En función de lo que ella aporta a la sociedad y al mundo de los mass media, nunca nadie había tenido tanto atractivo, fama, e interés para los seguidores de las “celebridades” como Paris Hilton, la rica heredera del imperio hotelero. No en vano aparecerá en el Guiness World Records como la “celebridad más sobrevaluada”, y por eso se ha dicho que “es famosa porque es famosa”, perdonando la redundancia.
Pero lo curioso es que Paris no sobresale en ninguna profesión como podría ser la de cantante, o como actriz, o de modelo; sin embargo acapara titulares en el mundo entero. Ella no quiere llegar a ser, ella sencillamente es.
Mientras la inmensa mayoría de las personas aspira a tener éxito, ella es el éxito hecho persona, nacida en él. A todo esto Paris afirma tajantemente que “se gana su dinero trabajando duro”, y que no se lo pide a su familia. La verdad es que con su apellido, las relaciones sociales y contactos comerciales, para ella es muy fácil ganar millones, sin mucho esfuerzo. Todo lo que emprende se convierte en dinero.
Y precisamente en la mismísima California donde ella vive, fue que nació el movimiento hippie en la década de los años 60, como una reacción ante la incesante búsqueda del éxito económico y del insaciable afán de poder de la sociedad estadounidense; donde a aquellos que no tienen aspiraciones, o ya han “tirado la toalla”, les llaman “losers” o perdedores, en contraposición a los “winners” o ganadores.
Y ganadora de fama sí que es, ya que si uno busca su nombre entrecomillado en Google, -que es el buscador más importante de Internet-, aparecen más de 56 millones de entradas, y en aumento. Entonces, ¿qué es lo que Paris Hilton tiene?, ya que se ha convertido en un fenómeno de masas adorada por muchos, y aborrecida por otros tantos.
Belleza, lo que se dice belleza no tiene tanta, si la comparamos con Beyoncé, o con Cindy Crawford. No es que sea fea, con su carita simétrica de niña inocente e inmadura, -a pesar de sus 26 años-, cuando no está borracha y/o drogada, pero no se la puede comparar. Por otro lado, tampoco tiene el sex appeal que poseían Marilyn Monroe o Sharon Tate. Como modelo jamás tendrá la gracia de una Naomi Campbell, o la sofisticación de Kate Moss, o de Gisele Bündchen, ni la profesionalidad de Claudia Schiffer. El cuerpo de Paris tampoco es gran cosa. No obstante, hay que reconocerle a Paris originalidad y personalidad, combinado todo ello con una gran capacidad para fingir. La misma joven que ha sido pillada varias veces conduciendo ebria, y mostrando sus partes íntimas a los fotógrafos, se presenta ahora como una inocente criaturita.
Como cantante, aunque logró llegar cerca de la cima del hit parade, Paris, no tiene ni la fuerza de voluntad, ni mucho menos la ambición, sensualidad y creatividad de Shakira.
Y como actriz, siempre ha tenido papeles secundarios, y carece de un “knack”, como la boca de Angelina Jolie.
A todo esto Paris Hilton aparece muchísimo más en el Internet que el propio Michael Jackson, quien reinó como el rey del pop por más de una década, -o su equivalente femenino Madonna-, o que los mismísimos Beatles, el conjunto británico súper famoso en su época. Seguirle la pista a Paris con sus andanzas y peripecias es sencillamente agotador.
Desde el juicio de la estrella del fútbol americano O. J. Simpson, acusado de asesinato en el 1994, y del enjuiciamiento por parte del senado a Bill Clinton en 1998, por mentir a raíz del caso de Monica Lewinsky, no se habían producido tantas alharacas mediáticas por un juicio en los EEUU; y menos por tan poca cosa, comparativamente hablando, como es el caso de conducir en estado de embriaguez.
A raíz de su salida de la cárcel donde duró 23 días, los vecinos de su mansión se quejaban de que la prensa y los curiosos no los dejaban en paz con sus cámaras, vehículos y helicópteros, y es que Paris Hilton produce una curiosidad morbosa; o sea, una mezcla de envidia-admiración, o si se quiere de amor-odio.
Inclusive, la prensa divulgó lo que ella se había gastado en caprichos gastronómicos que le eran llevados a la cárcel desde los restaurantes de comida rápida, y lo que costaron y la marca de la chaqueta y los zapatos de tacón que tenía puestos al salir del encierro. Hasta publicaron un dibujo que ella hizo, o más bien un autorretrato; con un texto debajo escrito en varias líneas, y sin faltas ortográficas. Se nota la buena educación recibida en colegios caros, lo cual se percibe también en su hablar refinado y muy fluido.
