WASHINGTON, 17 may (IPS) – Paul Wolfowitz será el primer presidente del Banco Mundial obligado a renunciar en la historia de la institución. Su partida, que responde a acusaciones de nepotismo y favoritismo en su contra, se hará efectiva el 30 de junio.
"La Junta de Directores Ejecutivos toma conocimiento de la decisión del señor Wolfowitz de renunciar a la presidencia del Grupo del Banco Mundial, que se hará efectiva al finalizar el año fiscal" en esa fecha, anunció ese órgano en un comunicado este jueves.
Los 24 directores le concedieron a Wolfowitz la salida elegante que el ex subsecretario (viceministro) de Defensa de Estados Unidos estaba buscando, pues aceptaron que él no fue el único funcionario en falta en esta controversia.
La Junta indicó que el escándalo –iniciado hace siete semanas cuando se supo públicamente que Wolfowitz había concedido a su novia, Shaha Riza, un generoso ascenso y aumento de salarios en el Banco– demostraba las reformas urgentes que requiere el sistema de gobernanza de la institución.
A pesar de su inicial pedido público de disculpas, Wolfowitz sostuvo luego que el Comité de Ética del Banco, que debió haber aprobado el acuerdo con Riza, se equivocó al formular instrucciones poco claras.
"Una conclusión que sacamos de esto es la necesidad de revisar el marco de gobernanza del Grupo del Banco Mundial, incluido el rol, los procedimientos y otros aspectos del Comité de Ética", indicó la Junta en su comunicado.
"Es claro (…) que se cometieron varios errores por varios individuos al manejar el asunto en consideración, y que el sistema del Banco no mostró robustez para la tensión a la que fueron sometidos", agregó el cuerpo, encargado de la administración cotidiana de la institución multilateral.
Los directores informaron que continuarían considerando los detalles del periodo que resta hasta la salida del presidente, así como cuestiones de gobernanza. También anunciaron que el proceso de designación de un nuevo conductor del Banco comenzará de inmediato.
En la declaración que emitió sobre su renuncia, Wolfowitz, el estadounidense de 63 años que se encaramó en la cúspide del Banco Mundial en junio de 2005, se manifestó complacido de que los directores consintieran, en su comunicado, que él había "actuado éticamente y de buena fe".
También coincidió con la Junta en llamar a la reforma de la institución. "Las dificultades de las últimas semanas pueden fortalecer al Banco, al identificar algunas de las áreas de gobernanza y de recursos humanos que requieren de reformas", agregó, en una extensa declaración.
La controversia comenzó cuando un funcionario anónimo del Banco filtró a través del sitio web del no gubernamental Government Accountability Project (GAP) documentos sobre el modo en que Wolfowitz se las ingenió para que su novia y otros funcionarios del Banco se beneficiaran con enormes salarios y partidas especiales de dinero.
Según la acusación, Wolfowitz pudo haber violado normas de la institución al dar a Riza, aumentos de sueldo y compensaciones inusualmente generosas por su pasaje en "misión externa" al Departamento de Estado (cancillería) estadounidense.
La transferencia fue resuelta en 2005, cuando Wolfowitz accedió a la presidencia, porque dos funcionarios del Banco Mundial no pueden trabajar dentro del mismo "cono de autoridad", de acuerdo con los reglamentos de la institución.
Pero el pasaje de Riza al Departamento de Estado fue parte de un exorbitante paquete de compensaciones que excedió los protocolos de la institución.
Un elemento adicional de la controversia fue que el presidente del Banco, más conocido por su papel como ideólogo de la invasión estadounidense a Iraq en su carácter de subsecretaría (viceministro) de Defensa de Estados Unidos, trató de priorizar en su gestión una campaña contra la corrupción en los países pobres.
Las acusaciones de nepotismo, en realidad, fueron la gota que colmó el vaso. Antes había una larga lista de quejas acerca del estilo de conducción de Wolfowitz.
Al conocerse las denuncias, se desató una revuelta del personal de la institución, cuyo sindicato, por primera vez en seis décadas, pidió la renuncia de un presidente.
Pero Wolfowitz se limitó durante siete semanas a admitir que había cometido "un error", y trató por varios medios de encubrir su participación en las decisiones que hicieron a Riza merecedora de un salario de 193.590 dólares anuales, pagados por el Banco aunque trabajaba para el gobierno estadounidense.
