París, 28 jun (PL) Tiene muchos cañones enfilados en su contra y si bien mantiene altos niveles de popularidad, Ségoléne Royal, la ex candidata presidencial socialista, se juega su futuro político en Francia en medio de un protagonismo ambivalente. Derrotada por el actual jefe de Estado, el conservador Nicolás Sarkozy, pero con un apoyo superior a los 17 millones de electores, Royal se ha convertido en el terremoto eventual del país en las últimas semanas.
Su ruptura sentimental con el primer secretario del Partido Socialista (PS), Francois Hollande, su compañero hasta hace poco y padre de sus cuatro hijos, fue como un destape.
Sobrevinieron luego críticas al propio programa que debió defender durante su campaña por instrucción del PS y a la supuesta falta de modernización del grupo que dirige Hollande.
Royal, además, se manifestó interesada en comandar el PS y ser aspirante presidencial otra vez en el 2012, en ambos caso ?sólo si mayoría de los franceses así lo quieren?.
No se presentó a las legislativas, fiel a su postura de no acumular cargos (actualmente es la jefa del gobierno de la región de Poitou-Charentes) y tampoco asistió el fin de semana último a una reunión interna de análisis del PS.
El diario Directsoir opinó que debe aprovechar su momento de fama para consolidarse en primer lugar como candidata a tomar las riendas del PS en los comicios del otoño del 2008, antes que sus rivales ?terminen destrozando sus castillos de sueños?.
Antigua colaboradora del fallecido presidente Francois Mitterrand, con soltura de palabras y notable carisma, esta bella mujer de 54 años no ha cesado de enfrentar ataques ahora abiertos de varios de los llamados ?elefantes? de su propio partido.
Los analistas locales afirman que Laurent Fabius, ex primer ministro, quiere sacarla del juego para imponer un giro más hacia la izquierda en el PS, algo que no pocos observadores ponen en duda.
Mientras, otro peso pesado, Dominique Strauss-Kahn, pretende encabezar la organización con un tono más socialdemócrata.
Ségoléne Royal es aparentemente partidaria de llevar al PS hacia una posición más centrista, algo que confirmaría el punto de vista de muchos franceses que recelaban de su plataforma, por considerarla muy parecida a la de Sarkozy.
Finalmente, Hollande es calificado de equilibrista de gran inteligencia.
Quiere mantener la línea actual de la organización con algunas modificaciones de forma, pero sin variar el contenido.
Sin dudas, el reto máximo del PS es recuperarse tras tres reveses sucesivos en la liza presidencial.