Los dominicanos no debemos perder la fe en el futuro, no importan las señales negativas que a diario reciban.
De malos augurios está llena nuestra historia, sin embargo hemos sobrevivido hasta el día de hoy. No podemos decir que vivimos peor que aquel día glorioso del cañonazo del 27 de febrero cuando se formalizó el nacimiento de la nación dominicana.
Ahora bien, eso no significa que seamos indiferentes a los gravísimos problemas que nos agobian, muchos de ellos generados por aquellos que sólo halan para su lado. Hemos avanzado mucho más de lo que a diario cascarean algunos cuando no son beneficiario del poder, pero no tanto como quieren pintarnos los que “ordeñan la teta de la vaca”.
El conformismo es la peor receta para un pueblo. Y ante los males nacionales, identificados la mayoría de ellos, se requiere con urgencia de ciudadanos se pongan de pies y enfrenten con decisión el lastre de la corrupción que al parecer es un mal endémico de la sociedad dominicana.
Urge un movimiento nacional que procure el adecentamiento de la sociedad, comenzando por la administración pública, desde donde a diario surgen las peores señales de deterioro moral y ético, y llegando al sector privado que es copartícipe de ella.
Los ciudadanos y ciudadanas tienen que unir voluntades y salir a reclamar acciones moralizadoras de parte de aquellos que están llamados a sancionar las malas acciones de quienes como aves de rapiñas se comen todo lo que encuentran en la administración pública.
Tal y como lo dijera recientemente en una entrevista televisiva el destacado empresario José León Asensio, presidente del Grupo León Jimenes, quien expresó en una entrevista televisiva, su optimismo por el futuro de la nación, pero decia que era necesario que se respeten las instituciones.
Debemos ser optimistas, es cierto, decía León Asensio, quien en un tono delicado recomendó que se debe luchar contra la corrupción pública y privada, que es la combinación más fatal que afecta a la democracia dominicana.
Y si a esa combinación de corrupción pública y privada se agrega la indiferencia del ciudadanos, entonces el futuro sería fatal.
De modo que alcémonos todos contra esos males, sin que con ello caigamos en el pesimismo de creer que todo esta perdido, sino para ajustar cuentas con la perversidad y forjar una mejor nación para las venideras generaciones.