Desde los años 60 años, ningún gobernante dominicano ha logrado escapar a los efectos de la crisis del poder, es decir del deterioro de orden político, social y económico que se genera alrededor de una gestión de gobierno cuando no logra satisfacer las expectativas creadas en la población. A punto de iniciar su último año de gobierno, el presidente Leonel Fernández ha comenzando a transitar los caminos de una enmarañada situación política, económica y social que podría devenir en la más importante y decisiva crisis política de su gestión.
Hasta hace poco el presidente Fernández había navegado con el viento a su favor, logrando salir victorioso en todos los escenarios en los que se había cuestionado su autoridad o su liderazgo político.
Haciendo caso omiso a un amplio abanico de rechazo, impuso la construcción del Metro como proyecto principal de su gobierno, derrotó contundentemente a la oposición en las elecciones de medio término, implantó el tercer paquete impositivo de su gestión, aplastó a su adversario interno Danilo Medina, neutralizó todos los conflictos surgidos en el ámbito social y laboral, y se benefició de una oposición política distraída coyunturalmente en sus propios asuntos.
Sin embargo, las cosas comienzan a cambiar. El PRD y el PRSC han iniciado una etapa de oposición crítica y militante, el cuestionamiento a los altos funcionarios del Gobierno y de la Cámara de Cuenta por los aumentos salariales desmedidos compromete la responsabilidad política del Gobierno, el modelo de gestión del síndico Roberto Salcedo hace crisis y despierta un sorprendente coro de rechazo en la población del Distrito, el gobierno falla en su intento por poner en marcha el Seguro Familiar de Salud, aumenta el cuestionamiento a la gestión de Felucho Jiménez en la Secretaría de Turismo, se destapa la chapucería del parque de la Núñez de Cáceres, y el peregrino de Dajabón Angel Sosa anuncia que iniciará una huelga de hambre para reclamar la reanudación de los trabajos de la paralizada reconstrucción de las carreteras que comunican a esa población fronteriza, en lo que podría convertirse en un recurso con efecto de dominó en todas las comunidades afectadas por la misma indolencia gubernamental.
Mientras tanto crece la percepción de que para el Gobierno es imposible conciliar su empeño de terminar el metro en los próximos doce meses y atender las postergadas y crecientes demandas de obras sociales en todas las comunidades del país, por lo que se puede apostar peso a “cabo e túbano” que en los próximos meses lloverán las denuncias y protestas de los sectores sociales desarropados por la poca equitativa política de inversión pública.
A este complicado menjurje, agréguele el costo político que tendrá para Leonel Fernández la derrota de Danilo Medina, quien fuera su principal bastón dentro del PLD y quien no parece animado a dedicar todo su talento y su fuerza a socorrer al nuevo león de la política dominicana.
Justamente, el argumento central de la campaña de Danilo y que expuso con notable lucidez fue la advertencia de que el modelo de gobierno de Leonel, desconectado de las necesidades reales de la población, colocaría al PLD en una difícil situación para vender el proyecto reeleccionista. Y ahora parece que tenía razón.
No hay que subestimar al presidente, quien es un político hábil y cuenta con una gran maquinaria de apoyo mediático, pero los problemas del gobierno ya no se resuelven con recursos de marketing y buena retórica, sino con acciones correctivas en áreas claves de la administración pública. Y en este punto no parece que Leonel tenga un razonable margen de maniobra, ya que el Gobierno nacional se ha convertido en un conjunto de pequeños gobiernos, donde cada jefe actúa como un pequeño cacique, sin tomar en cuenta que un plan racional de gobierno obliga a conciliar los grandes proyectos estructurales y sectoriales con las necesidades cotidianas de la población, que van desde la reparación de una carretera, la terminación de un pequeño acueducto, la reparación de calles y caminos vecinales, hasta el apoyo estratégico para impulsar el desarrollo de los sectores productivos.
Y la impresión que tiene mucha gente en el país, es que en estas materias básicas el Gobierno de Leonel está sacando muy malas notas.