El presidente Leonel Fernández, como otros mandatarios dominicanos, busca tener su propia Constitución. Si bien la modificación constitucional del gobierno de Hipólito Mejía puede calificarse como travesura, no se puede negar que tuvo un punto luminoso, como es la eliminación del continuismo que tanto daño le hizo al país.
Con la Constitución de Hipólito, un presidente sólo tiene derecho a presentarse una segunda ocasión. Perdiera o ganara, no podría volver a ser candidato a la Presidencia ni a la Vicepresidencia de la República, "nunca jamás".
El artículo 49 del texto constitucional señala que "El Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo. El Presidente de la República podrá optar por un segundo y único período constitucional consecutivo, no pudiendo postularse jamás al mismo cargo, ni a la Vicepresidencia de la República".
Ese es más o menos el esquema de los Estados Unidos, que permite que un partido sea poder por muchos años, pero no por una misma persona.
El presidente Fernández abogó durante muchos años por ese modelo estadounidense. Pero agotado ese tiempo, que puede ser cuatro u ocho años, termina su posibilidad de volver al cargo.
Nadie hizo más énfasis en el modelo estadounidense que el presidente Fernández. De la misma manera que reclamaba una reforma constitucional mediante una Asamblea Constituyente. Pero tan pronto Fernández llegó al gobierno, cambió sus ideas. Ya no quiere Asamblea Constituyente, ahora quiere asamblea revisora, es decir, quiere limitar la participación de la gente. La Constituyente era buena cuando su partido no controlaba el Congreso. Ahora el modelo norteamericano de un mandato y otro opcional en manos del pueblo, tampoco le parece bueno. Ahora quiere un traje a su medida, a sus años de edad, a sus intereses políticos, muy, pero muy particulares. Igualmente, antes, cuando no era poder, se oponía a la reelección presidencial, ahora quiere reelegirse.
¿Qué quiere el Presidente? Eliminar el "nunca jamás" del artículo 49 de la Constitución, lo cual le permitirá ser un candidato sempiterno. Quiere ser candidato en el 2008, en el 2012, en el 16, y así sucesivamente, mientras tenga vida, como Balaguer.
¿Qué más quiere? Reducir el porcentaje de un 50 a un 40 o 45 por ciento para ganar en la primera vuelta, lo que le haría más fácil y cómodo reelegirse. Es verdad que el 50 por ciento es mucho, pero fue impuesto para impedir que el doctor Peña Gómez llegara a la Presidencia de la República. Se trató de una trampa maldita contra un hombre bueno como Peña Gómez.
El presidente Fernández ha encontrado una piedra en su camino. Se llama Danilo. Para lograr sus propósitos de modificar la Constitución, el jefe de Estado necesita los votos que tiene Danilo en el Congreso. Requiere de los 12 senadores y los 52 diputados que se mantienen firmes a pesar de los intentos de sobornos y de otras indelicadezas de parte del gobierno. Por eso está buscándole el lado a Danilo, ¡porque lo necesita!
Fernández no las tiene todas consigo, pues los votos de Danilo Medina, del PRD y del Partido Reformista, suman mayoría. Si logran unirse pueden producir una contrarreforma.
Pienso que lo más conveniente para Danilo es que las cosas se queden como están. De lograrse, Danilo se convertiría, en el virtual candidato del PLD para el 2012. Ahora bien, si permite o negocia eliminar el "nunca jamás" para volver al pasado, estaría cavando su tumba política porque incluso una buena parte de los que hoy lo apoyan, lo abandonarían para seguir al poder. Danilo se juega su futuro político.
Modificar el artículo 49 eliminando el "nunca jamás" es un peligro para la democracia.
Dado el poder que tiene el presidente Fernández, podría establecerse, mediante acuerdo, el modelo salvadoreño y de otros países, que impide la reelección consecutiva. Según esa legislación, el presidente no se puede presentar en dos oportunidades seguidas, tiene que dejar pasar un mandato antes de volver a ser candidato presidencial.
El presidente Fernández podría prometerle a Medina que no será candidato en el 2012, pero, ¿se podrá creer? Ya faltó a un compromiso de apoyarlo.
Si yo fuera Danilo, si formara parte del equipo de amigos y asesores, le recomendaría que dejara la Constitución como está, sobre todo el artículo 49, que establece el "nunca jamás", porque le da vigencia y le augura buen futuro.