Los Angeles, 25 jun (PL) Un día como hoy pero de 1867, Lucien B. Smith, un oscuro personaje de Kent, en Ohio, marchó a una oficina de patentes de su pueblo natal y registró el alambre de púas como una invención suya.
Con este acto, propio de la expansión capitalista estadounidense, posterior a la Guerra de Secesión (1860-1965), se desató una emulación, e inmediatamente otros colegas de oficio patentaron similares productos, pero Smith fue el primero y pasó a la historia.
Posteriormente se fabricaron unos mil 500 tipos diferentes de alambres de púas, algunos de hierro, que vinieron a satisfacer las demandas de los campesinos que poseían tierras para fijar los límites de su propiedad.
La invención de Smith provocó tensiones y luchas entre granjeros y rancheros dueños de ganado porque los últimos lanzaban sus reses a pastar, algo que la modernidad ha visto en filmes como Río Rojo, de Howard Hawks, con los protagónicos de John Wayne y Montgomery Clift.
Lo cierto es que los granjeros se vieron obligados a cercar sus tierras por la irrupción de los ganaderos, más estos últimos también se sirvieron del invento para delimitar, junto a la cruel "marca de reses", sus miles de cabezas vacunas o caballares.