SANTO DOMINGO, jun (IPS) – El triciclo cargado de trozos de metales se desliza despacio por una de las principales avenidas de la capital dominicana. A bordo van sonrientes Julio y su hermano Miguel, quienes cada día salen por los barrios periféricos a recoger esos desechos, con los que ayudan a sostener a su familia. Julio, de 12 años, pedalea y conduce el triciclo, y Miguel, de nueve, va sentado en el canasto sobre los hierros viejos, contemplando el paso raudo de relucientes vehículos. El mayor se inició solo en la actividad laboral hace tres años, y luego incorporó a su hermano. Ambos viven con su madre y un hermanito menor.
Su trajinar en busca del sustento no llama a la atención en este país. Sesenta por ciento de los dominicanos consideran razonable que los niños trabajen, siempre que eso no interfiera con la educación y que no provoque daños físicos o mentales, como lo señala el estudio la "Percepción de la sociedad dominicana sobre el trabajo infantil".
"Es un porcentaje muy elevado", señala a IPS el sacerdote católico Juan Linares, director de la organización no gubernamental Muchachos y Muchachas con Don Bosco, fundada en 1985 para promover la erradicación de las peores formas de trabajo infantil, y cuyo programa alberga alrededor de 5.000 niños y niñas.
El estudio dado a conocer este mes fue realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a través del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil en República Dominicana y el Centro de Investigación en Educación y Desarrollo Humano de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
"La mayoría de la población dominicana no identifica el trabajo infantil como un problema social de importancia", afirma el estudio basado en una muestra de 2.200 hogares en todo el país y que se publicó con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebró el 12 de junio.
"En muchos casos es considerado como una fuente de ingreso para la familia; en otras las familias ven el trabajo infantil como una alternativa de uso del tiempo libre de los niños y niñas", explicó a IPS María Elena Asuad, quien maneja el Programa de Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la oficina en este país del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Asuad no se opone "al trabajo que los niños y niñas pueden hacer en sus casas, en granjas o en negocios familiares, siempre y cuando no vaya en contra de su salud y bienestar, y si no impide que vayan a la escuela y disfruten de actividades de recreación y juego adecuadas a su edad".
"No sé por qué muchos piensan que si el trabajo es dentro de su propia familia, y no lleva presión o peligro físico, no es dañino", se pregunta Linares y se responde que "tal vez viene de la idea de que al niño hay que darle responsabilidad".
Sin embargo, el estudio afirma que "un 68 por ciento entienden que el trabajo de los menores les impide o limita para que tengan un buen desempeño en la escuela y admiten que, por lo general, genera repetición y posterior deserción escolar".
Estimaciones de la Encuesta Nacional sobre Trabajo Infantil, levantada en 2000, indican 430.000 niños, niñas y adolescentes trabajadores, aunque algunas personas ligadas a la problemática estiman que esa cantidad ha crecido. Dicha investigación también calculaba que seis por ciento de los hogares del país tenía al menos "un o una menor de 18 años activo laboralmente".
Datos de la OIT señalan que la mayor proporción de menores trabajadores se concentra en zonas agrícolas, además de aquellos que caminan por las calles de las ciudades y pueblos, dedicados a lustrar zapatos, vender frutas, pan, maní y dulces caseros, o a la recolección de botellas y metales.
"En República Dominicana, por ejemplo, se da por hecho que las niñas deben cuidar de los hermanos menores, además de realizar tareas del hogar", indica el informe Estado Mundial de la Infancia 2007, presentado por Unicef. "Como resultado, el número de niñas que realizan tareas domésticas es casi el doble que los niños", afirma.
Este país caribeño tiene una población de 8,5 millones de personas, según el censo de 2002, pero las proyecciones para 2006 indican 9,4 millones. Hay predominio de habitantes jóvenes, con una edad promedio de 22 años.
(FIN/2007)