Mientras René está de vacaciones y redescubre a su país, – que es el nuestro – , para matarse la nostalgia de su partida; le planteamos esta entrevista porque estábamos seguros de que a pesar de la distancia ni había jubilado al poeta ni tampoco el publicista creativo que hay en él, ni mucho menos al comunicador. Nacido en Constanza en el 1950 a 1200 metros sobre el nivel del mar, y ganador del Premio de Casa de Teatro de Cuentos y el Premio Nacional en el mismo renglón, se licenció en Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo; sin embargo, se desempeñó como publicista y como docente. De repente dijo que se marchaba del país, recogió sus pertenencias, y se marchó. En René Rodrigue Soriano, como él firma, se percibe ese “saudade”, esa bonhomía, y esa introspección de la gente nacida en las alturas, todo ello vertido en sus textos. Les dejamos con René quien suele dialogar con Manolo, su Sócrates de Constanza. F. P.
—Como diría un poeta, “te marchaste sin decir adiós”, ¿qué tal te ha ido en el extranjero?, ¿valió la pena?
—Ya lo he dicho alguna vez, no me fui. Salí a buscar unas ramitas de mejorana para mamá que espera una tisana en la mañana fría de Constanza. Desde acá, tal vez en lo más alto de la Loma del Maco, oteo el horizonte, veo a los perros del atardecer corriendo sobre el pasto, espantando las cabras; y leo.
—¿Te consideras un poeta secuestrado por la publicidad o un publicista metido a poeta?
—Ni lo uno ni lo otro, soy un ambidextro observador de patos, chicas con perros, y grandes lagartos en los bien cuidados parques floridanos.
—¿Qué hace un poeta y escritor metido a internauta y activista del Internet? Cuéntanos algunas de tus experiencias en la red. ¿Qué ventajas tiene ese medio? ¿Cómo nace tu página?
—No utilizo la ventana para ver; veo a través de ella. No soy activista ni siquiera de la protección de las orugas de Paso Bajito, mucho menos del Internet. Utilizo el vehículo para llegar a mis lectores, para volar. Desde finales del siglo pasado, con la pequeña ayuda de un millón de amigos, comencé a utilizar esta herramienta y me han crecido alas, simplemente encuentro cosas que normalmente nunca busqué, construyo puentes. Creo que por eso nació mi página, la encontré una mañana en algún banco del Women’s Park, mirando a los patos bañarse en los espejos del lago. Después, podría contar cientos de historias: el nacimiento de mediaisla, de poeMartes, de proSábado y, tal vez, lo más importante, la consolidación y el fortalecimiento de los lazos con el millón de amigos.
—¿Nos contarías un poco sobre esas ventanas?
—Claro que sí, pero como Jack, iré por partes. Primero fue la Web www.rodriguesoriano.net donde, además de ofrecer una panorámica de mi mundo literario, comencé a darle cuerpo a un pequeño proyecto de difusión de las letras dominicanas a través de mi cuaderno azulito, hoy por hoy una ventana donde diariamente cientos de lectores entran en contacto con autores esenciales de la poesía y la narrativa breve nuestras. Luego habría de nacer mediaIsla http://espanol.groups.yahoo.com/group/mediaIsla/ un listado que, hoy por hoy, se ha convertido en una lujosa biblioteca virtual que sirve información, y temas de reflexión y análisis a cientos y cientos de lectores y amigos, que la nutren con sus valiosos aportes. Ésta ventana-biblioteca ha generado, a su vez, un par de nuevos islotes para la prosa y la poesía. Los interesados pueden visitarlos en www.mediaislapoemartes.blogspot.com y www.mediaislaprosabado.blogspot.com Cada uno de estos blogs, además de servir de soporte para la publicación de los habitantes de mediaisla, aporta en cada actualización una vía de contacto directo mediante una amplia selección de enlaces con la obra de un poeta y un narrador clásico o contemporáneo. El blog de poesía se actualiza el último martes de cada mes, y el de narrativa, el último sábado. La recepción que han tenido estas propuestas, ha provocado que alrededor de la comunidad haya nacido, en cierto modo, una pequeña organización de colaboradores localizados en distintos puntos del planeta. Desde algún lugar de la Patagonia hasta cualquier pueblito perdido de la China o de Alberta, en Australia, y más allá, tal vez, se extiendan los dominios de mediaIsla y, mes tras mes, sus comités de lectura, en los géneros de relatos y poesía, seleccionan y elaboran el boletín que se genera con los textos que producen los pobladores de la comunidad que algún día, tal vez, terminará declarándose, en beneficio de las letras y el pensamiento de la humanidad, como nación independiente, quién sabe.
