En el gobierno hay un funcionario que es quien mayor riesgo corre por los desafíos que enfrenta a diario y en dos ocasiones lo he visto solo.
Una en su vehículo, manejándolo, sin un alma, protegido sólo por su coraje de hombre valiente.
La más reciente ocasión en que lo vi solo fue el domingo. Entraba a un conocido establecimiento comercial sin que nadie lo escoltara.
Se lo mostré a alguien conocido que estaba a mi lado. Le dije, mira, ese es fulano, es un alto militar, con rango de mayor general, chequeas que anda solo. No tiene miedo.
De manera que para agenciarse una escolta aquí, no tiene que haber amenaza, basta con tener miedo. O afán de exhibición social.
Ahora que el doctor Rafael Molina Morillo, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, y maestro del periodismo dominicano, ha expresado su rechazo a que periodistas anden con escoltas, debo resaltar el ejemplo que para mi tiene ese alto militar.
No digo su nombre ni su rango, porque seria una indiscreción que se prestaría a que el crimen tome carta en el asunto.
Siempre he creído que hay escoltas que reflejan el tamaño del miedo de quien la carga. Lo más que aspira un gran cobarde es a una gran protección.
En el caso de los periodistas que se agencian protección oficial, lo hacen para revalidar su status social. No porque haya peligro al acecho.
Si usted logra un carro del último año, trajes costosísimos, influencia y poder social, sólo le faltaría un oropel detrás que ponga en evidencia que en verdad usted ha ascendido socialmente.
Mientras ese digno militar anda sólo, pero, insisto pese a los riesgos que a diario corre, funcionarios y periodistas se exhiben con grupos de espalderos, pagados por el Estado, por miedo no se sabe a quien.
Ahora recuerdo, que siendo Director de Prensa de la Corporación Estatal de Radio y Televisión (CERTV), el jefe de seguridad me visitó a mi oficina para decirme que necesitaba de un oficial de seguridad. No se si había amenaza en mi contra que motivaran esa sugerencia.
Le respondí que nada haría con eso, pues cuando dejara el gobierno iba entonces a andar sin ese servicio y que el riesgo para mi iba a ser el mismo. Y le dije que si alguien desea en verdad matar a uno, lo mata con todo y espaldero, de modo que para mi eso no tenía importancia.
De modo que comparto lo planteado por el doctor Molina Morillo, no es correcto ni se justifica que haya periodistas con guardaespaldas, menos en un país donde no se puede decir que haya amenaza para los periodistas como para que sea necesario ese tipo de protección.
Pero como se sabe, cada quien es dueño de su decisiones, y más si hay un Estado con abundante personal como para ponerlo al servicio de quienes desean exhibirse como gente de poder, pues allá ellos. Lo único que el día en que el gobierno que lo apoya abandone el Estado, ellos caminarán las calles de Dios como civiles mortales.