Uno siente que ahora está más incomunicado que nunca, a pesar del internet. Tenemos amigos fuera del país a los que nos pasamos meses sin ponerle un correíto que recree la amistad añeja, o recibir uno de su autoría. A lo sumo, ocasionalmente mandamos fotos sin comentario alguno.
El Internet, sin dudas, ha agrandado las posibilidades de comunicación de toda índole y ha hecho que los mares infinitos se estrechen y que, en segundos, un amigo o amiga que reside en Tokio, sienta el calorcito de unas líneas digitales.
Los correos electrónicos son puentes que, sin embargo, no sustituyen las energías transmitidas a través de la línea telefónica o el encuentro “tú a tú” con el amigo o la amiga que se siente en los poros, en la respiración, en los espacios y en cada calle recorrida.
Ese afecto personal o telefónico es una especie de presión que lo exhiben el paso de las semanas, que provoca que llamemos a las personas de nuestros afectos para saber de ellas más personalmente.
Pienso que los correos son nuestros aliados silenciosos en la soledad de la enfermedad, en los momentos de tristeza, en la lejanía forzada o en los viajes de trabajo. Ellos nos contentan o nos entristecen también. Son como los barcos, que llegan y se van y en sus sirenas dejan las borrascas de la tristeza y los augurios de nuevos retos.
Una queja que no debo dejar de expresar de los correos es que los llamados “correos basura” son resultado de la impertinencia y el irrespeto de las empresas por ocuparnos su atención en un producto, mercancía o servicio. A veces esos mensajes representan el 80 por ciento de todos los que recibimos diariamente en nuestros computadores.
Los “foward” son otro atentado contra nuestro tiempo. Hay personas que se dedican solamente a eso y gastan la atención de otros que, como yo, no leen sus mensajes, los borra y los anota en su lista de correos indeseados.
Los que se dedican a reenviar los “foward” corren el riesgo de ser víctimas del cuento del lobo, que de tanto presagiar su llegada nadie creyó cuando se acercaba.
Yo, particularmente, los tengo borrados de mi lista de contactos y no abro uno de ellos ni que me maten.