Comoquiera que se la llame, siempre se trata de una expresión del mundo interno del fotógrafo. Es una manera que tiene el cultor de la cámara para comunicar sus sentimientos, y el bártulo fotográfico no es más que el instrumento para la materialización del mensaje.
Otro problema diferente es el destinatario del mensaje, que puede no entender lo que se le quiere decir, o en el mejor de los casos, no gustarle. Pero, ¿quién es el culpable?, la verdad es que puede ser cualquiera de los dos, o ambos a la vez.
Ya John Szarkowsky, quien fue curador del departamento de fotografía del MoMA (Museo de Arte Moderno de New York), decía que la fotografía artística era como un eje con dos polos: en un extremo estaba la fotografía-ventana (realista), y en el otro tenía a la fotografía-espejo (fantástica), en el cual fluctuaban todos los artistas de la lente. Esto implica que prácticamente no existen fotógrafos en estado puro, en el sentido de ser absolutamente realistas o totalmente creativos.
Si nos atenemos a la foto copiada que nos entregan en el laboratorio, podemos notar que posee una superficie lisa por el lado donde aparece la imagen, que produce una sensación al tacto; si la olemos, comprobaremos que despide un olor a productos químicos; y si nos atrevemos a morderla con cuidado, para no envenenarnos, nos daremos cuenta de su sabor amargo. Esto implica que ni la sensación al tacto, ni tampoco el olor ni el sabor se corresponden con lo real. Mucho menos se siente la brisa fresca de la playa, ni la bachata del vecino en la arena…en el supuesto de que fuese una foto playera.
Por esas causas hay gente que opina que el verdadero realismo fotográfico no existe, así de sencillo; y se ha dedicado a emplear su cámara de formas más creativas y fantasiosas. Si el llamado realismo, no es tal, también tiene que ser válida, y con su dosis de realismo, aquella expresión fotográfica que magnifique el universo interior del artista de la fotografía.
Hay que reconocer que muchos fotógrafos-espejo no reflexionan al respecto, sino que simplemente hacen lo que les gusta sin pensárselo dos veces.
Ahora bien, ¿qué se puede expresar con una fotografía? Obviamente cualquier idea, sensación, o sentimiento, lo cual no es poco.
No obstante, conviene aclarar que en esta categoría fotográfica,- al igual que sucede con el arte abstracto, o con la poesía, por poner sólo dos ejemplos-, se refugian muchos incompetentes, que se creen que por hacer cosas “raras” ya está haciendo arte experimental; y pueden, incluso, engañar a mucha gente.
La variable más compleja en una pieza fotográfica es el tiempo, sin lugar a engaños, ya que el fotógrafo lo que hace es una especie de “corte transversal” en el tiempo. Y esta variable temporal remite a un concepto filosófico, porque ¿qué es el tiempo?, o ¿pasa realmente el tiempo, o pasamos nosotros en él? De todas formas, la cámara lo mide. Si se combinan dos o más imágenes, se está haciendo una mezcla del “aquí-ahora” con el “allá –después”. Y si se usa una velocidad lenta, se podría interpretar como un “resbalón” o “patinazo” en el tiempo…en cambio si se dispara con una cámara motorizada, en cierta medida se “persigue” al tiempo, o si se difumina la imagen, se vuelve hacia atrás el tiempo, y así por el estilo.
Empero, como decía el poeta, ensayista y filósofo francés, Paul Valéry: “La mayor libertad nace del mayor rigor”, y esto es algo que tienen que aprender aquellos que son partidarios de las cosas inauditas.