A lo mejor la Cámara de Cuentas ilustre bien el nivel de desvergüenza que ha alcanzado la sociedad dominicana. Hasta dónde se convierten en puras palabrerías las expresiones de ciertos sectores de que se requiere adecentar a la sociedad dominicana.
En el caso de la Cámara de Cuentas se habla hasta de perdón, solicitud que encierra que los nueves jueces del organismo si han incurrido en errores morales y ética graves.
Resulta que un sector del gobierno, el director del Depreco, Octavio Lister, apoyado por el Consultor Jurídico, Cesar Pina Toribio, han abogado por un perdón que los nueve magistrados de la Cámara de Cuentas no han solicitado.
Por suerte que el buen tino del doctor José Joaquín Bidó Medina, salvó que se pensara que todo el gobierno cree lo mismo, cuando abogó por sanciones para los magistrados del organismo.
No esperemos ya que por mutuo propios los miembros de la Cámara de Cuentas van a renunciar. Y no lo harán porque ellos han defendido su decisión de aumentarse los ingresos hasta casi medio millón de pesos. Y se recuerda que cuando anunciaron la revocatoria de la misma la defendieron, dijeron que era legal y que lo hacían porque la opinión pública no lo había visto bien.
Han pasado semanas de cuestionamientos, de reclamos de que renuncien y no se ha escuchado de las voces de uno de ellos un gesto de perdón. Entonces, por qué el afán de darles a otros lo que no se ha pedido.
La lógica que se está manejando es la misma que mantiene en la impunidad a decenas de casos en el país. Siempre aparece alguien que asegura el perdón de quien ha cometido el desliz, sin que ni siquiera por castigo reciba el presentarse ante la sociedad a pedir que se le perdone.
Los miembros de la Cámara de Cuentas debieron renunciar hace rato. Y si no lo han hecho es porque les importa seguir llenando de vergüenza a una sociedad que no aguanta un derroche más de vagabundearía en la administración publica. A ellos, es obvio, les importa poco lo que se piense ahora y después de sus personas.
Este diario reclamó desde un principio, en un de sus editoriales, la renuncia del pleno de la Cámara de Cuentas, y no esta demás reiterarlo.