PARÍS, jul (IPS) – Los ingresos petroleros inundaron en los últimos decenios países como Angola y Nigeria. Aun así, algunos observadores consideran que la creciente demanda de biocombustible abre nuevas posibilidades para África. Los combustibles alternativos a los derivados del petróleo, el gas o el carbón –líquidos o gases destilados de la biomasa– emiten menos dióxido de carbono.
La mayoría de los científicos atribuyen el recalentamiento del planeta a las emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, que impiden que el calor generado por la luz del sol en la superficie de la Tierra se disipe luego fuera de la atmósfera.
Gran parte de África meridional, incluidos Angola, Mozambique y Sudáfrica, parece ser un buen lugar para aquellos que buscan una alternativa a los combustibles fósiles.
Eso no pasó inadvertido en Europa.
En "Estrategia europea de energía sustentable, competitiva y segura", informe elaborado en 2006, la Unión Europea (UE) afirma: "La nueva estrategia UE-África, que prioriza las interconexiones de sistemas energéticos, también puede contribuir a diversificar las fuentes de suministro de gas y petróleo a Europa."
El documento subraya, además, la necesidad que tiene este continente en diversificar sus recursos energéticos.
"Hay un mercado potencial en Europa en la materia", señaló Teodsio Bule, del Secretariado Técnico de Seguridad Alimenticia y Nutricional, con sede en Maputo, capital de Mozambique.
"África está cerca de la UE, y el bloque está dispuesto a contar con más biocombustibles. Queremos aprovechar el hecho de que África sea uno de los proveedores con más probabilidades", explicó.
Más de la cuarta parte de las inversiones de la institución financiera de la UE, el Banco Europeo de Inversiones, en África subsahariana, se concentra en los sectores de energía, petróleo y gas, y alcanza cerca de 600 millones de euros (más de 800 millones de dólares) desde 2000.
Una de las cartas a favor del continente que apareció en los últimos años fue la creación de la Unión Africana (UA), según varios funcionarios del bloque europeo.
La UA es un bloque de 53 países, todos los de África, creado en 2001 con el propósito de tener una moneda única, fuerzas de defensa comunes y promover los derechos humanos.
La UA sucede a la Organización de la Unidad Africana, creada en 1963 y disuelta en 2002.
Pero los tiempos cambiaron, muchas de las prolongadas guerras civiles terminaron y hubo elecciones relativamente transparentes y justas en países como República Democrática del Congo y Liberia, otrora asolados por la corrupción.
"La relación entre ambos bloques, que era de tipo donante-beneficiario, evoluciona a una de diálogo acerca de varios asuntos y no sólo se concentra en cuestiones de desarrollo", señaló Marie-Laure de Bergh, funcionaria del Centro Europeo de Gestión de Políticas de Desarrollo, con sede en Bruselas.
Uno de los jugadores fundamentales del desarrollo de proyectos de biocombustibles en África, según varios analistas, fue Brasil, que en muchos sentidos inició el proceso en 1975, cuando lanzó un programa para un motor que funciona con etanol.
Según la Unión de Industrias de Caña de Azúcar, de Sao Paulo, alrededor de 56 por ciento de la cosecha de este año se destinará a la producción de etanol.
En la década del 70, cuando Brasil fue golpeado por los elevados precios del petróleo, la dictadura de la época lanzó un programa nacional para reducir la dependencia del país en las importaciones de crudo fomentando la construcción de plantas de etanol y otorgando préstamos de bajo interés a las compañías azucareras imponiendo subsidios para mantener bajo el precio del combustible.
A mediados de los años 80, la mayoría de los automóviles nuevos del país funcionaban con etanol y su dependencia en el crudo importado cayó de alrededor de 80 por ciento a fines de los 70 a 45 por ciento en 1990.
Pero cuando el precio de la gasolina volvió a caer a fines de los 80, la demanda de etanol se estancó. La industria fue, en gran parte, salvada a fines de los 90 a iniciativa del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, para poner fin a los subsidios del sector azucarero, alentándolo así a una nueva etapa de competencia e innovación.
Ahora la experiencia brasileña con el etanol puede servir como modelo para los biocombustibles en África.
El presidente Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, forjó acuerdos de cooperación técnica en cuestiones agrícolas con Angola y Mozambique, que tienen el objetivo de impulsar el desarrollo de combustibles alternativos.
La compañía petrolera de Brasil, Petrobras, se unió a la empresa de energía italiana Eni para estudiar la exportación de biocombustible de África a Italia.
La medida fue propiciada por la instalación fines de 2006 de una oficina de la institución estatal brasileña Embrapa, dedicada a la investigación en agricultura y biotecnología, en Accra, capital de Ghana.
Embrapa ya comenzó a ayudar a Angola a impulsar la industria de biocombustibles sobre la base de la soja, y ahora apunta a Mozambique.
Pero el impulso al combustible alternativo en África no avanza sin críticas.
En Sudáfrica, en medio del impulso hacia la instalación de fábricas de etanol a partir del maíz y la creación de 55.000 nuevos puestos de trabajo en áreas rurales, la industria recibe críticas por contribuir a un rápido aumento del costo de los productos básicos de la población más pobre del país.
El precio de alimentos como el maíz y el azúcar se elevó el año pasado 28 y 12,6 por ciento respectivamente.
En una conferencia de biocombustibles realizada este mes en Bruselas, la UE se propuso el objetivo de tener 10 por ciento de vehículos en base a combustible alternativo para 2020, meta que si se cumple será en base a importaciones de África.
"Las naciones en desarrollo no pueden permitirse perder este tren", señaló en el encuentro Louis Michel, comisionado europeo de Desarrollo y Ayuda humanitaria.
"Europa debe invertir en este nuevo y prometedor mercado y ayudar a estos países a desarrollar una producción sustentable de biocombustibles, con respeto por el ambiente, responsabilidad social y acceso justo al mercado", añadió. (FIN/2007)