BEIRUT, 24 may (IPS) – Organizaciones palestinas y agencias internacionales no saben cómo asistir a los 30.000 refugiados del campamento de Nahr el-Bared, en el norte de Líbano, atrapadas hace tres días en combates entre el ejército libanés y el grupo islamista Fatah al-Islam.
Ashraf Abu-Khorj, residente en el campamento, habló con IPS en medio del bombardeo, en el segundo día de combates. Dijo que la situación era cada vez más terrible, y que, al igual que sus vecinos, cree que nadie actúa para poner fin a la situación de modo pacífico.
"No hay agua. El suministro de alimentos disminuye. Nadie puede abandonar el campamento. No esperábamos que pasara esto. No estamos preparados. Un vecino nuestro fue asesinado y todavía está en su habitación. Su casa empieza a impregnarse de olor", agregó.
"El campamento es de un kilómetro cuadrado. Con 35.000 personas viviendo en un lugar tan pequeño mientras sus hogares son bombardeados, la situación es muy mala", continuó.
En los últimos tres días, la artillería y los tanques del ejército libanés atacaron el campamento sin cesar.
Dada la densidad de la población del lugar, organizaciones de derechos humanos le suplican al gobierno libanés que procure medios pacíficos para tratar con Fatah al-Islam.
El jefe de la oficina de la cadena de televisión qatarí Al Jazeera en Beirut, Ghassan Ben-Jedo, dijo el martes que el gobierno libanés y las principales organizaciones políticas palestinas que operan en los campamentos de refugiados en Líbano estaban unidas en su oposición a Fatah al-Islam.
El combate se desencadenó el domingo en la septentrional ciudad costera de Trípoli, cuando las Fuerzas Libanesas de Seguridad Interna allanaron una casa donde creían que se escondían sospechosos del robo a un banco, cometido el sábado en el cercano pueblo de Amyoun.
Fuentes en Trípoli dijeron que el tiroteo escaló rápidamente hasta convertirse en luchas callejeras masivas entre las Fuerzas de Seguridad y los hombres armados que, según insistentes versiones, son miembros de Fatah al-Islam.
El ejército libanés fue llamado luego que miembros del grupo atacaron instalaciones militares en las afueras del campamento de refugiados de Naher al-Bared, 16 kilómetros al norte de Trípoli.
El ejército libanés controla la mayoría de las posiciones alrededor del campamento, pero eso tuvo su precio. Fuentes oficiales calculan que, hasta ahora, al menos 30 personas de las Fuerzas de Seguridad resultaron muertas en los enfrentamientos.
Aunque no hay números claros, también murieron por lo menos 15 miembros de Fatah al-Islam. Circulan algunos informes según los cuales algunos de los asesinados eran combatientes libaneses sunitas y extranjeros, posiblemente afganos o sauditas.
Fatah al-Islam bloqueó entregas de asistencia y agua a los habitantes de Nahr al-Bared. El martes, un convoy de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) fue atacado al ingresar al campamento, aunque no está claro quién fue el responsable de la agresión.
Pocas organizaciones de asistencia están dispuestas a ingresar al campamento para entregar suministros médicos y alimentarios si no se les garantiza un pasaje seguro, lo cual empeora las condiciones de vida ya terribles de los residentes en Nahr al-Bared.
Mientras, palestinos en otros campamentos de refugiados comenzaron a quemar neumáticos de automóviles en la tarde del martes, para protestar por las tácticas del ejército libanés para hacer frente a Fatah al-Islam.
"Si no detienen los bombardeos al azar en el campamento de refugiados de Nahr al-Bared habrá levantamientos en todos los campamentos de Líbano", dijo Sultan Abul Ainain desde el campamento palestino de Al-Beddawi, cerca de Trípoli.
"Ningún palestino o facción palestina en Líbano aceptará ver al pueblo palestino masacrado en un castigo colectivo, como está ocurriendo en Nahr al-Bared", sostuvo.
El Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que por lo menos 32 personas fallecieron en el área de Trípoli desde que comenzaron los enfrentamientos. No hay números claros sobre la cantidad de palestinos muertos en el propio campamento.
Un breve cese del fuego en la tarde del lunes permitió que la Sociedad de la Medialuna Roja palestina evacuara a 17 heridos del campamento. Otros 10 fueron evacuados el martes, y en la noche de ese día unos 2.000 habitantes salieron del campamento durante una pausa en los bombardeos.
Pero es limitada la información desde dentro de Nahr al-Bared, pues sus habitantes están atrapados dentro de sus hogares y alrededor de las mezquitas por temor a ser alcanzados por la artillería del ejército libanés o los francotiradores de Fatah al-Islam.
En los últimos tres días, líderes religiosos palestinos enviaron reiterados llamados al ejército libanés para detener el bombardeo del campamento a fin de evitar más víctimas civiles.
Entrevistado por Al-Jazeera en medio de los intensos bombardeos del martes de mañana, el jeque Lababidi, un líder religioso sunita palestino, hizo un llamado en nombre de los residentes del campamento.
"Todos nos manifestamos contra los ataques al ejército libanés. Pero ¿quién le dice 'no' a los ataques del ejército? ¿Acaso la gente de los campamentos son mosquitos? Los palestinos se manifestaron contra Fatah al-Islam. ¿Por qué son masacrados?", preguntó.
"Dejemos que hable la sensatez. Hay mil maneras de frenar a Fatah al-Islam. Y ésta no es una de ellas", aseguró Lababidi.
Sumándose a la violencia, dos bombas cayeron en distritos musulmanes sunitas y cristianos de Beirut el domingo y el lunes.
El portavoz de Fatah al-Islam, Abu Salim, negó la responsabilidad del grupo en los bombardeos, desmintiendo los comunicados remitidos a agencias de noticias enviados por desconocidos que aseguraban representar al grupo.
Pero Fatah al-Islam emitió declaraciones según los cuales ampliará el conflicto a áreas fuera de Trípolo si el gobierno libanés no detiene los ataques contra los campamentos.
Antes que comenzaran los enfrentamientos, el gobierno del primer ministro Fouad Siniora, respaldado por Estados Unidos, ya estaba sumido en una crisis política.
La oposición, encabezada por el partido chiita Hezbolá, inició manifestaciones en diciembre, reclamando la renuncia de Siniora y de su gabinete luego de la desastrosa guerra de julio y agosto pasados con Israel, que destruyó la infraestructura del país y acabó con la vida de 1.200 libaneses.
El gobierno de Bush defendió las acciones del gobierno de Siniora en combatir a la organización sunita en el norte en operaciones a las que calificó de "legítimas", y que la Casa Blanca creía firmemente en la democracia de Líbano.
Altos funcionarios libaneses pidieron a Estados Unidos 280 millones de dólares en asistencia militar para frenar las operaciones al estilo Al-Qaeda en Líbano.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Sean McCormack, dijo en conferencia de prensa que su país consideraba enviar ayuda militar al gobierno libanés si continuaban los combates.
Fuentes militares dijeron que en 2006 Estados Unidos envió a Líbano unos 40 millones de dólares en asistencia militar.
Mientras, residentes como Ashraf Abu Khorj llaman frenéticamente a las agencias internacionales de asistencia y a gobiernos involucrados a ayudar a mediar un fin a los enfrentamientos. (FIN/IPS/traen-js-mj/ja/ss/mm pi pr hd ip/07) (FIN/2007)