—¿Sobre qué estás escribiendo en la actualidad?
—Hago literatura y periodismo. En la actualidad estoy involucrado el proyecto www.contrapuntos.net Algo así como un periódico en el que convergen voces que normalmente, aunque tienen algo que decir y saben cómo decirlo, no cuentan con los medios ni las teclas para cruzar los cerrados filtros de los medios del establisment. Publico artículos en periódicos y revistas en soporte de papel y la Internet, y cuento cosas. Por el momento, quiero reconstruir un interesante capítulo de la historia de Constanza, la neblina y los gallos del amanecer. Pero sería extemporáneo hablar sobre ello, están a ras, al germinar, los tallos de los lirios.
—¿Qué libros has publicado y cuáles tienes inéditos?
—Unos cuantos, casi nunca puedo recordarlos todos. Te los citaré de memoria. El primero fue Raíces con dos comienzos y un final, publicado en el año 1977 en la colección Mínima de Taller y después reeditado por editorial Gente en 1981. En el 1979, publiqué Textos destetados a destiempo con sabor de tiempo y de canción, y en el 1983 dentro de los aprestos y la algarabía del colectivo de escritores …y punto!, publicamos Canciones rosa para una niña gris metal. Libro emblemático en mi trayectoria, 24 años después de una tirada de 500 ejemplares, todavía me encuentro en la calle con jovencitos que me saludan y me hablan de un libro que, en la actualidad es objeto de una litis con una importante institución universitaria venezolana que, además de piratear el libro cometió la torpeza de venderlo a través del Internet; pero esa es historia aparte, continúo. En el 1986, publico Muestra Gratis y Todos los juegos el juego. Luego vendrían No les guardo rencor, papá (1989); Su nombre, Julia (1991); La radio y otros boleros (1996); El diablo sabe por diablo (1998); Queda la música (2003), y Salvo el insomnio (2005). También es bueno resaltar los proyectos a cuatro manos y a toda complicidad con un tal Ramón Tejada Holguín [(Probablemente es virgen, todavía (1993); Y así llegaste tú…(1994), y Blasfemia angelical (1995)], y con Salvo el insomnio (2002) en comanditas con el nombrado Plinio Chahín. Ah, también recuerdo que en el 2001 y en el 2002, la desaparecida editorial virtual Libroline me publicó Tizne de nubes y Nave sorda. Si hay algo más, no lo recuerdo.
—Tú sueles emplear fotos antiguas en tus libros y en tu página web, ¿te ves a ti mismo como un escritor nostálgico?
—Casi nunca me veo, miro a través del espejo otros reflejos. Las fotos sólo son soportes, ventanas para mirar a través de ellas; jamás con ellas.
—¿Tienes alguna musa recurrente?
—Sí, la isla, sus manglares, y sus locos. Eso sí, sin sacarles jamás el jab de izquierda en las quijadas a sus torpes y mañosos funcionarios y amanuenses.
—¿Quiénes son tus autores favoritos?, es decir, a los que lees frecuentemente.
—A Manolo, a Viveza y casi todos los locos de mi pueblo. De vez en cuando vuelvo a Borges, a Elizondo y a García Ponce.
—De los autores dominicanos, ¿cuáles consideras los mejores?
—Después de Manolo, y algunos de los que ya están en mi cuaderno azulito, considero excelentes a los que, sin pensar en el partido o las lisonjas como trampolín, no se apandillan cada cuatro años para medrar en los mustios predios del baldío nacional.
—¿Cómo percibes a tu país desde el extranjero?, y ¿cómo crees que los extranjeros nos perciben?
—A veces percibo que lo perciben como una bachata de quinta. Me gustaría que lo percibieran como aquel merengue que nos invitara a bailar el tan mal ponderado Franklin Mieses Burgos.
—¿Sirven para algo los premios literarios?
—Sí, para sumar reses en los corrales de los mecenas.
—¿Deseas añadir algo más?
—Que organicemos una gira hacia algún planeta deshabitado, y les paguemos un pasaje sin retorno a todos los congresistas, los funcionarios, y los eternos aspirantes a indignatarios presidenciales de este país que todos ellos se ufanan en convertir en sosa isla artificial.