Lo más vergonzoso del último escándalo desatado por la Càmara de Cuentas, no es el abusivo aumento de sueldo, sino el desenmascaramiento de su presidente, Andrés Terrero, por parte de sus propios compañeros, que aseguran que aquel dirigió la reunión en donde se tomó la medida y votó para su aprobación.
No olviden que ese señor había declarado que estaba fuera del país como queriendo decir que la medida fue tomada en su ausencia y que era ajeno de lo que estaba pasando. Incluso, había dicho que se oponía al aumento y que el dinero depositado en su cuenta por ese concepto, no lo estaba utilizando.
Los otros ocho jueces, con la relativa excepciòn de Juan Adalbetto Lora Ruiz, en una suerte de “émulo” bochornoso de lo que recientemente pasó en la Junta Central Electoral, no sólo le enmiendan la plana a Terrero, desautorizàndolo pùblicamente y haciéndolo partícipe de ese robo salarial, sino que defienden su legalidad.
¿Saben a cuántos se aumentaron los sueldos esos señores?
No fue a casi medio millón de pesos como se ha dicho, fue a mucho más de ahí. El aumento ascendió a la friolera de RD$ 601, 904.00, vale decir RD$102 mil pesos más del medio millón.
Ganaban un sueldo de lujo de RD$ 261,088.28, y aún así se lo multiplicaron.
Imagínense, en un país que se pasó dos meses para aumentarles apenas 500 pesos a los trabajadores que reciben entre 4 mil y siete mil pesitos de salario mínimo, ¿a qué conclusión se puede llegar? ¿Qué puede pensar la gente?
¡Cuánta desfachatez! ¿Cuánta podredumbre!
Y lo irónico del caso es que son esos señores de levita y de faldones para ocultar sus colas, los que tienen como misión fiscalizar y pedir cuentas a las demás instituciones.
Por situaciones como esa es que hay en el país tanta desmoralización, tanta criminalidad y tanto desorden.
La gente ve como se expande el lavado de dinero, la corrupción pública y fraudes bancarios como el de Baninter, y no pasa nada.
La gente observa con impotencia cómo los principales ladrones y defraudadores pertenecen a las clases ricas y tradicionales.
A regañadientes tiene que aceptar además cómo a la sombra de los partidos políticos se han desarrollado claques de tecnócratas y mafias de compinches que tras venderse como personas muy honorables a veces como odiosos bufones, logran ocupar puestos importantes, para luego, como lo que realmente son, mostrar sus ínfulas y sus garras de cuervos, vampiros y rufianes.
Lo que ocurre hoy en la Càmara de Cuentas es el mejor ejemplo, con unos jueces, que recurren sobre sus burlas y desproporciones, y con un presidente que ni siquiera se inmuta cuando se le desenmascara.
Habrá que esperar que la respetable voz del Presidente del Senado, Reynaldo Pared Pérez, (una de nuestras pocas reservas morales), y la actuación de los demás miembros de ese hemiciclo, se impongan y corrijan ese abuso, ese desorden.
Lo menos que merecen esos señores es que se les cancele, ya que entre ellos y los rufianes que hoy imponen el caos, el atropello y el chantaje en el transporte pùblico, sólo hay de diferencia el escenario y tal vez el traje.
Si seguimos así, si no se le pone un corte de raíz a esa situación, no nos quejemos después, cuando el nuestro se haga un país ingobernable.