Pinturas acrílicas y óleos: Deben mantenerse siempre libres de polvo, pero no le aplique ningún producto de limpieza. Si consideras que están muy sucias, consulta a un experto.
Marcos de cuadros, pedestales, esculturas y otras pieza de madera: No los humedezcas, sólo pásales regularmente un paño suave y seco para mantenerlos bien limpios.
Cerámicas: Primero prueba pasándoles por una esquinita un paño humedecido con agua, para ver si destiñe. Si no les pasa nada, límpialas por completo. Su sucede lo contrario, hazlo solamente con un paño suave y seco. También puedes usar una brochita de cerdas bien suaves, para sacarles el polvo de aquellos lugares en donde no penetre bien el pañito. Otro método que da muy buen resultado es "soplarlas" con el secador de pelo, fijado en aire frío o en el ciclo más lento.
Bronce, cobre y esmalte: Utiliza limpiadores comerciales formulados especialmente para cada material y sigue las instrucciones de las etiquetas. Si no dispones de ellos, pásales solamente un paño suave y seco.
Tapices: Límpialos con las aspiradora 4 ó 5 veces al año, pero usa el cepillo suave que ésta trae y conéctala a la menor velocidad posible. Además, cuando vayas a limpiar uno, limítate a comenzar por áreas pequeñas y no todo de una vez. Y si es de un material muy delicado, coloca una tela metálica fina entre el tapiz y el cepillo. Este método se puede aplicar también a los tapetes, alfombras y cuadros pintados sobre tela o a los que son bordados, pero tomando la precaución de desmontarlos previamente.
El cristal de los cuadros: No le apliques directamente el líquido limpiador. Si haces esto, aunque se con un rociador, corres el riesgo de que el líquido se escurra y manche el marco. O también puede penetrar hasta la tela o la cartulina pintada. Lo mejor es que humedezcas con el producto un pañito bien suave y limpies éste con el cristal.