México (PL).- Para ser un mexicano auténtico hay que asumir tres actos imprescindibles: vociferar un grito a lo mariachi, bailar un jarabe tapatío y tomar de un tirón un buen trago de tequila, según se afirma en esta capital.
Es como una síntesis de la nacionalidad mexicana. En ello la representación musical de los mariachis conforma un componente significativo de identidad y del folclore en el país.
Los mexicanos preservan con esmero esta manifestación musical vernácula y se cuida cada día que no pierda su originalidad, vigencia e importancia, incluso los cultivadores mariachis buscan constantemente nuevas propuestas y fusiones encaminadas a conservarle la pureza.
Musicólogos locales no tienen duda en sostener que tuvo su cuna en el estado de Jalisco, aunque el término mariachi no consigue, etimológicamente, unanimidad al definirse su génesis. Al contrario, proliferan las versiones.
Se afirma que la palabra mariachi es obra y gracia de los franceses, quienes llegaron a tierras aztecas para abrirle paso a Maximiliano de Habsburgo, el cual fuera emperador de México.
Con cierta sátira, historiadores nacionales exponen que a no pocos connacionales modernistas les encantó la idea de que el nombre de este símbolo de la cultura nacional tenga como origen de pronunciación el francés.
Esa versión bastante recurrente indica que en las presentaciones de bodas, bautizos, serenatas y a veces hasta en defunciones, esa música mexicana tuviera un fuerte impacto en los galos recién llegados.
Estos entonces preguntaban en su idioma -se afirma-, "qu'est-ce que c'est?", y alguien de la misma lengua le respondía con cierta displicencia "c'est un mariage".
Otra versión asumida como más auténtica precisa que el término mariachi era utilizado en Jalisco muchísimo tiempo antes de tener noticias o conciencia de la existencia de franceses.
No existe precisión de cuándo apareció exactamente la palabra, aunque determinados investigadores del tema atestiguan que en un sitio tapatío llamado Cocula vivió una cantante llamada Maria C., cuyo nombre fue derivando en Maria Ce y luego en Maria-Che.
Otro apunte, de la flora jalisquense, contempla el nombre de un árbol llamado Mariachi, en tanto en su vecino estado de la costa central del Pacífico, Nayarit, un ranchero llamado Victoriano Roa inscribió en 1825 su propiedad con igual nombre.
Relatos legales atestiguan que el término mariachi aparece en varios documentos, en notarías de Tepic, capital del estado mexicano de Nayarit, colindante con Jalisco.
Por último, en 1981 se encontró una carta escrita desde la iglesia de una comarca, enviada por el párroco al arzobispado, dando cuenta de un escándalo en 1848, provocado por la presentación pública de un grupo mariachi.
Sea cual sea el origen del término, lo cierto es que no solo para Jalisco esa música es un símbolo tradicional, pues así lo asumen también otros estados vecinos como Michoacán, Colima, Nayarit y Zacatecas.
En determinados sitios como Cocula, Tecalitlan y la Sierra del Tigre, llegaron a conformarse estilos propios de la música mariachi que ya han desaparecido.
Pero los mariachis no solo se encuentran hoy en Jalisco y sus alrededores, están extendidos por todo el territorio de México y representan para muchas familias su sustento fundamental.
La Plaza Garibaldi del Distrito Federal es la máxima expresión mariachi, que a su vez representa un negocio para no pocos mexicanos. Allí se pueden arrendar los servicios desde un solista, un trío o un sexteto hasta una orquesta para amenizar una fiesta familiar o una serenata.
En la zona de los canales de Xochimilco, a bordo de sus típicas Trajineras, es posible también "alquilar" la música mariachi, cuyo mayor reconocimiento internacional lo representa el otorgamiento de un Grammy en su ceremonia anual 49.
El Grupo premiado fue Mariachi del Sol, cuyo nombre aparece recogido hoy en la colección seriada de José L. Hernández (1994), junto a otros famosos exponentes como Pedro Infante, Lola Beltrán, Lucha Villa, María de Lourdes, Miguel Martínez y otros muchos más.
Desde luego que si alguien se anima a contratar mariachis, debe saber que en su página web http://www.mariachi.com.mx/contrataciones/html encontrará una tarifa de 250 dólares para una breve serenata de un septeto, y si se extiende a una hora, entonces son 300 dólares. A mayor cantidad de músicos, sube proporcionalmente el precio.
*El autor es Corresponsal Jefe de Prensa Latina en México.