A uno se le hace difícil, por más que los especialistas recomienden, llevar las vacaciones de los hijos en medio del trabajo, la cotidianidad y la escasa oferta sana y sin costo de la ciudad de Santo Domingo. En días reciente, continuando con el plan de vacaciones de mi hijo, salí a recorrer los museos de la Plaza de la Cultural y lo que me llevé fue una fuerte decepción.
Resulta que el elegido por nosotros, el de Historia y Geografía, está clausurado y las piezas guardadas no se sabe en qué lugar. Allí hay unos cuantos empleados “cuchichando” sobre la actualidad y nada más.
Luego me dirigió al Museo de Historia Natural y, aunque abierto, también me decepcioné bastante, pues resulta que de los 11 espacios disponibles, dos estaban cerrados, la mayoría carece de un lenguaje infantil adecuado y el mal olor es insoportable en todas partes.
Si uno se fija de la oferta de la capital, no tenemos donde llevar a nuestros hijos. Tenemos el Jardín Botánico, el Zoológico, el Acuario y la Zona Colonial. Nada más, lo demás no es adecuado para los niños menores de 10 años.
Es decir, si no podemos pagar un campamento y ante la inminencia del retorno a la escuela, qué opción tenemos.
Con esa exigua oferta, ¿cómo vamos a ganar la batalla a la televisión con la educación de nuestros vástagos?
Qué pena por este país.