La musicoterapia se conoce desde la antigüedad, pero es a partir del 1940 cuando comienza a emplearse como una rama de la medicina recuperativa. Mediante sus efectos fisiológicos, afectivos y mentales se favorece el aspecto piscofísico de las personas, al motivar el desarrollo de la autoestima y provocar en ellas sentimientos de autorrealización, autoconfianza, autosatisfacción y seguridad.
FORMA EN QUE FUNCIONA
La música y sus componentes fundamentales (estructuras rítmicas, escalas, tonos, etc.), producen patrones de actividad eléctrica cerebral coherentes, lo que se traduce en una mayor eficacia a nivel del funcionamiento del cerebro, no sólo como rector de los procesos cognitivos sino también como regulador de las funciones vegetativas del organismo.
Todos reconocemos cuándo una canción nos parece "alegre" o "triste" y solemos asociar nuestro estado de ánimo con diferentes tipos de melodías. La musicoterapia recurre a ellas para curar o reducir diversos problemas de salud.
No hay dudas de que la música tiene una serie de efectos fisiológicos: influye sobre el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales. Los ritmos cardiacos se aceleran o se vuelven más lentos de forma tal que se sincronizan con los ritmos musicales.
La terapia musical sostiene que lo que uno escucha puede afectar la salud positiva o negativamente y que el sonido puede ser un gran sanador. Por eso, los especialistas de la musicoterapia lo utilizan para tratar una amplia variedad de problemas médicos, que van desde la enfermedad de Alzheimer, mejorar la memoria, reducir el estrés y combatir dolores.
SU APLICACIÓN
En la actualidad esta disciplina se usa para curar desequilibrios nerviosos, porque la música incide positivamente sobre el corazón y pulmones, alcoholismo, drogas y como prevención de suicidios; aunque todavía es necesario profundizar más en el tema.
Según E. Thayer Gaston, ex-director del departamento de terapia musical de la Universidad de Kansas, la mejor música para propósitos terapéuticos es la que provee variaciones sobre un tema familiar.
El esquema fundamental de trabajo de la musicoterapia incluye tres aspectos: la interacción positiva del paciente con otros seres, la autoestima y el empleo del ritmo como elemento generador de energía y orden.
Uno de los usos cotidianos más simples y difundidos de la musicoterapia es la regulación del estado de ánimo. Utilizamos trozos musicales para alegrarnos en la depresión o para calmarnos en medio de estados de excitación producidos por la rabia, el estrés o el temor.
También podemos utilizar piezas musicales para mejorar el aprendizaje, ejercicios rítmicos para optimizar la coordinación y la resistencia física. La música, bien empleada, puede facilitar el contacto con bloqueos emocionales concretos y producir la catarsis necesaria para la resolución del conflicto.
Dentro del espectro de la sintergética y las terapias vibracionales, puede ser fundamental el uso del sonido puro o de acordes armónicos o inarmónicos para la movilización de energías particulares con efectos orgánicos concretos.
A nivel de estimulación psicomotriz temprana y dentro de los programas educativos regulares y especiales, se utiliza ampliamente la musicoterapia como facilitadora del aprendizaje e inductora de la coordinación.
DIFERENTES ESCUELAS
Existen muchas tendencias, escuelas y direcciones de aplicación dentro del marco general de la musicoterapia:
Musicoterapia Ambiental: Encargada de diseñar espacios sonoros amables, acogedores y tranquilizantes en salas hospitalarias y lugares de concentración pública.
Terapia de Entonación Melódica: Desarrollada en el Hospital de Veteranos de Boston, importante centro de investigación neuropsicológica, para ayudar a recuperar el habla a enfermos que por causas diferentes (tumorales, circulatorias), la han perdido.
Hay una clase de musicoterapia más sutil, que utiliza tonos puros, frecuencias particulares que hacen parte de un código específico de información que estimula puntos o zonas del cuerpo físico o del campo energético humano para equilibrar funciones orgánicas o psicológicas concretas.