de salida", aseguró. (FIN/2007)