La voluntad de reunificación de los reformistas está prácticamente consumada desde el momento mismo que el candidato del PRSC no pierde la oportunidad de proclamarla y pregonarla, independientemente de las gestiones y contactos particulares que pudieran estarse efectuando al efecto; algunos por encomienda pero la mayoría por iniciativa propia.
Esta voluntad está incluso por encima de la amnistía enarbolada por sectores direccionales del partido y adversarios, por varias razones.
La primera, por que en toda campaña electoral y una vez elegido el candidato presidencial, el protagonismo se desplaza hacia el candidato con el sacrificio que automáticamente conlleva para la dirección de un partido. De allí que no se entiende como y por que algunos voceros de la diáspora reformista se han rasgado la vestidura, centrando sus dardos contra la dirección del partido, en torno a la resolución que encomienda a una comisión encabezada por el candidato del PRSC cuando éste ha sido el propulsor del tema en los organismos internos del partido y en el debate público
La segunda, por que el término que se ha venido usando y rebatiendo, de amnistía, requiere ser analizado desde el punto de vista político para determinar su pertinencia para el caso que nos ocupa, de conformidad con el concepto y términos definitorios del mismo; como tampoco es necesario, de acuerdo a la tradición reformista, para sellar la reunificación. De acuerdo al diccionario de la Real Academia, en la definición de amnistía, se encuentran expresiones como: “olvido de delitos…. a cuantos reos tengan responsabilidades análogas”. ¿Cuales y quienes cometieron delitos y si están todos los reos que cometieron acciones análogos? ¿Acaso no fue un delito mayor contra el reformismo y contra la nación, por viabilizar un gobierno como el que tiene la nación en estos momentos, el expulsar un ex Presidente de la República y los dos Vicepresidentes de Balaguer durante sus últimos años de gobierno, en circunstancias que los vicepresidentes de los demás partidos prácticamente se constituyeron en sucesores del liderazgo de estos hasta conquistar la Presidencia de la República, siendo el PRSC el único partido que no ha logrado la proeza de alcanzar el poder una vez perdido su liderazgo por antonomasia? ¿Acaso no fue mayor el delito de no impedir que se tomara esa decisión en el 2003 quienes tuvieron la oportunidad y la posibilidad de hacerlo? ¿Quiénes son los reos y que delitos se deben olvidar? ¿Los expulsados, los que expulsaron o los que pudiendo evitarlos incurrieron el pecado de omisión?
En tercer lugar, no es necesaria ninguna amnistía, término circunscrito a un otorgamiento por ley de Estado, para superar discrepancias políticas; mucho menos dentro de la tradición reformista caracterizada por una formalidad que deja mucho que desear, prueba de lo cual es la falta de registros de membresía direccionales, inscripciones y carnetización. Muchos ejemplos se tienen, incluso algunos de los que increpan erróneamente la dirección del partido por la decisión que comentamos, de faltas similares cometidas para luego retornar simple y llanamente sin que haya mediado resolución alguna; y en ocasiones recibidos con apremios y aplausos con rangos direccionales mas significativos que los precedentemente desempeñaban. Quienes pretenden, además, someter la competencia partidaria a los cánones del ejercicio estatal, olvidando que la lucha política se sustenta en el aunamiento de voluntades por encima de la formalidad rodeada de tintes burocráticos
Las expulsiones que motivan la amnistía de referencia, debe pues considerarse, simple y llanamente, extinguida por la fuerza de los hechos. Y por la fuerza mayor que exige a los reformistas el reunificarse para ofrecerle a la nación la oportunidad de tener un gobierno sensible y responsable, que se ocupe y preocupe de la suerte de los gobernados, que centre su accionar en las ejecutorias y realizaciones en lugar de los simulacros y operativos muchas veces limitados a servir de poses de campañas publicitarias, que tenga valor y conocimientos para encarar situaciones conflictivas. Y que disponga de una experiencia como referencia de políticas públicas con resultados que sean de utilidad para el actual estado en que se encuentra la nación.
Esto último es lo que puede representar el PRSC y su candidato ante la próxima contienda electoral, a pesar de, y resurgiendo de, las desfavorables preferencias electorales en que se encuentra en este momento.
Para este resurgir del PRSC, resulta imprescindible la reunificación que predica su candidato presidencial; y que de seguro está poniendo en práctica con el estilo que le es propio.
Esto es lo vital e importante; y es lo que reclama la dominicanidad, al margen de debates estériles que a lo único que conducen es a cercenar las posibilidades de que el reformismo vuelva al poder para beneficiar el estilo de gobierno predominante, cuyos resultados basta medirlos en las disminución de las preferencias electorales de su cabeza, aún después de ganar las primarias del PLD.