SANTIAGO, ago (Tierramérica) – El logro de los 20 años del Protocolo de Montreal fue encaminar el proceso para recuperar la capa de ozono, si bien el enorme agujero que se abre cada año sobre la Antártida se mantendrá en la próxima década, dijo el responsable de la Secretaría del Ozono, Marco González. El Protocolo de Montreal, suscrito el 16 de septiembre de 1987 y ratificado por 191 países, busca eliminar el uso de sustancias que destruyen la cubierta gaseosa estratosférica que filtra las radiaciones solares dañinas para la vida en el planeta, como los clorofluorocarbonos (CFC) de usos refrigerantes y el bromuro de metilo aplicado en la agricultura.
Este instrumento ha logrado eliminar 95 por ciento de esas sustancias que el mundo consumía antes de su entrada en vigencia, explicó el titular de la Secretaría para el Convenio de Viena (1985) y el Protocolo de Montreal.
González, ingeniero costarricense de 57 años, reside en Kenia y conversó por teléfono con Tierramérica desde Panamá.
Tierramérica: — ¿Cuándo veremos la restauración de la capa de ozono sobre la Antártida y la región austral sudamericana? El año pasado marcó un récord negativo de de 27,5 millones de kilómetros cuadrados.
Marco González: — Los estudios de los grupos científicos del Protocolo establecen que las concentraciones de cloro y bromo muestran una tendencia hacia la baja desde 2000 y que la situación en la estratosfera está mejorando. En cuanto al agujero de ozono, se presenta estacionalmente y depende de las condiciones meteorológicas en la Antártida. Mientras más frías son las temperaturas en el Antártico se produce un congelamiento del aire que forma una especie de "vortex" (o torbellino polar) de bajas temperaturas, que produce las condiciones propicias para la destrucción masiva del ozono. Los científicos coincidieron en que el agujero va a permanecer con nosotros en una situación similar a la de 2006 por lo menos por la próxima década.
— Los científicos indican que a partir de 2050 se verá una recuperación de la cubierta de ozono a los niveles de 1980, pero, a la vez, se plantea la necesidad de vigilar el efecto de nuevas sustancias. ¿Hay recursos y mecanismos apropiados para controlar ambos procesos?
— Es verdad, los estudios de 2006 hablan de que la recuperación de la capa de ozono a los niveles previos a los años 80 se va a dar a mediados de este siglo. Sin duda es un esfuerzo a largo plazo, por lo que los gobiernos de turno deben orientar sus trabajos en dos sentidos: controlar a la industria para evitar que nuevas sustancias con poder para destruir la capa de ozono sean producidas y comercializadas, y seguir monitoreando la situación tanto con los satélites que rondan la Tierra como desde las estaciones terrenas. Hoy existe un fondo para la investigación de la Convención de Viena que facilita recursos para el mantenimiento de esas estaciones.
— El contrabando de sustancias prohibidas persiste. ¿Cuán preocupante es y cómo enfrentarlo?
— El comercio ilegal puede ser un problema serio. Las Partes trabajan desde finales de los años 90 en el cierre de las plantas de producción de CFC y otras sustancias. A principios de julio se cerraron todas las plantas en China, dos años y medio antes de la fecha exigida en el Protocolo.
Esto origina que la oferta de esos productos en el mercado mundial se reduzca drásticamente y por supuesto que las leyes de oferta y demanda generen precios más altos. Pero los países deben hacer un esfuerzo mayor para controlar la producción y el comercio ilegal.
Hay una propuesta que la Comunidad Europea hará en la próxima reunión de las Partes de septiembre, para fortalecer el control del movimiento transfronterizo de estas sustancias. Se espera un debate muy importante.
— Se dijo que el reemplazo de gases agotadores indujo a utilizar sustitutos que agravan otro problema global, el cambio climático. ¿Es así?
— Eso es totalmente falso. El Protocolo es un instrumento que ha ayudado a eliminar gases de efecto invernadero (responsables del recalentamiento planetario). Los CFC tienen un potencial de efecto invernadero muy alto y 95 por ciento de ellos fueron eliminados en el mundo. Un estudio realizado por científicos de distintas partes, publicado en mayo de este año por la revista Proceedings de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, establece claramente que el Protocolo eliminó alrededor de 11 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. ¿Cómo lo ha hecho? Eliminando los CFC y los alones y otras sustancias controladas, que se han sustituido por unas que son mucho más beneficiosas para la protección de la capa de ozono y para el sistema climático.
* La autora es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 4 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.(FIN/2007)