He quedado estupefacto al leer una información en el periódico Listín Diario sobre la desgracia de un ¡pobre hombre! que perdió una mano por no haber condiciones en el Hospital Salvador B. Gautier para le fuera injertadaa. No había material gastable ¿? para someter a este desheredado de la fortuna a una cirugía plástica y reconstructiva.
El infeliz Ramón Pérez, -que por suerte no era el mencionado ‘Juan Pérez’, porque entonces habría muerto, -se quedó si esa parte de sus miembros superiores por lo que todos conocemos en este país. Lo lamentable es que los jefes de ese centro de salud no han sido despedidos, como ocurre en China, donde a los incompetentes y corruptos se les lleva al patíbulo, sin contemplación de ningún tipo.
Según la nota de Listín Diario, de cuya veracidad no tengo razón para dudar, Pérez había recibido en machetazo en pleito y llevado allí, a los fines de someterlo a una cirugía plástica, pero todo fue en vano. No dudo tampoco de que a lo mejor los médicos se empeñaron para ‘poner en prácticas sus conocimiento’, pero al no tener los materiales a mano este ‘pobre diablo’ se jodió, perdió su mano.
Estoy en creer que no vale la pena la existencia del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), una entelequia que por el ejemplo citado no debe existir. Y eso que ese caso se conoce porque una fuente ligada al hospital, como bien explica la nota del decano de la prensa dominicana, de atrevió a hacer público el deplorable y vergonzante episodio que le pone los pelos de punta a cualquier persona sensible.
El director del IDSS, que no sé ni me interesa saber de quien se trata, debe renunciar públicamente, después de pedirle excusas públicas al país. No puede ser válida la excusa de que hace tres meses no recibe subvención, que según veo es de RD$10.0 millones al mes, pero a penas recibe RD$5.0 millones. Esa excusa, insisto, es muy aérea para poder justificar una irresponsabilidad.
Un paquete de hilo para ese tipo de intervención quirúrgica, conforme lo dice la historia de Listín Diario, cuesta a penas 500 miserables y devaluados pesos, aunque resalta que los otros materiales ‘son muy costosos’, lo que tampoco es una excusa para justificar la aberración a que hago referencia. Lo ideal es que los materiales estén ahí, siempre disponibles, para actuar cuando se presenten casos similares.
No tengo idea de quien es el infeliz Ramón Pérez, pero por la descripción dada sobre su procedencia y del centro de salud a que fue llevado en principio, refleja que es un ‘pobre diablo’ de un barrio de Santo Domingo Oeste y que perdió su mano en un pleito a machetazos, no se sabe entre quienes. Pero ese no es el problema, el problema es que no había el mínimo material para injertarle su mano nuevamente.
La fuente que ofreció el dato quiso resaltar que en lo que va de año los especialistas del Gautier han injertado, con éxito, cinco manos a pacientes que las perdieron en reyertas entre pandilleros que operan en diferentes puntos de la capital. En este caso no hay excusas, lo que se quería era que –y se quiere- es que haya hilo y cualquier otro material para actuar de inmediato a favor de un paciente.
¿Cómo es posible que a estas alturas en un hospital de Santo Domingo no haya siquiera hilo para suturar a un paciente que ha de ser intervenido?. ¿Qué ocurrirá entonces en Pedernales, Jimaní, Elías Piña, Las Matas de Farfán (mi pueblo), Montecristi y Restauración, para citar solo esos pueblos de la apartada zona fronteriza? Lo que lamento es que no presido el ‘tribunal del pueblo’ para que ustedes vean como se hace justicia.
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