La retina (superficie interna del fondo del ojo) es, junto con el aparato cardiovascular, el sistema renal y los nervios periféricos; uno de los blancos más frecuentes de la diabetes; aunque la enfermedad afecta numerosos órganos, con la particularidad que no suelen aparecer síntomas hasta que el daño producido es importante.
Se calcula que, al cabo de cinco años de diagnosticarse la diabetes dos de cada diez personas que padecen esta enfermedad, presentan síntomas de ceguera por retinopatía.
Aunque realizando los controles adecuados y trabajando en conjunto, el médico diabetólogo y el oftalmólogo pueden evitar la progresión del daño ocular, si esos exámenes no están coordinados, fallan.
Entre los menores de 60 años, la diabetes es la causa de ceguera más frecuente. De ahí que sea tan importante abordar esta enfermedad realizando un esfuerzo mancomunado entre el diabetólogo y el oftalmólogo.
TIPOS DE CEGUERA RELACIONADOS CON LA DIABETES
En los diabéticos la ceguera puede producirse a partir de la exudación de los vasos sanguíneos intraoculares, o como consecuencia del crecimiento anormal de nuevos vasos más débiles y propensos a la fractura, situación que genera lesiones y hemorragias.
La primera variante recibe el nombre de retinopatía diabética no proliferativa, y es la más frecuente. La segunda, generada a partir de la neovascularización, se denomina retinopatía diabética proliferativa y reviste mayor gravedad. Ambas afecciones pueden coexistir o presentarse por separado.
La incidencia de esta enfermedad no presenta variaciones si se compara el sexo femenino y el masculino, aunque los especialistas remarcan que durante el embarazo aumenta la posibilidad de tener problemas visuales si la mujer tiene diabetes.
CONTROLES ADECUADOS
Lo más importante a tener en cuenta para ambos sexos es la necesidad realizarse controles para detectar la enfermedad en su inicio y poder tratarla, ya sea mediante fotocoagulación (rayo láser) o con drogas angiogénicas. Abordándola precozmente, la retinopatía diabética se puede revertir y evitar las hemorragias que dañan significativamente la retina
Ante el descubrimiento de una retinopatía lo primero que debe hacer el médico clínico es mejorar el control de la diabetes, dado que hay numerosos estudios que prueban que existe relación entre la hemoglobina glicosilada (HbA1), medida utilizada para conocer el grado de control de la diabetes, y la afectación de la retina. Si el nivel de hbA1 se mantiene aceptable, es posible evitar o retardar el desarrollo de las complicaciones típicas de la enfermedad.
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