Como político, el doctor Max Puig no será la excepción en materia de utilizar recursos propios de la política, como verdades a medias, silencio cómplice y muchas otras expresiones de un quehacer que no se caracteriza por la estricta verticalidad de sus actores. Pero el secretario de Medio Ambiente no es un charlatán, oportunista ni un político a quien se puede atribuir intereses personales y, para más, es de los escasos funcionarios que pueden vivir, como vive, de su probada capacidad y conocimientos.
Con un político de cualidades tan nobles como escasas se quiso montar una comedia de mal gusto por haber tenido el valor de denunciar, y demostrar, que había intereses legislativos en modificar la polémica ley sobre áreas protegidas. ¡Vaya sacrilegio! Como si los senadores y diputados, que deben rendir cuentas sobre privilegios adicionales a sus elevados sueldos, fueran angelitos caídos del cielo.
Pero bastó la denuncia, que por intereses políticos el funcionario tuvo que conciliar, para que hasta el Departamento de Prevención de la Corrupción (Depreco) se movilizara para esclarecer la verdad. ¡Cuántas ridiculeces! Porque tienen pleno derecho los legisladores a cualquier iniciativa para revisar o proponer una ley, además de que el secretario de Medio Ambiente no incurrió en ninguna violación con su denuncia.
El senador Rubén Darío Cruz Ubiera, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) por Hato Mayor, está en su derecho de promover, en los términos que considere más apropiados, una modificación de la ley sobre áreas protegidas y recursos naturales. En ningún caso, como no sea por ignorancia o para fanfarronear, debe sentirse ofendido por el señalamiento del doctor Puig.
Ahora, si el Senado y el Depreco estuvieran empeñados en conocer la verdad y proteger los parques, playas y otras áreas protegidas por qué no se interpeló o se investigó al secretario de Turismo, a quien se atribuye una amplia gama de irregularidades. Del licenciado Félix Jiménez Jiménez se ha denunciado que ha autorizado operaciones que benefician empresas en las que él tiene intereses. Ha trascendido incluso que contra él se prepara un sometimiento ante la Suprema Corte de Justicia, pero el Senado ni el Depreco se han dado por aludidos.
Sin embargo, contra el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales sí se prestaron a una comedia e incluso se le desairó como si fuera un funcionario incompetente y buscavidas, de ésos para quienes la política tiene nortes personales. Y todo, que es lo grande y vergonzoso, porque el doctor Puig ha sido un defensor intransigente de los recursos naturales. Esa postura, que lo enaltece ante los sectores sensatos, lo han convertido en uno de los funcionarios más vilipendiados.
En lugar de un justo y merecido espaldarazo, el Senado y el inoperante, pero dañino Depreco se han prestado a un juego siniestro con la interpelación y la investigación al secretario de Medio Ambiente por éste cumplir con sus obligaciones. ¡Cuánta ironía!