Dominicanas y dominicanos:
Comparezco ante ustedes con el solo propósito de dejar atrás todas las especulaciones que han despertado la atención en muchos de ustedes durante las últimas semanas sobre mis planes y nuestro futuro político como nación.
Durante estos días he estado concentrado en un proceso de reflexión en cuanto a mi participación en la política; sobre qué debo hacer, cuáles son las rutas a seguir, tanto en el futuro inmediato, como a mediano y largo plazo.
En este proceso no he estado sólo. Me han acompañado cientos de dominicanos, algunos, colaboradores de toda la vida, otros, ciudadanos preocupados por la difícil situación del país, quienes desinteresadamente me han brindado consejos, opiniones y diversas alternativas a considerar.
Sobre todo he estado acompañado de Dios, a quien siempre le he pedido que me indique cuál es su plan, cómo cree y quiere que yo sirva a mi pueblo.
A todos los que me conocen les he dicho lo mismo. Nunca hemos aspirado, ni lo haremos ahora, a cargo alguno por interés personal, ni por la búsqueda de beneficios particulares. Nunca hemos aspirado, ni lo haremos ahora, al revanchismo ni a seguir una política de confrontación e insulto.
Mi participación en la política siempre ha sido en absoluta atención al hecho de que entendemos que todos los dominicanos debemos aportar nuestro talento, de acuerdo a nuestras capacidades y competencias, actuando de forma desinteresada, para con ello hacer de la República Dominicana un mejor país.
Atento a esa obligación que tenemos todos, es que les confirmo mi decisión de permanecer activo en la política. En este esfuerzo, nuestro interés no es el de deseo de escalar posiciones, buscar cargos o llegar a componendas secretas por el mero hecho de ostentar el poder. Ni tampoco jugar al malverso juego de quítate tú para ponerme yo.
Permanezco en la política porque no percibo ni en el Gobierno ni en la mayor parte de la oposición, propuestas de alternativas para resolver los problemas básicos de un pueblo que merece mejor respuesta a sus necesidades, reclamos y prioridades de parte de los políticos, pero que no las obtienen porque a la mayoría de éstos sólo les interesa disfrutar de las mieles poder.
En este compromiso de permanecer en la actividad política, me pongo al servicio de los ciudadanos, para darle mi voz a los reclamos que nadie oye, o quiere oír.
Nuestro país sufrió en cuerpo y alma el descalabro económico, el desplome del sistema bancario y la rampante inflación de la pasada administración. A nosotros se nos prometió un cambio y, hoy, precisamente casi cuatro años después, los dominicanos se preguntan ¿dónde está el cambio? ¿A quién benefició el cambio?
Cambió el gobierno y nos cambiaron la carga contributiva de los ciudadanos, la cual fue objeto de tres inmensos aumentos en tres años consecutivos. A raíz de eso, cambió nuestra capacidad competitiva, lo que ha costado más de 60 mil puestos de trabajo perdidos en las Zonas Francas y el turismo y cambió el poder adquisitivo de un pueblo, que ha aspirado a tener bienes y servicios eficientes y que ahora se le han vuelto inalcanzables.
No hay luz. No hay agua. No hay servicios de salud adecuados. No hay buena educación. No hay seguridad en las calles. No hay empleos. No hay salarios razonables. No hay un plan para dirigir el desarrollo de la nación. No hay gobierno. ¿Es ese el cambio al que aspiraba el pueblo dominicano? ¡No! Y, lo peor del caso es que no hay oídos, ni voluntad de oír, ni en el oficialismo, ni en gran parte de la oposición, para así atender las necesidades básicas de la población.
Los últimos dos gobiernos no entendieron, ni acaban de entender lo que le resulta muy claro a la mayoría de los ciudadanos, que mientras los cambios que se estructuren no se sientan en los bolsillos y en los hogares de los dominicanos, no habrá solidaridad social y mucho menos credibilidad en el discurso y accionar oficialista. ¿Por qué? Porque, hasta ahora los cambios sólo han servido para ensanchar las diferencias sociales, beneficiando a los mismos de siempre, a costillas de la clase media y de los menos favorecidos con la suerte.
Este Gobierno está sordo. Gran parte de la oposición está sin discurso. Ambos, sin voluntad de resolver las necesidades de la nación. Todos, sin respuestas. Los servicios básicos de salud, educación y seguridad pública, son sino pésimos, en el mejor de los casos, muy por debajo de lo que merece la población.
