El presidente Leonel Fernández asegura que los dominicanos "estamos presenciando una auténtica revolución de lo que va a ocurrir en este país en los próximos 15 años", por "las profundas transformaciones" que nos esperan en ese tiempo.
Habría que preguntarle qué entiende por revolución.
Habría que saber, de igual modo, cuántos años pretende mantenerse en el poder para dar continuidad y coherencia a su revolución.
La humanidad ha conocido revoluciones de diversas categorías, que han cambiado radicalmente los modelos económicos, políticos y sociales.
En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels establecieron que "la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes"
Una revolución implica, pues, transformaciones profundas. Una revolución forma parte de la dinámica social, de la lucha constante entre lo bueno y lo malo, entre lo positivo y lo negativo; digamos que forma parte de la dialéctica social.
Una revolución implica un salto cualitativo, que permite avanzar hacía la meta de crear un mundo sin opresores ni oprimidos, un mundo en paz, una paz que sólo será posible cuando desaparezcan las diferencias entre humanos ricos y pobres, entre blancos y negros, entre religiosos y ateos.
La humanidad produjo un cambio radical, espectacular, digamos, cuando pasó de la era primitiva al esclavismo, pero lo mismo ocurrió cuando abolió la esclavitud y pasó al régimen feudal que más tarde, siglos después, fue barrido por las revoluciones burguesas. La historia no es lineal. Pero como dijera el presidente chileno Salvador Allende, los procesos no se detienen. Ni los gorilas chilenos pudieron detener los cambios en su país a pesar del golpe de Estado del año 1973.
Dice Rodrigo Borja, en su enciclopedia de la política, que la revolución es (…) un movimiento axial que entraña un cambio institucional y no simplemente personal en la organización del Estado. Esto significa que la transformación revolucionaria no se satisface con la mera sustitución de unas personas por otras en el ejercicio del poder -como ocurre en la rebelión- sino que busca la modificación estructural de la organización social. Por eso, la revolución, en la medida en que se propone una profunda reorganización de la estructura organizativa del Estado, implica un cambio de naturaleza institucional…"
Todos sabemos lo que implicó la revolución rusa de 1917 encabezada por Lenin. Todos sabemos lo que significó la revolución China de 1949 bajo la dirección del Gran Timonel Mao Tse Tung. Todos conocemos la Revolución Cubana de 1959 que dirigió ese coloso de la política que se llama Fidel Castro.
Para el presidente Fernández, ¿qué es una revolución? ¿Un juego de palabras de alguien que pretende reelegirse para continuar con "más de lo mismo"?
¿Cuáles son los elementos políticos e ideológicos de la revolución del Presidente?
¿Dónde está el carácter revolucionario del programa de gobierno del Presidente? ¿Qué diferencia política e ideológica existe entre el presidente Fernández y los demás presidentes que ha tenido la República Dominicana en los últimos años?
Al contrario, el presidente Fernández ha sido sumiso frente al poder imperial, lacayo del gran capital nacional y extranjero. La nación ha sido menos independiente y soberana durante sus dos períodos que durante otros gobiernos. Su gobierno se deshizo de todas las empresas públicas para crear un Estado débil. Su gobierno ha endeudado el país más que los otros. Su gobierno no ha sido para los pobres, sino todo lo contrario, para los ricos. Su gobierno ha patrocinado la corrupción y ha protegido a los corruptos. No hay una sola medida trascendental que beneficie a los de abajo. El presidente Fernández no ha producido cambios en la estructura corrupta y arcaica del aparato estatal. Pese a que el líder y fundador del PLD se declaró marxista, pese a sus obras, incluyendo "Dictadura con Respaldo Popular", y al nombre mismo del partido, los gobiernos del presidente Fernández ni siquiera han sido reformistas.
Entonces, ¿de qué revolución nos habla? ¿Acaso le llama revolución a una obra que, como el Metro, la mayoría de los dominicanos no aprueba?
¿A qué le llama el presidente Fernández revolución? ¿A la inseguridad ciudadana, al auge del narcotráfico, al desempleo, a la quiebra de las empresas de zona franca, a las tres reformas fiscales que han empobrecido más a los pobres, a la degradación moral y ética de la política, al caos que reina en el tránsito, al incumplimiento de las leyes, a la protección de quienes quebraron los bancos privados llevando el país a la bancarrota? ¿Es a todo eso que el presidente Fernández llama revolución radical y profunda?
Yo no veo otra cosa. ¿Qué más quisiera yo que una revolución de verdad, señor Presidente? ¿Se anima? Si es así, ¡cuente conmigo!