Dice una máxima jurídica que, "a confesión de parte, relevo de pruebas".
Esto significa que si un acusado de cometer un delito o un crimen de la naturaleza que sea confiesa haber cometido el hecho o los hechos, no es necesario presentar pruebas.
"A confesión de parte, relevo de pruebas".
"Los pocos recursos de que dispone el Estado han sido pésimamente administrados, lo que ha permitido que servidores públicos de todos los niveles y categorías emprendan una competencia absurda por ver cómo acumulan más riquezas, si por medio de la plusvalía o a través del robo al Estado".
"Se ha convertido en un hecho cotidiano ver cómo funcionarios se transforman en millonarios, lo que aleja cada vez más la posibilidad de que los pobres superen el estado de miseria e indigencia en que viven".
"Es una desgracia que muchas personas en este gobierno, en el pasado gobierno y en los otros gobiernos se hayan enriquecido impunemente, afectando de manera sensible el desarrollo del país y la mejoría en su calidad de vida".
"Lo que estoy diciendo es una queja a todos los gobiernos, incluyendo a éste, mi gobierno, porque no hemos sido lo que predicamos, y es mucho lo hemos dejado de hacer".
"La corrupción a todos los niveles y sectores sociales se ha convertido en una vergüenza para la República Dominicana".
"Para que este país deje de ser la expresión de la improvisación desde el Estado, de la actitud medalaganaria, tiene que haber murallas que abran el trillo de lo que debe ser la patria que todos concebimos, aunque fuere en un pasado primero de nuestras vidas".
A confesión de parte, relevo de pruebas…
Esas no son declaraciones de ningún candidato opositor, ni del Cardenal. Son palabras de un hombre que tiene la calidad política y la estatura moral para hablar, Miguel Cocco, director de Aduanas, hombre del Presidente de la República, considerado uno de los principales estrategas del PLD.
Pero si algún obtuso no acepta el relevo de las pruebas, sólo tiene que hacer una mirada al pasado reciente, ver la manera en que vivían la mayoría de los funcionarios del actual gobierno hace apenas unos años, y la manera en que viven hoy.
Desde el gobierno piden que se investigue la fortuna del candidato presidencial del PRD, con lo que estoy totalmente de acuerdo, al igual que el propio Miguel Vargas, quien quiere ser interrogado al respecto para presentar el legado de sus años de trabajo y de inversión en diferentes áreas, a la luz del pago de sus impuestos, cerca de 200 millones de pesos al año. Pero lo mismo deben hacer sus contrarios, incluyendo a su adversario principal, el candidato del PLD.
Sin embargo, no soy de los que piensan que el tema de la corrupción deba ser un tema de campaña electoral.
El país necesita que sus cuentas estén claras, que la transparencia en el manejo de los fondos públicos no sea una consigna de campaña, que el grado a grado desaparezca, al igual que las comisiones, que, en fin, la lucha contra la corrupción se exprese de manera concreta sometiendo a la justicia a los corruptos y enviados a la cárcel, sin importar el rango ni el cargo que ocupen los inculpados.
Este país necesita que le hablen, claramente, en los tribunales si es preciso, sobre lo que ocurre en el sector turístico donde las denuncias de prevaricación van y vienen sin que se haga nada; precisamos que se nos diga que hay detrás de la famosa Concretera, de la forma en que fueron adquiridas las motocicletas Harley Davidson, del escándalo de la Isla Artificial, del intento de estafar al Estado con la creación del Portal del gobierno que el departamento de ética que dirige Bidó Medina determinó que hubo intento de fraude, del abandono del caso Peme que involucra cerca de 150 millones de pesos, de la asignación de unos 800 millones de pesos a un hospital privado de Santiago, de los edificios de apartamentos de lujo para funcionarios del gobierno que se construyen en la avenida Luperón, de los más de mil millones de pesos invertidos en el edificio de la Suprema Corte de Justicia, de la compra de los aviones Tucán en Brasil, del contrato del parque de Santiago, de los gastos excesivos de algunos despachos, incluyendo el de la Primera Dama, de nombramientos tanto en el país como en el exterior de personal innecesario que solo han contribuido a aumentar el gasto público, las llamadas botellas. El país necesita saber de ese barril sin fondos que es el Metro. Tenemos derecho a saber porque es nuestro dinero, dinero del pueblo, no del PLD, ni del presidente de la República.
Cuando las cuentas del gobierno estén claras, las cosas serán diferentes. Mientras tanto, más de lo mismo.