A veces, sin querer, me convierto en corrector no autorizado de algunos medios escritos. Lo hago, de manera furtiva con los diarios, en mi casa o en la oficina, pero la verdad es que siempre saco un poquito de tiempo para enterarme hasta de las cosas ‘sin importancia’ colectiva. Busco espacio para revisar los divorcios de El Nuevo Diario para enterarme -no para chismear- de quienes se liberan del ‘sacramental’ matrimonio.
Una de las correcciones que hago es el relativo a la colocación de las comas. Por ejemplo, algunos diarios -que parece no tienen correctores- publican en ocasiones lo siguiente: “La Jefatura de la Policía, (¿?) anunció hoy la expulsión de 25 agentes sorprendidos ingiriendo en cafetines y lugares de mala muerte, violando una prohibición emanada por el teniente General Bernardo Santana Páez”.
Si observamos bien, la coma fue mal colocada por el redactor, falla que el corrector pasó por alto. Por lo regular me percato del error en las páginas de La Información, el influyente diario de Santiago, a veces El Nacional de ¡Ahora! Y en una caterva de periódicos electrónicos. Me siento mal, en el caso del vespertino de la Avenida San Martí, porque soy de esa familia.
En algunos se publica, con cierta frecuencia, el siguiente título: ‘Aparece cadáver de joven sordomuda’. ¿Y quién le ha dicho al bendito corrector, o como se llame, que los muertos aparecen? ¿Quién ha dicho que los seres inanimados pueden aparecer? Tengo entendido que un cadáver es como una roca, es decir que no tiene vida, algo así como inorgánico, sin capacidad para moverse.
Pero no me quedo ahí. Los diarios, para no decir sus periodistas, cometen el desagradable error de llamarle deportado a un individuo que es devuelto a su país, en vez de decir repatriado. Ese error lo cometen todos los diarios, sin excepción. Lo cometen los antes citados -La Información y El Nacional- el Listín Diario, Hoy, El Caribe, Diario Libre, El Día y El Nuevo Diario. Todos, en cadena, hacen lo mismo.
Los autores de las notas desconocen que los términos deportado y repatriado son diferentes. Y lo mismo parece que le ocurre a los ‘benditos’ correctores que están en las mesas en las redacciones de los diferentes rotativos. Son conceptos con significados diferentes, de manera que a un periodista, que cree que ‘sabe de todo’, no le luce meter tanto la pata de manera tan repetida.
Deportar quiere decir extrañar a alguien de su tierra, confinarlo en otro lugar. O sea, si Roberto Lebrón -y me pongo de ejemplo- es objeto de una repatriación, destierro o exilio, por una u otra razón, eso quiere decir que ha sido obligado a dejar su tierra y refugiarse involuntariamente en el extranjero. Sería igual, semánticamente hablando y como ya dije, que el destierro o exilio, lo que solo se produce en los gobiernos de fuerza.
Repatriar, oigan bien correctores, quiere decir retornar a alguien a su patria, como es el caso de los dominicanos devueltos desde los Estados Unidos. Ese es el término, es decir repatriado, que debe emplearse para hablar de los dominicanos devueltos desde el exterior, a menos que los ‘correctores’ de los diarios, que todos son mis amigos, entiendan lo contrario.
Repatriar, más concretamente, es volver a la patria, contrario a la expatriación, aunque en este caso es algo involuntario. Si Roberto Lebrón, y vuelvo a ponerme de ejemplo, decide irse definitivamente a Bujumbura, capital de Burundi, estamos frente no estamos frente a un auto exilio, a pesar de que el término se emplea así. Estamos frente a un inmigrante. Ahora bien, si en Bujumbura deciden devolverme a República Dominicana seré, entonces, un repatriado.
Los primeros que cometen el error con los dominicanos retornados desde el exterior, después de cumplir penas por diferentes crímenes, son las mismas autoridades (DNCD, Policía, Migración y cualquier otra institución que maneje el tema. Creo que alguna ocasión personalmente he metido la pata, escribiendo los boletines de la DNCD, pero cada vez que tengo la oportunidad hago lo posible para no utilizar el término deportado, el cual cambio por repatriado.
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