Kabul, 17 jun (PL) Treinta y cinco personas, en su mayoría policías, murieron al explotar hoy un coche bomba, informaron las autoridades afganas, quienes catalogaron el atentado como el más sangriento desde la caída del régimen Talibán.
Por otra parte, similar número de individuos recibieron heridas de mayor o menor grado en la acción registrada en el centro de esta ciudad, corroboraron fuentes del Ministerio de Interior.
Según el portavoz de esa cartera, Zemarai Bashary, la mayoría de los fallecidos eran formadores de agentes. Sin embargo, el jefe de la Brigada Criminal, Alí Shah Paktiawal, precisó que había también civiles y al menos cuatro extranjeros.
Medios periodísticos acreditados en Kabul aseguraron que Zabiula Mujahed, un vocero talibán, reivindicó el ataque mediante una llamada telefónica.
Testigos relataron que el techo del autobús "fue arrancado de cuajo" y agentes de Policía y efectivos de rescate todavía extraían cuerpos de entre los restos.
Aunque no se ha podido confirmar con exactitud la cantidad de muertos y heridos, las autoridades afirman que se trata de la acción más mortífera desde que los talibanes fueron despojados del poder a fines de 2001 por las fuerzas de ocupación, lideradas por Estados Unidos.
En septiembre del año siguiente, un atentado con coche bomba mató a 30 personas e hirió a medio centenar.
Este sábado, tres civiles perecieron durante un ataque suicida también con coche bomba.
Poco después, disparos de un soldado estadounidense, calificados por la OTAN de accidentales, alcanzaron a otro civil provocando su muerte, lo que causó ira en centenares de personas.
En Afganistán la violencia se recrudeció con la llegada de la primavera y como resultado el número de muertes asciende a dos mil personas en lo que va de año.
Los combates entre los insurgentes y las fuerzas occidentales y afganas son constantes y se multiplican principalmente en el sur y el este del país.
Al menos 307 efectivos de seguridad afganos fallecieron en ataques y atentados desde principios de año, confirmaron fuentes del mando militar estadounidense, Naciones Unidas, la OTAN y las autoridades nacionales.