Una de las lecciones del paro nacional no es otra que la necesidad de replantearnos el futuro de la nación dominicana. La inconformidad latente no amerita posposiciones, hay que actuar para superar el ánimo de frustración reinante en gran parte de la población.
El Gobierno debe de aceptar con humildad el mensaje de aquellos que desearon expresarse en contra del estado actual de cosas que vive la nación dominicana.
Minimizar esa expresión ciudadana de repulsa a las acciones oficiales podría ser momentáneamente bueno para el gobierno, pero no así para el futuro mediato del país.
Empeñarse en el uso del poder mediático para crear la percepción de que la huelga fue un fracaso podría ayudar al gobierno en dos o tres días. Sin embargo, lo saludable es atacar las causas de las quejas que llevaron a la protesta para evitar nuevas y peores jornadas.
El Foro Social Alternativo tampoco debe ser tratado como un grupo de gente que a toda costa anda en busca de un espacio político en la sociedad.
En ese núcleo de grupos sociales y populares se anida una visión de los problemas nacionales, una inquietud de lo que pasa en el país, y no deben ser depreciados y menos subestimados.
El gobierno, por lo tanto, no debe plantearse un diálogo con estos grupos como táctica para bloquear sus iniciativas. Debiera ir a la mesa de negociaciones a escuchar con sinceridad sus planteamientos.
Después de la huelga, sin importar que se piense si fue un éxito o un fracaso, lo que manda es trabajar para que cada dominicano y dominicana se sienta orgulloso de vivir en esta tierra y de seguir luchando por ella.