La ruidosa salida del ahora ex titular del Banco Mundial, la guerra en Irak y el escándalo que protagoniza el fiscal general, Alberto Gonzales, confirma que los tiempos son cada vez más duros para el presidente norteamericano, sus amigos y sus aliados.
El anuncio este jueves de la renuncia de Paul Wolfowitz a la presidencia del Banco Mundial (BM) es la última mala noticia de una lista cada vez más numerosa de malas nuevas para el presidente estadounidense George W. Bush en sus últimos dos años de gobierno.
Wolfowitz, uno de los principales artífices de la estrategia que llevó a la guerra en Irak, dejó de integrar el gobierno estadounidense en 2005, cuando empezó el segundo mandato de Bush.
El ex número dos del Pentágono, que este jueves anunció que dejará su cargo al frente del organismo el próximo 30 de junio, cuando cierra el año fiscal, renunció en medio de un escándalo de nepotismo acusado de promover a su compañera sentimental Shaha Riza, empleada del Banco, y transferirla al Departamento de Estado sin dejar de percibir el salario de la institución.
Pese a que había dejado el gobierno, Wolfowitz debía su puesto a la administración Bush. La Casa Blanca lo apoyó hasta el final, con un respaldo que pareció atenuarse a medida que su suerte se hacía más incierta.
Pocas horas antes de una reunión decisiva del directorio del BM, el vocero de la Casa Blanca, Tony Snow, evocaba en términos ambiguos la necesidad de pensar en los "mejores intereses de la institución".
La renuncia de Wolfowitz confirma que los tiempos son duros para Bush, sus amigos y sus aliados.
Analistas destacan no obstante que Bush tiene otros problemas en mente.
"Esta es una de sus preocupaciones menores, Irak es su mayor preocupación y pondría incluso al fiscal general (Alberto) Gonzales más como un problema que Wolfowitz", dijo el experto Larry Sabato, en alusión al escándalo que protagoniza Gonzales por la destitución de varios fiscales federales.
Irak es una presión permanente para Bush en momentos en que el país amenaza con sumirse en el caos.
La guerra costó a los republicanos su mayoría en el Congreso en las elecciones legislativas de noviembre y sus dos últimos años de Presidencia serán para Bush de difícil convivencia con la oposición demócrata, que trata de imponerle una retirada de Irak, cuando se aproxima además un año electoral.
La derrota en noviembre le costó el cargo al secretario de Defensa, Donald Rumsmfeld, a quien Bush respaldó durante meses, como lo hace con cada uno de los "bushies" (en español, pequeños Bush, sus leales ayudantes) en problemas.
Incluso varios republicanos se vuelven contra el mandatario, preocupados por las posibilidades de los suyos en los comicios presidenciales y en las parlamentarias de 2008.
Los demócratas aprovechan cada oportunidad de cuestionar la autoridad de Bush, tanto en el plano interno como en el económico, e incluso en el panorama internacional.
Actualmente tratan de obtener la cabeza de Gonzales, el hispano colocado más alto en el gobierno de Bush, acusado de haber promovido la expulsión de altos magistrados por razones puramente políticas.
Los problemas se multiplican y Bush no logra superar el 35% de opiniones favorables en los sondeos de popularidad, cayendo incluso a 28% en una encuesta de la revista Newsweek.
"Creo que es una vergüenza para el presidente, en el sentido de que Wolfowitz estaba tan próximamente asociado a él. Y aquí hay otro colaborador de Bush de alto rango en graves problemas", añadió Sabato.
El experto en política Eric Davis considera que la "Casa Bush" se derrumba poco a poco.
"El tema es la credibilidad", señalaba recientemente en un editorial el influyente periódico The Washington Post.
"¿Hay que creerle a estos tres fieles de Bush (Wolfowitz, Gonzales y el cercano asesor Karl Rove) cuando nos dicen que la lluvia cae hacia abajo y no hacia arriba, o es mejor mirar por la ventana para confirmarlo?", ironizaba el columnista Eugene Robinson en el diario.
Davis está de acuerdo y ve en la caída de Wolfowitz "una indicación más de la pérdida de influencia de los neoconservadores": luego de Wolfowitz, Rumsfeld, y John Bolton (ex representante de Estados Unidos en la ONU); "entre los principales artífices de la guerra en Irak, (el vicepresidente) Dick Cheney es el único que todavía está en su cargo", destaca.