El pasado 12 de junio la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Dra. Condoleezza Rice, presentó el séptimo informe anual sobre la Trata de Personas que prepara el Departamento de Estado. Este informe, tal y como lo exige el Congreso de los Estados Unidos, habla muy claro: la trata de personas es una forma moderna de esclavitud y es un crimen que afecta prácticamente a todas las naciones del mundo, incluyendo los Estados Unidos. El Gobierno de los Estados Unidos estima que aproximadamente ochocientas mil personas – incluyendo niños, niñas, mujeres y adolescentes – han sido forzadas a cruzar fronteras para trabajar como esclavas sexuales, como niños soldados, realizar trabajos forzosos y pagar deudas por medio de prácticas esclavistas. Millones más son traficados en sus mismos países.
Algunas víctimas son como Aakesh, un niño que fue secuestrado en la India cuando sólo tenía cinco años. Durante nueve años fue forzado a tejer alfombras. Recibía palizas con regularidad, y era encerrado en cuartuchos. Otras, como las hermanas Naren, de 10 años de edad, y Sitthy, de 12, en Camboya, fueron entregadas a un nacional alemán a cambio de dinero. Este alemán abusó sexualmente de ellas y logró filmar varias escenas cuando abusaba de ellas. También está el caso de Benito, un joven que siguió a su hermano a la selva amazónica para trabajar en una fábrica de ladrillos. Aunque le prometieron un sueldo decente, el empleador de Benito no le pagó ni a él ni a los demás trabajadores, lo que incrementó las deudas que ellos tenían por concepto de comida y alojamiento. Benito trabajaba seis días a la semana y no tenía dinero para irse del lugar. Vivía en un cuartucho sin nada de ventilación, agua o electricidad. Al final, enfermó de malaria.
O como Maria, de 31 años de edad, quien viajó desde Haití tras recibir la promesa de que trabajaría como doméstica en la República Dominicana. En la frontera fue entregada a su contacto local, quien procedió a atacarla y robarle todas sus pertenencias. Posteriormente, fue literalmente encarcelada en una casa, violada por una pandilla, y forzada a prostituirse durante meses. Recibió una paliza y fue dejada por muerta en un callejón de la avenida Duarte.
Además de los más de US$448 millones que la comunidad internacional ha canalizado para combatir la trata de personas, este informe es pieza clave en el compromiso que tiene los Estados Unidos para trabajar con sus socios internacionales en la lucha contra este mal. El informe, tal y como lo exige la ley, se elabora para crear consciencia internacional sobre el problema, subrayar los esfuerzos crecientes que realiza la comunidad internacional para combatir la trata humana, y contribuir a que las naciones puedan adoptar acciones efectivas contra este tipo de abuso.
De nuevo, el informe emitido este año presenta diversas categorías que determinan en qué lugar se encuentran algunos países en relación con lo que las leyes estadounidenses establecen como estándares mínimos para la eliminación de la trata de personas.
La “categoría 2, lista de observación” advierte que el país en cuestión no ha realizado “esfuerzos significativos” durante el último año, y que corre el riesgo de caer en la “categoría 3”. Esta última categoría podría conllevar a la retención de fondos oficiales estadounidenses destinados a ayuda no humanitaria y a la asistencia del gobierno de los Estados Unidos no vinculada con el comercio.
El informe correspondiente a este año revela que más gobiernos que nunca están adoptando medidas contra la trata de personas. Sin embargo, algunos no están haciendo lo suficiente para detener este ataque directo a la libertad y a la dignidad humana.
Aquí, en la República Dominicana, la necesidad de adoptar acciones dirigidas a contrarrestar la trata de personas es particularmente importante. En el año 1996 la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó que 50,000 mujeres de la República Dominicana se encontraban trabajando en el exterior en la industria del sexo – ocupando el cuarto lugar a nivel internacional, sólo después de Tailandia, Brasil y las Filipinas. Muchas de estas fueron víctimas de la trata. Miles de extranjeros son reclutados anualmente por empleadores inescrupulosos dominicanos para trabajar en condiciones de trabajo forzado, incluyendo la prostitución. Muchos niños y niñas trabajan como prostitutas en los centros turísticos del país.
Aunque este año la República Dominicana bajó a la “categoría 2, lista de observación”, esto no significa que el país no haya realizado esfuerzos contundentes en torno a esta situación.
La Unidad Anti-Trata de la Procuraduría General de la República, bajo el liderazgo del Dr. Frank Soto, continúa investigando de manera vigorosa los casos vinculados con la trata de personas y sometiendo ante la justicia a personas involucradas en esta actividad. Sin embargo, el número de sometimientos no es suficiente. Se tiene que hacer más, especialmente las demás agencias que trabajan con este tema, para erradicar la complicidad oficial de las redes de los traficantes a través del país y apoyar las organizaciones que le ofrecen protección a las víctimas.
El equipo de la Embajada de los Estados Unidos en Santo Domingo está listo para incrementar su cooperación con sus contrapartes dominicanos para que juntos puedan, el próximo año, alcanzar logros en contra de esta plaga internacional.
El Gobierno de los Estados Unidos continúa buscando nuevas maneras de cómo manejar sus propios problemas internos con la trata de personas. En el 2006, el Presidente George W. Bush firmó una ley que re-autorizaba la Ley de Protección a las Víctimas de la Trata, con el objetivo de fortalecer las pautas diseñadas para combatir la trata de personas. Las nuevas disposiciones buscan aumentar los sometimientos judiciales y castigar a los traficantes, al mismo tiempo que protege las víctimas y previene intentos futuros por parte de los criminales de continuar azotando la dignidad humana y la libertad.
Los diversos departamentos y agencias de los Estados Unidos están trabajando para implementar los mandatos de esta nueva ley.
Para las millones de personas esclavizadas alrededor del mundo, este nuevo movimiento abolicionista ya ha llegado a nuestras playas. Tal y como afirmara el Presidente Bush: “Nuestra nación está comprometida a luchar contra esta forma moderna de esclavitud.”