Nadie ignora que los dos grandes partidos que hoy por hoy comparten la preferencia del pueblo dominicano, son el Revolucionario Dominicano (PRD), y el gobernante de la Liberación Dominica- na (PLD), y que ambos serán los grandes contrincantes en las elecciones generales programadas para mayo del año que viene.
Nadie, ni siquiera su Eminencia Reverendisima, el Cardenal, ni los sectores empresariales, ni la mal llamada clase independiente, ni nadie en sentido general, se podrá oponer en el camino que se han trazado esos dos partidos, y sus candidatos, uno en el ejercicio del poder, con intenciones ya conocidas de utilizarlo nuevamente en su beneficio, y el otroi dispuesto a dar la pelea, en cualqui-er frente, con un respaldo total de las bases de su partido, y con uno que otro desfasado, que necesariamente se quedrá o se quedarán solos mientras se libra la lucha por el poder.Los Reformistas, sacados del favor de las mayorias, divididos, empequeñecidos, y duramente socaba-dos por el poder, y por dirigentes de mucha fuerza ahora en la acera del frente, no podrán ser parte del proceso de lucha por el poder a menos que no busquen una alianza que necesariame-nte tiene que ser con el PRD por un elemental principio político. Lo que se diga ahora, o en el futuro inmediato no pasa de ser conjeturas y análisis que pueden ser certeros, o chocar con la realidad de una batalla sin tregua por el poder, entre dos partidos hijos de un mismo padre, pero separados desde hace tiempo, aunque bien plantados en las preferencias de la mayorias naciona les.