Los dominicanos estamos cansados de tantos abusos y buscamos una salida de este atolladero, una luz que nos guíe en la transición de la mala práctica política a un estado de derecho en el que reine la institucionalidad y la seguridad jurídica para hacer valer los derechos de todos los ciudadanos. Necesitamos encaminar al país por senderos de prosperidad a través de un cambio verdadero. Aspiramos a que primen los principios y valores cristianos que siempre han caracterizado a nuestro pueblo, a que triunfe la revolución moral. Ante ese cuadro, ante esas grandes necesidades, tengo la obligación de decir: ¡presente!
Por eso, no puedo abandonar la política y hoy, me declaro independiente, para entregarle mi voz a los que no se sienten representados.
Me declaro independiente para trabajar por un verdadero cambio; para representar a esos sin representación, al igual que aquéllos, que se han identificado con nuestra manera de pensar, a quienes les digo con el corazón en las manos: tengan la seguridad que aquí estaré, libre para poder seguir defendiendo aquello que verdaderamente nos une.
Libre, para junto a este noble pueblo ponernos todos de pie y reclamar, a viva voz, un cambio verdadero. Para decirle a este gobierno: ¡no más! No más indiferencia. No más promesas incumplidas. No más demagogia. No más corrupción. No más impunidad. No más abusos y atropellos. ¡No más!
Libre, para convocar a las nuevas generaciones de dominicanos, a las fuerzas vivas de la nación, para, juntos, buscar soluciones verdaderas a los grandes retos que tenemos por delante y a comprometernos con la causa del país, con el bienestar de la patria, con el bien común, para fortalecer la unidad de la gran familia dominicana, independientemente de las preferencias político-partidistas que hoy son responsables de la gran división nacional.
Libre, para que con la ayuda de las mejores mujeres y hombres y los mejores talentos nacionales, articulemos, juntos, un nuevo modelo económico, que permita un crecimiento sostenido que cree las condiciones necesarias para que se viabilice la inversión en el país, que promueva el renacer y el fortalecimiento de una pujante clase media, se reduzca los impuestos al aparato productivo nacional y se implemente una mejor distribución de los ingresos.
Para ello continuaré a partir de hoy los contactos con la gente, de todos los niveles sociales, de todas las corrientes ideológicas, de punta a punta de nuestra república. Así podré escuchar sus inquietudes, conocer sus necesidades, identificar las prioridades y auscultar las soluciones que, juntos, podemos, lograr. En ese propósito me comprometo a organizar esos reclamos articulando proyectos, denunciando las inequidades, así como los engaños que pretendan aquéllos, a los que lo único que les interesa es permanecer en el poder. Ese es mi compromiso con cada uno de ustedes.
En ese proyecto estaré a su lado. Si hoy sientes que no tienes voz y que no estás representado. Si sientes que el partido al que has pertenecido abandonó los principios, valores e ideales que atesoras. Si estás preocupado por el futuro de esta patria y sólo ves más de lo mismo, te invito a que también te declares libre, porque tenemos que sentirnos seguros, tener fe y esperanza, la misma que nos enseño Juan Pablo II, en su libro "Cruzando el Umbral de la Esperanza", donde dijo lo siguiente, cito: "La esperanza existe, la esperanza tiene fundamento, la esperanza es para todos si queremos aceptarla, a condición de no tener miedo. Como el ángel a Maria "No tengas miedo", igual que el mismo ángel a José: "No tengas miedo", como Cristo le dijo a los Apóstoles antes y después de la resurrección: "no tengáis miedo". Fin de la cita.
Así para emprender la ruta de nuevas políticas, que nos permitan aspirar a un verdadero cambio y posibilitar que trabajemos en pos de una mejor patria. A ese esfuerzo, a esa tarea invito a todos ustedes a que trabajemos en la creación de una propuesta, que esté por sobre banderías políticas, sobre las estructuras partidarias para representar las aspiraciones de nuestro pueblo.
Esa propuesta, "Dominicanos por el Cambio", habrá de tener como su objetivo la integración de todos los dominicanos de buena voluntad, para que trabajemos en un solo propósito: el cambio.
Ese esfuerzo, al que hoy les invito habrá de distinguirse por los siguientes valores y símbolos: Nuestro partido, la República Dominicana. Nuestra bandera, la tricolor. Nuestro lema, el himno nacional. Nuestro compromiso, el cambio verdadero. Nuestra fuerza, el noble pueblo dominicano. Nuestra agenda, las necesidades del país. Nuestro discurso, la defensa del interés nacional. Nuestra fe, en Dios y la capacidad de los dominicanos. Nuestra visión, un futuro en que el bienestar del ciudadano no dependa de una visa de o una peligrosa travesía en yola. Nuestro tiempo, ¡Hoy mismo!
Que Dios bendiga a nuestra República Dominicana, tierra de gente decente, un pueblo honorable, bueno y trabajador que tiene mi compromiso: el de forjar una mejor patria… para ¡todos!
Muchas gracias.