El acuerdo de reforma migratoria a que llegó un grupo de senadores de los partidos demócrata y republicano, contando con el aval del presidente George W. Bush, es una burla a los millones de personas que marcharon durante la primavera pasada y/o que votaron en las elecciones del 7 de noviembre mayormente a favor de los demócratas. Estos últimos, con su conducta traicionan la confianza del electorado Latino que en ellos creyó. Por demás, esta propuesta desconoce el sentimiento de la mayoría ciudadana que en un porcentaje superior al 70% se ha expresado, en diversos estudios de opinión, a favor de legalizar a los indocumentados
Enfatizando el factor punitivo, la nueva propuesta prioriza los asuntos de seguridad fronteriza, el pago de multa e impuestos, requisitos educativos y un largo tiempo de espera (de 8 a 13 años) para optar por la residencia permanente. Negando una positiva tradición que ha caracterizado a la sociedad estadounidense en el ámbito familiar, la actual propuesta divide aun más las familias al reducir el concepto de familiar inmediato.
Al trauma económico y emocional que trae consigo el proceso de profundizar la división familiar, en la nueva propuesta subyace un componente clasista al aplicar un “sistema de puntos” que les dará prioridad a los inmigrantes con un elevado nivel educativo. La enorme mayoría de los inmigrantes Latinos provenimos de familias pobres, de zonas rurales y socialmente desventajadas en nuestros países originarios, condiciones estas que al vincularse al nuevo sistema que se pretende implantar hará prácticamente imposible la emigración legal a Estados Unidos para millones de nuestros padres y hermanos.
Este cambio en la inmigración familiar que se trata de incorporar nos recuerda la drástica modificación que se produjo en el concepto de “Open Admition” en las universidades públicas del país. Cuando la composición racial y nacional comenzó a cambiar en las universidades, el concepto de “Open Admition” cambio en sentido negativo, obstaculizando, mediante diversos procedimientos, el acceso a las universidades miles de muchachos de las minorías.
Analogando esta situación a la emigración, cuando la sociedad estadounidense requería de nuestra mano de obra para llenar las demandas que impuso el boom de la industria textil en la región Este o la industria agrícola en el Oeste, que coincidió con la guerra en Vietnam, se facilitó el proceso migratorio latinoamericano. Predominando hoy la economía de servicio y un uso intenso y masivo de la tecnología de punta, nuestros trabajadores resultan un estorbo y hay que darle paso a las personas de altas calificaciones educativas para ocupar las demandas del mercado laboral.
Por lo que se sabe de la propuesta bipartidista hecha, ya algunos sectores pro-inmigrantes llegan a considerar que el cambio, de producirse, será para lo peor. En otra palabra, la medicina puede resultar peor que la enfermedad que registra el sistema inmigratorio de los Estados Unidos.
La nueva situación creada en el ámbito migratorio enseña cuan de perversa es la conducta de la clase política hacia los trabajadores, particularmente los inmigrantes. Sin importar el color del partido de que se trate, su uso sobre las necesidades de las comunidades inmigrantes está condicionado a sus intereses partidarios. Mas que hacer justicia, este tipo de políticos cuanto busca es ganancia electoral.
Simulando defender los intereses de las comunidades inmigrantes, los demócratas buscan rescatar el voto Latino que en un porcentaje cercano al 40% se fue con los republicanos en las presidenciales pasadas. Al mismo tiempo, pero en termino mucho mas concreto y visible, al asumir componentes básicos de la visión que criminaliza la emigración del Sur del Continente, los demócratas votan por la construcción del Muro en la frontera con México, por su militarización y por un aumento en el gasto económico para la compra y uso de la mas desarrollada tecnología para su vigilancia.
Teniendo en el centro de su tablero político las presidenciales del 2008, con su conducta el partido demócrata se proyecta hacia una franja de la sociedad tan duro como los republicanos mas extremos, al tiempo que un tanto compasivo hacia otro sector ciudadano. Al estar con Dios y con el Diablo, buscan votos en todo el espectro político estadounidense.
Por su parte, los republicanos al estar conscientes que su agenda y posiciones predominan aun en el debate migratorio, usan el actual momento para reforzar su visión conservadora también en otras áreas, ejemplo seguridad interna, política exterior, sistema judicial, derechos civiles y laborales. La propia concepción que sobre la nacionalidad y ciudadanía ha predominado en este país, también esta siendo sometida a debate para reducir su alcance y la posibilidad de adquirirla.
Si algo demuestra el actual curso que toma esta problemática, es la necesidad de que el movimiento pro-inmigrantes de un paso adelante en su unidad y mantenga la presión en su más amplia expresión. Sea carta, piquete, marcha, llamada telefónica, etc., todo es valido para lograr una reforma migratoria justa y que haga posible la legalización, sin mayores obstáculos, para los más de 12 millones de personas indocumentadas, 4 millones de los cuales son menores de edad.
18 de mayo del 2007