Tras la llegada de Wolfowitz a la presidencia del Banco, Riza fue removida de su cargo en la Oficina para Medio Oriente y África del Norte y derivada al Departamento de Estado.
El GAP explicó que la funcionaria recibió primero un aumento de 47.300 dólares en su salario (35,5 por ciento), al que siguió otro el año pasado de 13.590 dólares (7,5 por ciento).
La organización no gubernamental ironizó entonces que la novia de Wolfowitz recibía una remuneración "7.000 dólares mayor" que la de su jefa, la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice.
Pero los funcionarios del Banco también se malquistaron con su presidente por la incorporación al personal de sus colaboradores Kevin Kellems y Robin Cleveland, dos ex funcionarios del gobierno estadounidense sin experiencia en desarrollo cuestionados por su estilo agresivo y sus altos salarios, que, según diversas versiones, ascienden a unos 250.000 dólares anuales por cada uno. Kellems renunció la semana pasada.
Además del sindicato del Banco, altos funcionarios y gerentes de la institución, así como representantes de gobiernos de todo el mundo y ex ministros reclamaron la renuncia de Wolfowitz.
El propio Equipo de Control de Corrupción y Gobernabilidad (GAC) del Banco Mundial había advertido, en una carta al presidente de la institución, que "esta crisis pone a prueba el propio compromiso del Grupo con los principios de gobernanza corporativa responsable".
El GAC reiteró la dificultad de predicar la transparencia y la gobernanza cuando el propio Banco está aquejado por sus propias carencias.
La Junta de Directores del Banco Mundial, que integra a 24 representantes de países o grupos de países, adoptó por unanimidad en 2005 la estrategia de lucha contra la corrupción propuesta por Wolfowitz, que implica acciones de las naciones deudoras como condición para acceder al crédito.
El Banco, que el año pasado prestó más de 23.000 millones de dólares, elaboró una serie de "estrategias de asistencia" a países específicos, acuerdos que obligan a las naciones acreedoras a llevar adelante determinadas políticas a cambio de un préstamo.
Críticos de la gestión del Banco Mundial sostienen desde hace tiempo que, a pesar de su intención declarada de combatir la pobreza, la institución ha servido de herramienta de promoción para la política económica y exterior de Estados Unidos y Europa.
Este último escándalo reforzó esa visión de los hechos.
"No había manera de que Wolfowitz continuara como presidente del Banco Mundial. Él y sus asociados fueron atrapados en reiteradas ocasiones engañando al personal del Banco y a la prensa. Su credibilidad estaba acabada", dijo Dylan Blaylock, de GAP.
El anuncio de la renuncia fue propicio para nuevos llamados a atender el "problema real" del Banco: su estructura de toma de decisiones.
"El escándalo en torno de Paul Wolfowitz expuso los problemas del modo en que el Banco es dirigido", dijo Bruce Jenkins, del Centro de Información del Banco, una organización independiente con sede en Washington. "Su renuncia es un paso en la dirección correcta."
"Pero debemos preguntarnos, ¿cómo un alto funcionario del Pentágono a cargo de orquestar una guerra desastrosa se convirtió en el líder de la principal institución de promoción del desarrollo de todo el mundo? ¿Por qué la Junta de Directores no controló adecuadamente las acciones de su jefe ejecutivo?", agregó Jenkins.
Al crearse el Banco Mundial en 1944, al impulso de los países que triunfarían el año próximo en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se alcanzó un acuerdo informal según el cual Estados Unidos designaría al presidente de esta institución, mientras Europa se encargaría de elegir al del Fondo Monetario Internacional (FMI).
"En estos 63 años, la selección se basó sobre el mérito", dijo Jo Marie Griesgraber, directora ejecutiva de la Coalición por Nuevas Reglas para las Finanzas Mundiales.
"El escándalo de Wolfowitz no es más que la consecuencia natural del estilo del 'club de los viejos muchachos' con que se condujo el Banco y el FMI. Ésta es una oportunidad para acabar con el comportamiento antidemocrático de las grandes democracias mundiales", concluyó.(FIN/2007).