El líder actual del Partido Revolucionario Dominicano, el jefe, es el ex presidente Hipólito Mejía. Así lo reconocen sus principales dirigentes y la mayoría de los miembros y simpatizantes de ese partido.
Miguel Vargas Maldonado no habría ganado la convención del PRD, "mucho a poco", a la Corriente Unitaria sin el apoyo de Hipólito Mejía.
En la Corriente Unitaria estaban los que enfrentaron al ex mandatario cuando intentó reelegirse y luego durante la convención que eligió las autoridades del partido. Hipólito Mejía tomó la decisión de apoyar al ingeniero Ramón Alburquerque, que no lo adversó al final de la campaña del 2004, sino que, por el contrario, se convirtió en un aliado importante.
Ese mismo grupo es el que luego lo enfrenta en las primarias para escoger al candidato a la Presidencia. Más o menos por las mismas razones el ex presidente se ve en la obligación de respaldar al ingeniero Miguel Vargas Maldonado. Por su casa del sector La Julia y por el "Palacio de los Mangos" en San Cristóbal, desfilaron casi todos los dirigentes del PRD para consultar al ex presidente sobre que actitud adoptar durante el proceso que escogería al candidato. Para Hipólito y el equipo que le sigue, el hombre era Miguel Vargas, que no le echó los perros encima como hicieron muchos, tras su salida del gobierno.
Hipólito le propinó tres aplastantes derrotas al grupo que formó la Corriente Unitaria en menos de tres años, probando así ser el líder y jefe del PRD.
Sin embargo hay quienes tienen tiempo aconsejándole a Vargas Maldonado que le huya como el Diablo a la Cruz al ex presidente Mejía, que se aleje de él y de su gente lo más que pueda, que no se reúna en público ni siquiera en la repostería La Francesa, para que no le sigan llamando "el hombre con el bacalao a cuestas".
Los "asesores" del patio, más algunos traídos desde Chile, Perú y otros lugares, dicen, nada con Hipólito, nada que suene a PPH.
Es posible que esos mismos asesores hayan sido responsables de que en el local de campaña del candidato no aparezcan los símbolos del PRD.
Aunque a muchos les duela, aunque griten y pataleen, aunque se mueran de envidia, aunque les suba la bilirrubina como a Juan Luis Guerra, sin Hipólito Mejía, sin su liderazgo, sin su fuerza política, sin su experiencia de más de 40 años en materia electoral, el PRD no volverá al poder.
Siempre pensé que el presidente del PRD debió ser Hipólito Mejía por su liderazgo y por su fuerza política y moral. Pero el canibalismo en el partido no lo permitiría. Contra Hipólito hubo una conspiración -que aún se mantiene- desde que llegó al poder. Muchos de los ministros de su gobierno y dirigentes claves del PRD conspiraron, aliados, con el PLD, y grupos económicos poderosos desde una plataforma de opinión pública.
Contrario a lo que correctamente hizo el PLD que asumió a Leonel Fernández aun cuando salió de su primer gobierno desacreditado y con más de un 80 por ciento de la población a favor de que fuera sometido a la justicia por corrupción, en el PRD quisieron destruir a su mayor activo político que era y sigue siendo Hipólito Mejía. Muchos creyeron -y creen- que hundir a Hipólito en el mar del descrédito es su salvación. Ignoran que ellos no tienen salvación, que su liderazgo estaba o está en una nomina.
Hipólito Media, ubicado por el anillo del candidato en el viejo PRD, está en su Palacio de los Mangos viendo el desarrollo de los acontecimientos. A diario lo visitan dirigentes y simpatizantes, amigos y relacionados para cuestionarlo sobre las perspectivas del PRD y del candidato. A todos los exhorta a integrarse a la campaña. Muchos dicen que todas las puertas están cerradas. Que no hay maneras de integrarse, de sumarse. La dirección del partido no es la dirección del candidato. Hay una dicotomía que debe resolverse en el menor tiempo posible. Una campaña electoral es una suma de voluntades. Como ya escribí la semana pasada, el descontento popular no se traduce necesariamente en votos a favor del PRD y de su candidato presidencial.
Cerrarle las puertas a dirigentes, simpatizantes y amigos del PRD porque mantienen sus vínculos políticos con el ex presidente Mejía es una insensatez fruto de la mediocridad de quienes, como ya dije, jamás morirán de un derrame cerebral.
Hipólito está dispuesto incluso al sacrificio personal para que el PRD vuelva al poder.
El PRD puede ganar las elecciones por Hipólito Mejía, por su trabajo, por su empeño y dedicación, por su liderazgo y experiencia, pero jamás el PRD perderá unas elecciones por Hipólito Mejía.