Con sus trenzas de colegiala y con un lenguaje corporal de chica inocente, sonriendo como si tal cosa, todo ello mezclado con unos andares de modelo de pasarela, ella “conquistó” a los presentes provocando gritos histéricos, y a los televidentes también, con su clase y naturalidad, a sabiendas de que ella es quien marca las pautas sociales.
Para Paris Hilton las cámaras son algo cotidiano desde que nació, y por eso no se la ve con una imagen tan forzada y vulgar como su amiga de juergas Britney Spears; aunque Paris realmente alcanzó la celebridad mediática con un vídeo porno amateur en el 2003, que luego fue titulado: “1 Night in París” (Una Noche en París). Este truco ha sido imitado por otras estrellas del espectáculo, ya que estamos en la Era de la Pornografía.
A partir de ahí, y con sus incursiones como cantante, modelando en pasarela, su participación en “reality shows”, y por prestar su nombre para vender perfumes, etc.; además, de sus escándalos por andar sin ropa interior con sus amigas de parranda, -lo cual alimentaba el morbo de su “fan club”-, al igual, que sus detenciones por andar conduciendo borracha; han hecho que todo lo que ella haga y/o diga, sea noticia de las páginas y espacios televisivos especializados, porque ella “vende”; es decir, que la demanda morbosa se dispara con Paris Hilton más que con nadie. Los “freelancers” lo saben mejor que nadie, y la persiguen y la asedian por doquier, porque cualquier imagen interesante de ella se convierte en dólares.
Paris tiene una invitación abierta para posar desnuda en las páginas de Playboy Magazine, y es la celebridad más parodiada por los humoristas norteamericanos, aparte de ser “materia prima” para los programas de chismes y “carne fresca” para los de cotilleos.
Paradójicamente ella alcanzó la cima en la atención pública, por haber tocado fondo por su comportamiento, y de ahora en adelante nadie sabe cuál será su estrategia, aunque ya ha dicho que está leyendo la Biblia, y quiere llevar a cabo programas de ayuda social. Entonces, la pregunta es: ¿cuánto tiempo le durará esa actitud de arrepentimiento? Es difícil o casi imposible para una persona como ella, proveniente de una clase alta adinerada, el llevar una vida sin ser el centro de atención y escrutinio, a lo cual está acostumbrada y se mueve como pez en el agua, a menos que se encierre en un convento. Aún así la perseguirían los paparazzi, yo estoy seguro.
El problema de Paris Hilton, es que al no tener su superfama massmediática una “sustancia” en qué apoyarse, se le pueden quemar las alas fácilmente como a una mariposa con las luces, y convertirse en otra víctima más de la voracidad insaciable de los medios de masas. Es como un círculo vicioso adictivo: el aparecer en los medios e interesarle al público, hace que la protagonista quiera salir aún más en ellos, y eso desata las grandes “cacerías” mediáticas, porque el sujeto se convierte en alguien muy rentable, y se retroalimenta con la atención recibida. El ejemplo más notorio fue lo que le ocurrió a Diana de Inglaterra. Aunque Paris diga que ella comprende a los paparazzi porque sólo “hacen su trabajo”.
El tener que asombrar o producir un shock a una audiencia permanentemente, -típico de las clases dominantes-, para así crear tendencias de comportamiento y marcar pautas, crea un estrés que no todo el mundo puede soportar; la ventaja de Paris, nacida y criada en la opulencia, es que se lo toma con mucha naturalidad, y de ahí su gran poder massmediático. Imagínense por un momento que a Paris se le ocurriera aparecer en un espectáculo, o en una gran celebración o fiesta, vestida de prisionera; eso se podría convertir en una moda instantánea en el mundo entero.
El llamado por los psiquiatras “déficit de atención” no explica del todo el comportamiento de Paris, porque ella es un personaje que se desenvuelve a las mil maravillas ante los medios. No es un problema de que no le dieran el suficiente cariño cuando era niña.
Al ser entrevistada después de salir de la cárcel en el programa de amplia audiencia: Larry King live, -que por cierto tiene una escenografía que favorece a las personas rubias como Paris, porque las luces y el fondo que representan el mundo tienen un predominio de color azul oscuro complementario-, ella afirmó muy convencida: “yo me considero a mí misma como una persona normal”. Eso no se lo cree ni ella, por más maquillada y bien peinada que estuviese en la entrevista.